![Política Política](http://m1.paperblog.com/i/38/384896/politica-L-u0LwP2.jpeg)
Y es que ejercer la política “a la contra” siempre ofrece réditos inmediatos, cómodos y sustanciosos: nada genera adhesiones ni simpatías más incondicionales que la de transmitir una imagen de que se trabaja contra el poder establecido, sea éste cual sea (recordarán los más viejos del lugar aquella vieja proclama, lanzada en los momentos en que los entusiasmos de los albores de la transición empezaban a mitigarse, de que “contra Franco vivíamos mejor”...). Debe ser la condición humana, de la que surge esa vena, ese impulso, que nos hace ponernos, al menos en el plano de los afectos, siempre del lado del, aparentemente, más débil, y más aún si éste se erige en paladín de la lucha contra el poderoso, en voluntarioso y esforzado David enfrentado al Goliat de turno.
Esa labor “a la contra” es fundamental, básica, para la buena salud de la vida política de la comunidad en que se ejerce. Sin oposición, sin crítica, los ejercientes del poder terminan instalándose en un colchón, cálido y blandito, de autocomplacencia, desde el cual su (distorsionadamente positiva) visión de la realidad en la que se mueven, les lleva al apalancamiento, la inercia y el inmovilismo. Una posición en la que el trabajo en pos del bienestar del común queda postergado por intereses y prioridades de otro jaez. Sea bienvenido, pues, todo látigo fustigador de los poderes establecidos: son, como proclama la vieja salmodia, justos y necesarios.
Pero no nos equivoquemos: no siempre (o, para ser más precisos, casi nunca) ese ejercicio crítico se hace con un afán de mejora de la situación, sino que, generalmente, las causas e intenciones son otras bien distintas, y lo que se pretende no es sino el desgaste del criticado, como vía a través de la cual ocupar finalmente su lugar (o sea, aquello del viejo cha-cha-cha, del “quítate tú pa’ ponerme yo”...), o propiciar que lo ocupen aquel, o aquellos, a quienes se sirve, o de cuyo grupo se forma parte, de lo cual siempre se termina obteniendo algún tipo de beneficio. ¿Invalida eso el ejercicio crítico desde un punto de vista moral? Probablemente, no, o, al menos, no de manera absoluta; pero está claro que sí que lo enturbia, más aún cuando, una vez alcanzado el objetivo último, de reemplazar al criticado, se terminan reproduciendo pautas de conducta muy similares a las que, en su momento, se consideraron tan negativas o inadmisibles.
Suerte, señor Issa, y que le vaya bonito: escrute usted a fondo, revise cuanto haya de revisar y critique concienzuda e impíamente, tanto a Obama como a su porquero. Pero no olvide aquello de que arrieros somos (aunque, eso sí, va todo a tal velocidad, que las riendas son cada vez más difíciles de manejar —incluso para el arriero de marras—). En fin...
* APUNTE DEL DÍA: hoy he revisado "Mejor imposible" ("As good as it gets"), y he vuelto a disfrutar, una vez más, de una historia con un guión admirablemente bien construido (aunque le sobre algún exceso meloso, para mi gusto particular), además de una interpretación fabulosa de Jack Nicholson. No se hacen muchas pelis así, no...* A salto de mata L.-