ISBN: 9788467548082
Páginas: 288
Precio: 8,50 €
Pomelo y limón, novela ganadora del Premio Gran Angular 2011, nos adentra en una historia de amor adolescente bajo circunstancias turbulentas. De entrada, reconozco que no le habría prestado atención porque no me gustan las obras que giran alrededor de un romance, aunque el problema no es tanto su tema central, sino la forma de abordarlo; sin ir más lejos, La mujer del viajero en el tiempo y Contra el viento del norte también hablan de relaciones y, aun así, me encantaron porque se alejan del prototipo de relato azucarado que me viene a la mente en cuanto pienso en las palabras «literatura romántica».
Tal vez ahí se encuentra el error, en tildar de romántico lo que es simplemente realista (ese es el calificativo que mejor se adecúa a Pomelo y limón, en mi opinión). En cualquier caso, ahora no voy a divagar sobre los problemas de la clasificación por géneros, digamos simplemente que mis compañeros de El Tiramilla se encargaron de hacerme saber que este libro merecía la pena (una forma fina de decir que me dieron la brasa durante meses) e incluso acabó en el segundo puesto en nuestro ranking de mejores publicaciones del pasado año (por detrás de En el corazón del sueño y por delante de Everlost, que también me gustaron mucho). Cuando una recomendación tan entusiasta viene de lectores con criterio, no me puedo resistir.
Begoña Oro
Pomelo y limón es el debut en la narrativa juvenil de la zaragozana Begoña Oro Pradera, autora que ha desarrollado toda su carrera en el sector editorial de la literatura infantil y juvenil. Tras licenciarse en Derecho en la Universidad de Zaragoza, cursó una especialización en literatura y un posgrado en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona. En los años siguientes trabajó como editora del Grupo SM, donde primero se encargó de las colecciones juveniles, luego de la rama escolar y, finalmente, realizó estudios de mercado como jefa del Departamento de Investigación y Comunicación. Desde entonces se ha dedicado a diversos oficios del mundo de la edición (editora, lectora y traductora) como consultora “freelance” y ha colaborado en proyectos para el fomento de la lectura. Su nombre consta en más de doscientos títulos entre publicaciones propias y traducciones, pero el salto a lo más alto le llegó en 2011 con el Premio Gran Angular por su novela Pomelo y limón, que como os comentaré más adelante se trata de una obra muy creativa y moderna.Sinopsis
Jorge y María son dos adolescentes que viven su particular historia de amor como tantos otros jóvenes: los cruces de miradas, las primeras conversaciones, las dudas, el primer beso… Todo sería normal si no fuera por el detalle de que las madres de ambos son famosas. Ellos no quieren saber nada de la prensa, pero la prensa se interesa por ellos y los rumores de los programas del corazón los obligan a estar separados, al menos hasta que pase la marea. «¿Por qué tienen que apuntarme con la cámara como si fuera un arma? ¿No ven que me siento encañonada?» (pág. 10). Así pues, en estos momentos solo están en contacto gracias a los mensajes que se intercambian a través de una amiga: las cartas de María y los dibujos de Jorge, en los que reflexionan sobre su mundo y la necesidad de gritar su verdad, porque «una mentira se parece mucho a una verdad, y solo quien la cuenta es capaz de distinguirlas.» (pág. 251).
¿Queréis conocer la verdadera historia de Jorge y María?
Comentario personal
«Esta, al contrario que todas las campañas, se ha hecho para que dejen de hablar de ella. No es una campaña de publicidad. Es una campaña de privacidad» (pág. 13). Toda una declaración de intenciones que refleja a la perfección el espíritu del libro: Pomelo y limón no es solo la historia de dos jóvenes que se quieren, sino una muestra de cómo se puede llegar a distorsionar una realidad inocente y común. Tampoco se trata de un ataque explícito a la prensa rosa: pese a tener su parte crítica, la novela es muy rica en contenidos y no se limita a hablar de un solo tema. Os invito a dejar vuestros prejuicios a un lado para descubrir una historia que seguro que os sorprenderá.Lo primero que llama la atención al abrir el libro es la variedad de textos que se emplean en él (narración en tercera persona, cartas, correos…). Begoña Oro utiliza la táctica de empezar el relato con la acción comenzada (cuando María y Jorge no pueden verse por las circunstancias) para seguidamente hacer un salto hacia atrás y reconstruir su relación desde su inicio. Ambos hilos se alternan e incluyen breves reflexiones que nos dan una estructura del tipo: anticipación, digresión, anticipación, digresión, hasta que confluyen en la recta final. Al adelantarnos lo que sucederá a los protagonistas, consigue captar el interés del lector en las dos tramas: en una, porque quieres saber qué los llevó a estar separados, y en esta, para averiguar cómo terminará todo.
En general, Pomelo y limón es una novela de dos personajes: María, hija de una ministra, con una situación familiar en la que cuesta hablar abiertamente de los sentimientos; y Jorge, cuya madre es una reconocida actriz y su padre un periodista con el que se mantiene en contacto mediante el correo electrónico. Begoña Oro no ha necesitado recurrir a largas descripciones para reflejar su forma de ser; lo hace de forma sutil, con los diálogos y los pensamientos de las cartas de María. Con respecto a su relación, son dos adolescentes con mucha complicidad y su historia evoluciona de forma realista, con naturalidad. En los secundarios no se profundiza tanto, pero tienen algo que valoro mucho: los he visualizado perfectamente, como si estuvieran vivos. Ah, ¡Clara y Edgar son geniales!
