Revista Videojuegos

Pokémon X/Y. Vuelvo a los bocadillos de nocilla.

Publicado el 05 diciembre 2013 por Deusexmachina @DeusMachinaEx

Fanes muy locos

Los usuarios de Nintendo 3DS estamos pasando un año de escándalo. Un año en el que los juegos por los que debemos mantenernos, cuanto menos, expectantes,  se suceden uno tras otro, apenas dando tiempo a digerirlos; de hecho, tecleo esto mientras voy abriendo el paquete que contiene la nueva aventura de Link por las tierras hylianas. Pero si hubiera que mencionar un título que ha recibido toda atención, no sólo del jugón habitual, sino de un espectro de público mucho mayor, ese sería Pokémon X/Y (Game Freak, 2013). Díganle lo contrario a los padres que van a tener que dejarse un mínimo de 170 euros para que sus retoños jueguen las nuevas ediciones estas navidades. Por no hablar de las comunidades de fans de la saga, cuyos aplausos desde el anuncio del título provocan un estruendo comparable a los de las adolescentes fans de One Direction o Justin Bieber; estamos hablando de gente que se toca muy fuerte con cada cosa relacionada con su tema, gente para la que no existe un mundo más allá.

Divagaciones de señor mayor atrapado en un cuerpo muy cerveceado

Dejándonos de fans loquitas; uno ha jugado a esto del Pokémon desde que tiene memoria: al principio en consola ajena, más tarde con mi primera maquinita, o “los Pikachus” como le llamaba mi abuela al chisme. Probablemente “los Pikachus” hizo que yo esté aquí ahora. Y a ciencia cierta marcó mi infancia y el cómo, y aún más importante, por qué, me relacioné con los demás chavales a principios del milenio. Haciendo un símil con los momentos en que la prensa habla de un juego de recreativa, y dice aquello de “probablemente, muchos de los que nos leéis no halláis conocido aquello”; muchos de ustedes probablemente entenderán como algo extraño la siguiente situación: uno se despertaba por las mañanas para ir al cole y, entre cabezada y cabezada, hablaba con sus compañeros de los Pokémon. Cuando volvía a casa, los entrenaba o capturaba otros nuevos para, más tarde, ir a la plaza del barrio a jugar combates con otros chavales, o intercambiar ese puñado de bits que para nosotros valían más que un bocadillo con nocilla de nuestra madre. Al volver a casa, tocaba la partidita de antes de ir a dormir. Y, en mi caso, así fueron las cosas hasta las ediciones Pokémon Rojo Fuego/Verde Hoja (Game Freak, 2004). Lamentablemente, por el camino la gran mayoría de esa chavalada fue dejando el juego, aludiendo su madurez, por los PES, FIFA´s o “juegos de payum-payum”.

Sin embargo, aunque he pasado por casi todas las ediciones del juego, esa magia (u obsesión) no ha vuelto a calar en mí del mismo modo. Ni las ganas de empezarlo, pues no compré en su lanzamiento las ediciones de 4ª generación (Pokémon Blanco/Negro (Game Freak, 2010) y Pokémon Blanco 2/Negro 2 (Game Freak, 2012)), ni las ganas de continuarlo más allá de la aventura principal. Pero con esta edición tridimensional la cosa ha sido bien distinta: aunque no de forma cuasi enfermiza, la he seguido bien de cerca desde su alumbramiento, y el propio 12 de octubre caí en sus redes. Esa magia ha vuelto a pesar de Nintendo.

Crítica a Pokémon X/Y

Super Mario  no ha cambiado. The Legend of Zelda casi que tampoco. ¿Por qué iba a hacerlo Pokémon? No estamos hablando tan sólo de que no sea necesario cambiar; lo necesario aquí es no cambiar. Su mecánica, así como sus demás atractivos, es como una torre de Jenga en la que mover casi cualquier pieza puede desmoronar la estructura. Al menos, las bases en las que se sustenta el juego: intercambio y coleccionismo irrefrenable de criaturas, y combates estratégicos, cerrados y medidos, abiertos a infinitas posibilidades (un infinito creciente tras cada edición, por cierto). Por tanto, no ha cambiado que seis sean los Pokémon que puedas llevar en el equipo, no ha cambiado que estos puedan conocer un máximo de cuatro movimientos, no han cambiado los tres tipos de Pokémon a elegir al comienzo de la aventura (no así el número de ellos, pues ahora podremos elegir también una de las criaturitas elegibles de la primera edición), no ha cambiado la estructura de ruta-ciudad-ruta, no ha cambiado el llegar a ser campeón de la Liga Pokémon, ni tan siquiera ha cambiado el orden en el que te dan las necesarias MO´s.

