"Oh, el amor no es nada si no es locura, una cosa insensata, prohibida y una aventura en el mal. Si no es así, es una banalidad agradable, buena para hacer cancioncitas tranquilas en las llanuras" (Capítulo Quinto, Noche de Walpurgis)
2. Julia y Winston - 1984Si piensas que el amor prohibido e incomprendido es algo como Crepúsculo, no has leído la novela de George Orwell. Este libro, normalmente recordado por el clima opresivo y cruel de una sociedad distópica (¿Los juegos del hambre? ¿Divergente? bitch, please) tiene cantidad de escenas y diálogos extraordinarios, pero la relación entre Winston Smith y Julia es una de los mejores partes de la novela. Qué genial es su primera cita. En un claro en el bosque, riéndose de los poderosos, de la policía y de sus micrófonos, compartiendo una simple tableta de chocolate que sabe a gloria y haciendo el amor entre pajaritos y flores.Un romance muy difícil, en que las esperas se hacen eternas, en que hay que evitar a los miembros del Partido y a los esbirros del Gran Hermano, solo pudiendo verse en la calle, apurados, cambiando de lugar siempre. Y créeme, este libro tiene algunas escenas de tortura más hardcore que Cincuenta sombras de Grey. Tienes que leer el final...
- ¿Quieres creer - dijo - que hasta este momento no sabía de qué color tienes los ojos?- Eran castaños, bastante claros, con pestañas negras -. Ahora que me has visto a plenaluz y cara a cara, ¿puedes soportar mi presencia?- Sí, bastante bien.- Tengo treinta y nueve años. Estoy casado y no me puedo librar de mi mujer. Tengovarices y cinco dientes postizos.- Todo eso no me importa en absoluto - dijo la muchacha. (Segunda parte, Capítulo II)
3. Alejandra y Martín - Sobre héroes y tumbasEl amor atormentado, versión Sábato y más extremo que en El Túnel. Este debe ser uno de los casos más heavy de amigos cariñosos. La eterna inseguridad y los celos enfermizos de él (celoso de Marcos, de Juan Carlos, de Fernando, sí, Alejandra era medio candy), los demonios y el cinismo de ella, suicidios y amenazas de suicidio. Peleas en cada capítulo, y acordar "no verse más" (para volver a hacerlo al día siguiente).Es desesperante como no pueden ser felices a pesar de sus esfuerzos y ver siempre a Martín con la esperanza de un encuentro, una llamada telefónica, para que luego termine llorando a cada rato.
"¿Qué te sucede? —preguntó ella con violencia, porque intuía que Martín se sentía agraviadopor alguna cosa que había pasado. Y eso la enardecía porque, como varias veces se lorepitió, él no tenía ningún derecho sobre ella, nada le había prometido y en nada por lo tantole debía explicaciones. Sobre todo ahora, en que habían decidido terminar. Martín negó conla cabeza, pero sus ojos estaban llenos de lágrimas.—Decime qué te pasa —le dijo ella, sacudiéndolo de los brazos. Esperó unos instantessin dejar de mirarlo a los ojos.—Sólo quiero saber una cosa, Alejandra: quiero saber quién es Fernando." (Segunda parte, capítulo XXIV)4. Lidia y Ricardo - El año de la muerte de Ricardo ReisEn realidad podrían ser varias parejas de Saramago, por ejemplo el viejo y la mujer de las gafas oscuras en Ensayo sobre la ceguera, Don José y la mujer desconocida en Todos los nombres o Tertuliano que terminó dobleteando (nunca mejor dicho) en El hombre duplicado. Los personajes solitarios en sus novelas suelen terminar conociendo el amor, o algo así.En El año de la muerte de Ricardo Reis, el protagonista del mismo nombre es un poeta dizque médico bueno para nada que se la pasa leyendo y sonseando en un hotel donde conoce a una de las empleadas, Lidia, que le limpia, le tiende la cama, y se la destiende también (una especie de "pensión Soto"). Pero Ricardo nunca la toma en serio y encima a la vez invita a salir a Marcenda, otra chica mas (era un maestro). A pesar de eso Lidia siempre se conforma, y le ofrece su amor sencillo sacrificado, aunque en la ¿relación? luego pasan varias cosas. Moraleja: chicas, no salgan con heterónimos.
"oh Dios mío, hablará, no hablará, quizá no diga nada, quizá me toque sólo el brazo como el otro día, y si lo hace qué voy a hacer yo, otras veces otros huéspedes me pusieron a prueba, por dos veces cedí, porque, por ser esta vida tan triste, Lidia, dijo Ricardo Reis, ella dejó la bandeja, levantó los ojos asustados, quiso decir Señor doctor, pero la voz quedó prendida en su garganta, y él no tuvo valor, repitió, Lidia, luego, casi con un murmullo, atrozmente trivial, seductor ridículo, Es usted muy guapa, y se quedó mirándola sólo un segundo, no aguantó más que un segundo, se volvió de espaldas, hay momentos en que sería mejor morirse"
5. Marijana y Paul - Hombre lentoEn la novela de Coetzee, Paul Rayment, es un anciano que sufre un accidente y pierde una pierna (esto pasa en el primer capítulo así que no estoy spoileando nada). Ante esto, contrata a una enfermera para que lo atienda (Marijana Jókic) y se produce un síndrome de Florence Nightingale pero al revés.La situación es ridícula: Paul es un anciano lisiado sin mucho que ofrecer y Marijana es joven y activa (además de casada y con hijos) Y Paul es consciente de su situación y de que se va a ganar la friendzoneada más grande de la historia. Pero a pesar de eso no puede olvidar sus sentimientos y esa sencillez en algo sin esperanza me pareció algo conmovedor y hermoso, además que mantiene el interés en la historia.
- Usted debe saberlo, Marijana-susurra él. Tiene la boca seca, siente latir su corazón, todo tan emocionante y tan horrible como cuando tenía dieciséis años- Una mujer siempre lo sabe.(...)- Venga- dice Marijana- Dígamelo.- La amo. Eso es todo. La amo y quiero darle algo, Déjeme. (capítulo 12)