No espero grandes cambios en la política social de este país. Gobierne quien gobierne, hay una mezcla de pragmatismo y miedo al cambio (junto con una generosa ración de mantenimiento de una situación en la que unos privilegiados viven mejor que bien) que hace imposible que se solucionen los grandes problemas que atraviesa nuestra sociedad.
Antes de que me linchéis por pesimista o, peor aún, abandonéis la lectura de este blog y os vayáis a llorar a cualquier rincón, intentaré explicarme.
La pobreza, la desigualdad, la falta de vivienda, el desempleo... son técnicamente posibles de eliminar en una sociedad desarrollada y rica como la nuestra. Con reformas bastante profundas, sí, pero no demasiado complejas de implementar.
Y ese es verdaderamente el problema. No nos van las reformas demasiado profundas y en el delicado equilibrio entre los privilegiados, los que temen perder lo poco que tienen y los que no tienen nada, la balanza se inclina siempre hacia los primeros, perjudicando siempre y gravemente a los últimos.
Ello es la explicación de que durante la crisis que estamos atravesando las clases ricas hayan incrementado sus beneficios mientras las clases más pobres han visto cómo se ha ido deteriorando su ya precaria situación, con el consiguiente incremento de la brecha de desigualdad en la sociedad.
Es una versión del conocido "efecto Mateo", de acumulación de bienes:
"Porque a cualquiera que tiene, se le dará, y tendrá más;pero al que no tiene, aun lo que tiene le será quitado". Evangelio según San Mateo 13:12 y que explica que los ricos sean cada vez más ricos y los pobres, más pobres.
Sin el miedo y sin la presión homeostática que los privilegiados ejercen en la sociedad (a través de la política, la banca y los medios de comunicación principalmente) no se explica cómo en nuestro país problemas que tienen fácil solución sigan campando a sus anchas.
Por ejemplo, la pobreza. Creo que a estas alturas nadie puede discutir que una Renta Básica Universal solucionaría de raíz el problema. Y desarrollarla sería mucho más simple que mantener la cantidad de subsidios más o menos condicionados que gestionamos. ¿Por qué no se pone en marcha, entonces?
Los que seguís este blog ya sabéis que considero que instaurar la RBU en nuestro país es una utopía tan irrealizable como conseguir la paz mundial o erradicar el hambre en nuestro planeta. Y por razones parecidas: a los poderosos no les interesa, a la mayoría de la población les asusta los efectos que tendría y los que más se beneficiarían... esos no tienen ni voz ni voto en estos asuntos.
Como mal menor, tenemos que aceptar esos subsidios condicionados, intentar que lo sean cada vez menos y que estén más armonizados a lo largo del territorio. Objetivos también difíciles de conseguir, sobre todo para lograr únicamente paliar el problema sin llegar a solucionarlo nunca.
Otro ejemplo, la falta de vivienda. Aquí el tema es también sencillo. ¿Cómo explicar que habiendo más viviendas vacías que familias necesitadas de ella, siga existiendo un problema de alojamiento? Pero las reformas a realizar para erradicarlo requieren modificar el concepto de propiedad privada, evitar la especulación con un bien de primera necesidad o desarrollar una fiscalidad radicalmente distinta a la que tenemos.
Imposible, por tanto. Nos queda tan sólo la timorata política de vivienda que tenemos, donde el derecho a la misma queda sin garantizar y que tantos problemas de desahucios sin solución ni alternativas está causando.
Y podríamos seguir con el desempleo, que requeriría de una reforma laboral que invirtiera (oh, anatema) la maximización del beneficio empresarial en pro del aumento de los salarios y mejora de las condiciones laborales.
Nada de ello es posible. Abandonad por tanto cualquier esperanza de que los grandes problemas se solucionen. Y los que tengan fuerzas y ánimo para ello, que recuerden la frase de August Murri
Si podéis curar, curad.Si no podéis curar, calmad.Si no podéis calmar, consolad.
Porque calmar y consolar es el único margen posible para la política social. Del mismo modo que en medicina se han desarrollado los cuidados paliativos y la atención para pacientes terminales, o en drogodependencias se han desarrollado los programas de reducción de daños, en política social hemos de orientar las acciones considerando los problemas como crónicos e irresolubles.
Bienvenidos a la época de la política social paliativa.