Revista Educación
Tres vivas por el Tribunal Constitucional de Alemania, que en una reciente sentencia ha declarado que “el legislador ha de fijar la cuantía de los salarios de los catedráticos teniendo en cuenta que los puestos de funcionarios para personas que están más cualificadas que la media han de ser atractivos de modo que su consideración social se corresponda con la formación exigida a los titulares de la cátedra”Los 3500 euros al mes que cobraba el catedrático demandante (el salario menor, para un catedrático de universidad que haya accedido al puesto después de 2005, cuando las tablas salariales fueron modificadas a la baja; es aproximadamente el salario máximo de un catedrático español, con todos los sexenios, quinquenios y trienios posibles, pero es más o menos la mitad del salario máximo para un catedrático de los ya lo eran antes del 2005 en Alemania), estos 3500 euros, decía, son considerados por el alto tribunal como "indignos" para un puesto de tan elevada exigencia intelectual. Como comentan en alguna página, la proletarización de los cuerpos de enseñanza superior (y seguramente también de los otros), no sólo en términos de salario sino en términos de condiciones laborales en general, está en parte detrás de la bajada de calidad de la educación, al no haber fomentado que esos puestos de trabajo atraigan a "los mejores" (sino a gente como yo, sin ir más lejos).Más sobre esta proletarización, me recuerda mi amigo D.T. (IP de un reciente proyecto de investigación en la universidad) la respuesta negativa que ha obtenido por parte del ministerio a su petición de incorporar al proyecto a un colega que es profesor de instituto: lo que le dice el ministerio es que el trabajo en el instituto no se puede compatibilizar con la pertenencia a un proyecto de investigación. Una forma maravillosa, como se ve, de promover la calidad del profesorado y fomentar la carrera docente. ¡Qué lejanos parecen los mediados de los 90, en los que yo, siendo profesor de bachillerato, participaba en los proyectos de investigación que dirigía Javier Echeverría! Supongo que mis alumnos de entonces debieron de sufrir enormes perjuicios académicos a cuenta de esas viciosas y depravadas actividades mías. ¡Si en vez de dedicarme a publicar artículos en abominables revistas extranjeras, hubiese dedicado mis tardes a calentar las sillas del CEP más cercano recibiendo cursillos pedagógicos, entonces sí que estaríamos al nivel de Finlandia en educación!.En fin, ¡qué majos son los alemanes! Ya veo a Wert y a Montoro rendiéndoles pleitesía (como en tantas otras cosas) y subiéndonos el sueldo a los catedráticos para "dignificarnos" (Coño, nacho, que tú también eres un cátedro...).Y en ese momento me desperté, y el dinosaurio Wert aún seguía allí..
Enrólate en el Otto Neurath