Revista Deportes

Por la cagada se conoce al pájaro

Por Antoniodiaz

Por la cagada se conoce al pájaro

Torosblog

Baile de camiones, trasiego en corrales, Florito con la vena del cuello como un cantaor, mayorales de las ganaderías bobas de media España, de urgencias, en servicio de guardia, con la garrocha afilada y los cabestros comidos, que mañana torean figuras en Madrid y han de estar listos para los "imprevistos" que puedan surgir. Seis rechazados de Román Sorando -menuda ganadería para Madrid-, nueve del Torreón, que han sido los finalmente anunciados, un camión repleto de Gaviras y otro, en caravana, de una ganadería misteriosa que llevará en sus antecedentes eso de "elimina lo anterior...". Total, más o menos, treinta animales en solfa para que puedan pasar el exhaustivo reconocimiento del señor Muñoz Infante y su áspero equipo de albéitares. Treinta mierdas pinchás en sus respectivos treinta palos, siempre al servicio de la morralla taurina. Ahora que gustan tanto las cifras, treinta movilizados para pasar seis, que no se queda en el veinte por ciento, que en números redondos, para los que sólo entendemos de guarismos en la paletilla, es menos de un cuarto. ¡Cómo serían los animalejos de los camiones que la empresa ya contaba con que no iba a pasar el reconocimiento ni una cuarta parte de ellos! Como era de esperar, para CR-V, el pichichi de los callejones, que es el que marca el nivel de exigencia en esos portales de Dios, ésta del Torreón ha sido una corrida "impecable de hechuras y deslucida de comportamiento", mientras la de los Pablorromeros, fue "pésima en presentación y juego". La única conclusión que se puede sacar es que se hace urgente un estudio sobre la toxicidad de la gomina y sus posibles secuelas sobre la población gominóimana.
Toreaban -es un decir- tres figuras del toreo actual, en el que el término figura adquiere matices circenses. Juan Mora, Manzanares y Cayetano. El primero, que no hace ni tres estaciones resucitó en forma de clásico revolucionario, vuelve poco a poco a las andadas, a darles razón a aquellos que decían que diecinueve años en el dique seco no puede ser sólo casualidad. Lleva un añito para olvidar, y estamos hablando de uno que ha toreado en Valencia, Sevilla y Madrid sin que pase nada. El perdón lo tiene asegurado, pero la gloria más lejos. Lo de los otros dos, el Manza y el Caye, es de juzgado de guardia. Malcriados taurinamente y cobijados bajo el ala de dos pájaros como Matilla, el cabecilla, y Curro Vázquez, el buen samaritano que hizo posible que Morante y Cayetano, que se llevaban como Caín y Abel, se rejuntaran. Nada, absolutamente nada de lo que hagan antes, mientras y después de perpetrar tamaño fraude, puede tener importancia. El más sereno de mis menosprecios a ellos dos y a todos los que juegan con el Toro. Sus cambios de mano, naturales, la ligazón, el temple, el culo de panadero que les hace el vestido, y todo aquello que les cantan, en tardes como esta, que son casi todas las de sus carreras, sólo me puede producir asco. Que es el Patrimonio con el que le están reventando las entrañas al aficionado.


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