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Políticos psicópatas

Publicado el 29 agosto 2014 por Youssef

Parece que los psicópatas están de moda. Todo el mundo habla de ellos y -cosa curiosa- a casi todos les atrae el tema, les resulta atractivo el psicópata de turno. A las pruebas me remito: la serie de televisión más premiada en un evento reciente del gremio ha sido aquella donde un tal pacífico e insulso profesor se convierte en delincuente, así, sin más y sin menos. El personaje encanta a mayores, jóvenes, mujeres y hombres por igual. Como hace tiempo que me desintoxiqué de ver series, películas y demás zafiedades para el gran consumo, pues ignoro su título. Series, películas, dibujos animados, arte, libros, etcétera... la maldad se ha normalizado, ha calado hondo en la sociedad. Lo viene haciendo desde hace mucho tiempo; pero ahora, con Internet y la televisión por satélite, todo se ha precipitado. Convivimos con el mal y resulta atractivo e incluso estimulante. Podría decirse que sin maldad no hay interés por el asunto, y es verdad. Los telediarios -esos espacios de manipulación y desinformación- ofrecen cada día buena muestra de ello. A nadie le asustan estas cosas y pocos nos alarmamos. El "discurso del mal" está plenamente instalado. Esto no tiene nada que ver con aquello dicho por el expresidente Buch sobre el "eje del mal", aunque forma parte de lo mismo.
Lo peor de todo ello es que la política, actividad que debería estar en manos de gente honrada, trabajadora y sin ánimo de lucro, es ejercida por auténticos psicópatas: gente sin escrúpulos, ignorante, mentirosa, embaucadora y egoísta. El mundo está en las manos de estos personajes. Ejercen sus voluntades manipulando conciencias, provocando crisis económicas, guerras y epidemias, sobornando a los científicos con sumas millonarias, estableciendo sistemas financieros en los que todos quedamos atrapados. La libertad es una quimera; pero esto ya lo sabíamos ¿verdad?
La psicopatía se presenta, por tanto, como el ámbito normal de desarrollo social aunque nos venden lo contrario: un rasgo de la personalidad, una enfermedad que afecta a unos pocos y que pueden ser reducidos y encarcelados o eliminados según el país que aplique su forma de entender la justicia.
Mientras tanto el mundo se desangra y el clamor de los inocentes que sufren y mueren cada día queda reducido al espectáculo de turno bien presentado para despertar lástima; o sea, un elemento más del mercado de consumo.
Así las cosas lo único que nos queda a la mayoría es generar espacios de verdadera solidaridad y de amor. Resistir a la destrucción sistemática del humanismo y ofrecer lo mejor de nosotros para que sirva, por pequeño que sea, de ejemplo y voluntad por cambiar las cosas, como dice la canción de los siempre actuales "Dúo Dinámico".

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