Pero ha cambiado todo. Desaparece la segunda planta de los Centro Pokémon, dedicada a la interacción con otros jugadores, para instalarse en la pantalla táctil de nuestra máquina el PSS (Player Search System). Una pantalla en la que, conectados a la internet, aparecen nuestros amigos conectados, fácilmente accesibles para retarles a un combate o intercambiar un Pokémon mientras charlamos de viva voz. Pero no tan sólo nuestros amigos, sino cualquier “transeúnte” de la red de redes: cualquier persona nos puede retar a un combate, nos puede invitar a pasar un rato intercambiando bichitos (o bicharracos), y si aceptamos, pasarán a la lista de “conocidos”. He llegado a pasar tardes enteras jugando con un completo desconocido para que, al día siguiente, ese “conocido” me vuelva a invitar a jugar. Por cierto, seguimos hablando de Nintendo. Además, el propio sistema, el PSS, constantemente nos sugiere intercambiar Pokémon con alguien, combatir, o usar un sistema con el que intercambiamos a ciegas, sin saber qué vamos a recibir, sistema que me ha dado más de una agradable sorpresa. En resumen, gracias al PSS siempre estaremos haciendo algo.

Otro elemento que ha supuesto una vuelta de tuerca al sistema de combate, casi inamovible desde 1996, son las mega-evoluciones. De entrada, tenemos que reconocer que todo lo que empiece por “mega” tiene que molar, debe molar. Megapizza, megacerveza, megateta, megaexamen, megapelusa, Kim Dotcom (megagordo). ¿Ven? Todo ello mola, o al menos, parece que va a molar. Entrando en materia, las mega-evoluciones son una nueva evolución para un Pokémon que lleva equipada una piedra específica para dicha criatura (por ejemplo, Aerodactylita) que aumenta aún más sus características principales y cambia ligeramente su aspecto (o no). Esto tiene ciertas restricciones: por una parte, tan sólo un puñado de Pokémon pueden mega-evolucionar y por otra, tan sólo podremos tener un Pokémon equipado con mega-pedrolo en nuestro equipo. Esto consigue no desequilibrar demasiado los combates, pero también limitar la variedad en los equipos de los jugadores pues si no llevas uno de estos “megas” estarás en cierta desventaja.

Siniestro y Acero fueron los últimos dos tipos de Pokémon añadidos a los de Pokémon Rojo/Verde (Game Freak, 1996), y aquello ocurrió con Pokémon Edición Oro/Plata (Game Freak, 1999). Casi 15 años más tarde se modifica esa pétrea lista con el tipo Hada, lo que cambia completamente el metajuego al añadir un tipo que es inmune contra los, hasta ahora, poderosos dragones, y que tan sólo es realmente débil ante los tipos acero y veneno. Por el camino, otros ligeros cambios en la tabla de afinidades y debilidades, que probablemente modificarán bastante los equipos que usará la gente, donde hasta ahora era extraño la falta de un Dragonite, Tyranitar o Metagross.

También querría mencionar, aunque no tiene mayor importancia, ciertas quejas de “esa gente a la que no le gusta que le cambien nada, pero que si no hacen cosas nuevas para qué se van a comprar lo mismo”, referidas al diseño de los Pokémon. Que si siempre fueron animalicos y no tiene puto sentido que haya una bolsa de basura que evolucione en una bolsa de basura rebosando (concepto que a mí me parece muy la puta hostia). Señores, ¿de verdad me vais a decir que en los inicios eran animalicos? ¿Animalicos? ¿Animalicos? Que quizá habría que fijarse algo en el pasado antes de decir que fue mejor, digo yo.

En resumen, para cualquier acérrimo a la saga, el juego es lo mejor que le ha podido parir la Nintendo. Para cualquiera que reniegue de ella, va a seguir sin gustarle porque sigue siendo lo mismo, pero quizá debería analizar por qué no le gusta y asegurarse de que no es porque Pokémon “es infantil”. Y si queda alguien que no haya catado aún estos títulos, creo que esta es la mejor forma de empezar: accesible, con las cuasi obligadas funciones online que hoy día se le presuponen a un juego, y largo; la lista de Pokémon ha aumentado hasta los 721 si no añaden alguno más mediante los eventos especiales, y una comunidad online estable con torneos estatales y mundiales oficiales, por si te va ese rollo.

No creo que ningún juego por sí solo sea justificación de gastarse la pasta que cuesta una consola, pero si hablamos de los excelentes títulos que tiene la máquina (aunque el próximo año se atisba poco esperanzador, salvo alguna cosa), y conservas ese chaval pre-adolescente que gastaba decenas de pilas al mes jugando a Pokémon en su Game Boy en tu interior, hazte un favor. Y vuelve a ser infantil. Vuelve a ser, por un ratito, un despreocupado feliz.

La entrada Pokémon X/Y. Vuelvo a los bocadillos de nocilla. es 100% producto Deus Ex Machina.


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