"Rafael de Amat y de Cortada (nuestro querido Barón de Maldá) había madrugado ese día. Tras degustar su obligada taza de chocolate matutina, había dado órdenes a sus criados para que empezasen a preparar su equipaje, ya que tenía previsto trasladarse a la casa familiar de Vilapicina. El día era desapacible y frío, además de que amenazaba lluvia. Tenía prisa por partir ya que sabía que, si empezaba a diluviar, el camino de Horta se volvería intransitable y el coche de caballos tendría problemas para poder moverse, si el agua empezaba a descender torrencialmente desde la sierra de Collserola…" (Párrafo novelado).
"El coneixement històric dels espais, la gent, els entorns socials dels nostres barris és primordial per tenir criteris per defensar actuacions envers el nostre patrimoni cultural” (el conocimiento histórico de los espacios, la gente, los entornos sociales de nuestros barrios es primordial para tener criterios para defender actuaciones destinadas a nuestro patrimonio cultural). Bajo esta filosofía (que comparto) es como trabaja el Pou, Grup d’Estudis de la Vall d'Horta i la Muntanya Pelada, y entre las muchas actividades que llevan a cabo está la de diseñar “itineraris d'interpretació” por todos los barrios que integran el Distrito Municipal de Horta-Guinardó. Una vez diseñados, los llevan a la práctica mediante lo que denominan “caminades i rutes”, que consisten en trayectos algo más largos que un simple paseo, y que sin dejar de estar relacionados con los barrios del distrito, suelen salir fuera de sus límites.
Su última propuesta es quizá, como ellos mismos han comentado, la que más lejos del distrito les ha llevado. Se trata de “Camins Antics”, un ciclo dividido en tres itinerarios, con el que se pretende recuperar la memoria de los lugares por donde transcurrían los antiguos caminos que llevaban a Horta y al Guinardó. El primero de los tres itinerarios, “El camí antic de Barcelona a Horta”, lo realizaron el pasado domingo 17 de noviembre, y tuve el placer de poderlos acompañar. Esta ha sido la tercera vez que he participado en una de sus rutas, y la verdad es que no han dejado de sorprenderme, tanto por los lugares por los que nos han llevado, como por el rigor documental y científico con que argumentan todas las explicaciones que van ofreciendo a lo largo del recorrido.
Nos convocaron a las diez de la mañana. Amenazaba lluvia (tal y como le ocurrió al Barón de Maldá), pero debido a que el día anterior ya había llovido "todo y más", teníamos la esperanza de que ya no quedase agua por caer. Incluso algún que otro tímido rayo de sol dejaba entreverse entre tanta nube. Aunque finalmente sí que tuvimos que abrir los paraguas, la suerte estuvo de nuestro lado, y la lluvia solo cayó mientras duraron las presentaciones iniciales a resguardo del Arco del Triunfo, donde habíamos quedado, y una vez escampó, ya no volvió a aparecer a lo largo del recorrido.
¿Y por qué el Arco del Triunfo para empezar el recorrido de un antiguo camino rural? Pues porque allí es donde estaba el Portal Nou de la muralla de Barcelona (una de las puertas de acceso la ciudad), y de allí partían diferentes caminos principales, entre ellos el camino que llevaba hacia el antiguo pueblo de Sant Joan d’Horta y que, tras atravesarlo, seguía hacia Cerdanyola por la sierra de Collserola. Un camino rural, totalmente engullido por la urbanización de la ciudad actual, que requiere poner una buena dosis de imaginación para recorrerlo hoy en día, pero que te va sorprendiendo progresivamentede al ir encontrando restos originales que todavía se conservan, y en los que habitualmente no reparamos.
Como he dicho, el camino partía del Portal Nou, desde donde también partían la carretera de Ribes y la carretera de Francia. Cruzaba el antiguo Rec Comtal a la altura del actual cruce de la calle Sicilia con la Gran Vía, y seguía serpenteando y ascendiendo hacia Sant Martí de Provençals por lo que hoy es la cuadrícula del Eixample, que al llegar al cruce de la calle Rosselló con Dos de Mayo pierde la estructura rectilínea característica, y se pierde en un entramado de calles, donde su desordenada urbanización nos da una idea del antiguo trazado de la zona, por donde bajaban gran cantidad de torrentes y rieras procedentes del macizo de Collserola. Tras cruzar por Sant Martí de Provençals, seguía hacia Vilapicina y el Turó de la Peira, y bordeando la antigua riera de Horta, que hoy en día se corresponde con el trazado de la calle Cartella, llegaba hasta el corazón de la antigua población... Un recorrido que nos proponíamos volver a caminar.
