Poesía, crimen y castigo. Esta la idea central que atraviesa la novela de Bolaño que estos días me ha tenido hipnotizada. El enigma de Weider/ Ruiz-Tagle, el aviador que escribía con humo en el aire, el asesino capaz de segar la vida de sus mejores amigas, me ha cautivado. Estrella distante nos invita a adentrarnos en un universo complejo, lleno de historias y personajes que a veces rozan el surrealismo. El artista homosexual sin brazos que se convierte en mascota de las paraolimpiadas, me ha dejado bizca. Y la historia de Soto, el hombre tranquilo que muere defendiendo a una mujer del ataque de una banda nazi, me ha llegado al corazón. Y son solo dos historias adyacentes, sin relación con la trama principal.
Bolaño crea un mundo propio, complejo, pero sencillo. Nos atrae con una prosa clara y nos conduce por los laberintos del Chile más oscuro persiguiendo a un poeta, a un asesino sin alma, a una sombra terrible que se proyecta como una amenaza constante. Un alma pérfida que se aprovecha de las circunstancias políticas para operar impunemente, con una crueldad inusitada que también tendrá manifestaciones artísticas. El proceso creativo se entrelaza con el crimen.
Una historia que cruza continentes de la mano del narrador y que mantiene una relación epistolar con Bibiano, el que nunca renuncia a resolver el misterio. Un misterio que parte de la poesía y se resuelve con la misma poesía. Una traición y una venganza. Hay que leerlo.