La historia, como se puede imaginar, es típica y original al mismo tiempo: típica porque arranca con dos adolescentes que no pueden estar juntos, como Tristán e Iseo, como Romeo y Julieta; original porque se sitúa en pleno siglo XXI y contiene un sinfín de reflexiones y juegos de palabras que le dan un estilo muy personal. Su final es maravilloso. Además, hay una trama secundaria (una chica desconocida que lee el blog de María) que no está ligada directamente a la principal pero sirve para mostrar hasta qué punto llega lo ocurrido y cómo cambian nuestras impresiones sobre alguien según la forma en la que este se nos presente. Me pareció un buen detalle que hace más completa (aún) esta novela.
Volviendo a los elementos característicos de Pomelo y limón, las reflexiones ocupan sin duda un puesto importante: desde referencias literarias bien conectadas con la trama a comentarios sobre temas universales, como el modo en el que la elección de las palabras marca el sentido que queremos dar a una historia (ya lo dijo Gabriel García Márquez: «La vida no es la que uno vivió, sino la que uno recuerda, y cómo la recuerda para contarla»). María y el narrador en tercera persona son curiosos y enseguida consiguen hilar una idea con la narración; todos estos razonamientos me han parecido acertadísimos y he tomado nota de unos cuantos.
Por otro lado, resulta evidente que se habla de la importancia de la privacidad y el lado negativo de la popularidad, así como de los miedos habituales cuando se empieza una relación. Los adolescentes, público potencial de esta obra, se sentirán identificados con Jorge y María y al mismo tiempo utilizarán el cerebro con las inteligentes observaciones que se hacen. En este punto de mi reseña me apetece retomar lo que dije en la introducción: como se puede ver, Pomelo y limón va más allá de lo sentimental y abarca una gran cantidad de cuestiones. Trasciende los límites del género romántico juvenil, en el que últimamente la perspicacia y el realismo brillan por su ausencia.
Todo esto no sería posible sin la prosa excepcional de Begoña Oro: su estilo está cargado de personalidad, escribe muy bien y a menudo nos habla de tú a tú para hacernos partícipes del relato. Si leéis su blog entenderéis a lo que me refiero; mientras, quedaos con la idea de que está muy por encima de la media (y no solo en literatura juvenil). Con respecto al gancho, me atrapó enseguida, aunque es aconsejable leerlo con calma para digerir todos esos matices y no perderse ningún detalle (tengo que confesar que yo no fui capaz: ¡me absorbió tanto que leí la segunda mitad del tirón!).
Todavía hay un recurso del que no he hablado: Internet. Las redes sociales y el correo electrónico están presentes (María tiene un blog, los amigos escriben en Facebook, Jorge se escribe con su padre por e-mail…), como también lo están en la vida de cualquier joven de hoy en día y, no obstante, en la literatura se aprovechan poco. Lo único malo del uso que se hace de ellos en Pomelo y limón es que me he tirado de los pelos por no tener el ordenador encendido cuando se ponía un enlace (cosa que se soluciona en la versión e-book. Una ventaja más del lector electrónico), aunque debo reconocer que son asuntos adicionales y sin consultarlos también se puede seguir la historia sin ningún problema. De hecho, a veces se plasma esta información de una forma muy bien encontrada (por ejemplo, Jorge le pasa el enlace de una canción a María, pero entonces recuerda que ella está sin Internet y le escribe el estribillo para que sepa a cuál se refiere. Me encantó este detalle).
Por último, queda claro que el contenido y la forma de esta novela son brillantes, pero todavía quiero comentar algo más: la edición. ¡Qué edición! ¡Necesitaría mil palabras más para alabarla en condiciones! Desde esa cubierta que imita a una revista del corazón —con el anuncio de una fragancia incluido— y que resulta vital para captar la esencia de la historia (imaginad que simplemente nos mostrara la imagen de una pareja: sería muy sosa y común), a las magníficas ilustraciones de Ricardo Cavolo, coloridas y llenas de detalles, una parte imprescindible de la obra (son los dibujos que Jorge le manda a María). Lo mejor es que no son adornos gratuitos, sino que todo se relaciona (y se integra) con el relato. Ha habido un gran trabajo detrás y me alegra comprobar que aún hay editoriales que en tiempos de crisis se preocupan por estos aspectos.
Conclusión
Pomelo y limón me ha llenado tanto que se lleva mi primer diez del año. Al terminarlo me enfrenté a las próximas lecturas como quien regresa al trabajo después de las vacaciones: sabes que pronto te acostumbrarás, que disfrutarás de las anécdotas cotidianas y que tal vez te lo pasarás incluso mejor que durante el verano, pero la sensación no será la misma. Ser capaz de hacer sentir algo al lector me parece fundamental, y esta novela lo consigue. Además, por el buen juicio de los temas tratados y la riqueza del conjunto, pienso que puede gustar tanto a jóvenes como a adultos, ya que carece de los tópicos que se suelen asociar a la literatura juvenil.En definitiva, se puede decir que he conectado al cien por cien con su historia, hasta el punto de que la defino como inspiradora para los que adoramos la literatura y la escritura. Más allá del entretenimiento, Pomelo y limón contiene un sinfín de técnicas y rasgos a los que merece la pena prestar atención (y esto se ve pocas veces). Me ha llenado en todos los sentidos y lo recomiendo de corazón a todos los que os atreváis con una lectura que en sus primeras páginas puede descolocar por empezar in media res y narrarse desde dos perspectivas. Por mi parte, espero y deseo que Begoña Oro siga escribiendo: ¡quiero más libros suyos!
P. D. Si queréis saber el significado del título, tendréis que leerlo.
Mi valoración: 10/10