Tras dejar el Arco del Triunfo, y dar un breve paseo por las calles adyacentes con la finalidad de comprobar como sus nombres nos dejan constancia de la entrada del Rec Comtal hacia la ciudad, nuestros guías empezaron a explicarnos pequeñas pinceladas históricas sobre la zona por la que íbamos a pasar. Nos hablaron del baluarte que se construyó para proteger esa parte de Barcelona durante la Guerra de Sucesión, y de los molinos reales que había en la zona, todos ellos de propiedad real, ya que la corona era quien tenía el privilegio de controlar dónde se molía el grano desde época medieval. Entre los edificios que fuimos dejando atrás, estaban los de la Escola Pere Vila, que además de ser interesantes por los esgrafiados de sus fachadas, vale la pena mencionarlos por un innovador estilo pedagógico que llevaron a la práctica en época republicana. Al llegar a la altura de la calle Ali Bei con Roger de Flor vimos los primeros restos que se conservan del antiguo camino rural. El trazado atraviesa en diagonal el interior de una manzana de casas, que alberga un parque infantil. No lejos de ese lugar, nos recordaron que tras la derrota de 1714, Felipe V mandó construir un fortín militar para mantener sometida a la ciudad, que se conocía con el nombre del Fort Pienc, que actualmente da nombre a ese barrio de la ciudad.
Pasado el punto en que el camino se cruzaba con el Rec Comtal, seguimos dirección hacia un antiguo e importante nudo de caminos, que siglos atrás había estado señalizado con una cruz de término conocida como la Creu de la Celada (nombre medieval del lugar) o también como Creu de Sant Francesc, por el convento de San Francisco de Paula que había en el lugar, y donde a principios del siglo XVIII también hubo otro baluarte defensivo, para protegerse de las tropas borbónicas que acosaban a la ciudad desde la zona del Mas Guinardó. Actualmente el lugar se corresponde con el cruce entre la avenida Diagonal y la calle Marina, muy cerca de la plaza de Toros de la Monumental, esa que las nuevas leyes han dejado en desuso, pero que a principios del siglo XX obligó a construir el apogeo del interés por el mundo taurino. Un dato curioso es que los terrenos sobre los que se construyó pertenecían a Pere Milà i Camps, quien también mandó construir La Pedrera, y que tantas divergencias tendría con el propio Gaudí.
Cerca de allíuiendo el camino, pasamos por dos interesantes lugares que vale la pena pararse a contemplar. El primero, los edificios de la Escola Ramon Llull, que tal como ocurrió con la Pere Vila, también destacó por aplicar un estilo de pedagogía innovadora, basada en la observación, la experimentación y el contacto con la naturaleza. El segundo, la fachada ciega de un edificio situado en la calle Lepanto con avinguda Diagonal. ¿Habías oído hablar de la técnica del trampantojos o "enganyatalls", una manera de cubrir una fachada con dibujos que simulan elementos reales? Pues ahí encontrarás un magnífico ejemplo. En el año 1992, con la finalidad de embellecer la ciudad de cara los JJOO, se encargó la obra a un grupo artístico francés, que creó lo que se conoce como “Els balcons de Barcelona”, un conjunto de dibujos donde destacan conocidos personajes relacionados con la historia de la ciudad.
Siguiendo con nuestro paseo, llegamos al passatge de Vilaret por donde antiguamente bajaba el Torrent de Milans, que atravesaba el Guinardó desde el Turó de la Rovira. Próximo a ese lugar estaba el Palau de Can Xifré, una gran finca que se caracterizaba por el inmenso jardín que tenía, y que fue propiedad del hombre más rico de Barcelona en el siglo XIX, Josep Xifré i Casas, que entre sus posesiones contaba con la famosa Casa Xifré de Pla de Palau, que como dicen es uno de los edificios más representativos de Barcelona. En una parte de la antigua finca, que actualmente corresponde al interior de la manzana formada por calles Provença, Rosselló, Castillejos y Cartagena, nuestros guías nos descubrieron un conjunto de casas bajas, donde parece que se ha parado el tiempo. Paralelamente a esos pasajes pasaba el camino de Horta, por lo que no deja de ser un buen ejemplo para poder hacerse una idea de cómo había sido la distribución de las casas y las calles previamente a la urbanización del Eixample.
Llegados a la altura de la calle Rosselló, pasamos frente a antigua fábrica de la Estrella Damm y a los jardines de Montserrat Roig, situados en el interior de la manzana de casas, terreno que también había formado parte del complejo fabril. No os voy a explicar la historia de la fábrica, ya que la podéis leer en su página web, lo que sí que os puedo decir es que cuando el pasado verano me invitaron a la presentación de la película Barcelona Nit d’estiu, pude comprobar personalmente cómo han recuperado el interior y lo han adaptado como salón de eventos, incorporando en la decoración elementos originales de la fábrica, como las ollas de cocción.
A partir de ese punto, la estructura cuadriculada del Eixample empieza a desvanecerse. Tomamos la calle Fresser con dirección hacia el Guinardó y Vilapicina. Pasamos por un antiguo nudo de caminos donde estaba la Creu dels Garrofers, también conocida como la Creu dels Diables. Muy cerca de ese lugar está el final de la travessera de Gràcia, una vía que nuestros guías calificaron como de muy interesante desde el punto de vista de las antiguas comunicaciones, ya que atravesaba todo el plano de Barcelona, tal y como todavía se puede ver claramente en el trazado del mapa actual de la ciudad. Partiendo del lugar en el que nos encontrábamos, sigue hasta llegar a la plaça Francesc Macià, donde enlaza con la actual travessera de les Corts. Junto al passeig Maragall está el passatge de la Travessera, que deja constancia del lugar por donde seguía antiguamente el trazado de la vía. Nuestros guías nos hablaron de la desaparecida masía de Can Ferrer, un lugar donde paraban los conductores de carretas y tartanas para comer y descansar, y que solía visitar el propio Barón de Maldá camino de su casa de Vilapicina, tal y como cita en su famoso Calaix de Sastre.
Atravesamos la plaça de Sant Josep de Calassanç, una plaza que sirve de conexión entre diferentes calles. A partir de ese punto, y como era habitual en una antigua zona de campo, el camino pasaba junto a diferentes masías, de las que lamentablemente se conservan muy pocas. A la altura de la Ronda Volart con la calle Sant Antoni Maria Claret pasamos por donde hubo una de ellas, la Masia Viladomat, espacio que actualmente ocupa un imponente edificio de ocho pisos de altura. Entre diferentes curiosidades, nos comentaron que la capilla de la masía hizo las funciones de parroquia del barrio hasta que se construyó la de la Mare de Déu de Montserrat. Un poco más arriba, en el passatge Garcini pasamos por otra, que en esta ocasión todavía se conserva en pie. Se trata de Can Garcini, una masía del siglo XVIII que estuvo habitada hasta 2010 por una de las familias más antiguas del Guinardó, y que actualmente está tapiada pendiente de convertirse en un nuevo centro cultural del barrio.
Seguimos callejeando hasta llegar a la calle Garcilaso, en donde nos paramos frente a un monumento dedicado al Dr. Jaume Ferran i Clua, inventor de una vacuna contra el cólera, y que tuvo unos laboratorios en esta parte de la ciudad. Los terrenos donde se construyeron los laboratorios habían pertenecido a la masía de Can Sabadell, donde el FC Barcelona jugó entre los años 1901 y 1905. Otro dato interesante del lugar, es que por allí pasaba el primer tranvía de vapor, camino de Horta.
En la confluencia de la avinguda de Borbó (antiguo camino de Sant Iscle de les Fleixes), con la calle de Cartella (camino a Horta) y la avinguda de la Mare de Déu de Montserrat (calle de Dos rius) nos explicaron que también allí hubo un nudo de comunicaciones, y que se conocía popularmente como “Els Quinze”, debido a los 15 céntimos que costaba el billete de la línea del tranvía que llegaba allí desde Barcelona, en 1931. Y que se construyeron unas cocheras para tranvías, que posteriormente se usaron para los autobuses.
Un poco más arriba, a la altura de la Torre Llobeta, donde actualmente se cruza la calle Cartella con la calle de Costa i Cuxart, la antigua carretera continuaba paralela a la riera de Horta hasta llegar al centro de la antigua población, por lo que nos avisaron que el recorrido estaba próximo a finalizar. En este último tramo, después de cruzar la plazoleta que hay en la confluencia con la calle Portons, pasamos por la plaça de Álvaro Cunqueiro, dedicada al escritor gallego que ganó el premio Nadal en 1968 y colaboró en la recuperación de la cultura gallega. A continuación, por el passatge de les Palmeres, y llegamos a la altura del carrer Pitágoras donde nos paramos frente a una de las cuatro torres de aguas que se conservan en la zona, y que había servido para llevar agua desde la mina de Can Travi a la fábrica de almidón de Ca’n Oliver. Durante todo ese tramo de camino nos acompañó un excelente aroma, que desprendían los abundantes falsos pimenteros que había a lo largo del camino.
Tras cruzar la calle del Torrent de Can Mariner, y después de más de tres horas de paseo, nuestro recorrido finalizó en la plaza de Santes Creus, la plaça major de Sant Joan d’Horta y principio del centro urbano de la antigua población. En la plaza, y tal como ocurre en otras antiguas poblaciones del Pla de Barcelona, hay una fuente modelo Canaletes que el Ayuntamiento de Barcelona regaló al barrio con motivo de su anexión a la ciudad, de la que ya había hablado durante el recorrido que hice por Barcelona buscando las dieciséis que hay repartidas por la ciudad.
Como siempre, mi agradecimiento al Grup d'estudis El Pou por el excelente ciclo que han preparado, y que tras dejar pasar la Navidad y el Año Nuevo, espero poder seguir disfrutando con el segundo itinerario previsto para el próximo día 19 de enero de 2014.
Por cierto, días después de realizar la ruta me enteré a través de facebook que también participó en ella Flor en Tina, aunque fue una lástima no haberlo sabido de antemano para habernos podido saludar. ¿En la próxima ruta, quizás?
Para saber más:
Dossier complementario
Memòria dels barris