Por ciudades en otro idioma y pueblos sin nombre.
Desde los susurros del Mundo a los cuentos de los Hombres,
con la intuición empírica de la ciencia y la sencillez eterna de la inquietud humana,
siempre bailando, siempre riendo, siempre buscando. Aprendiendo.
Con la solera del árbol o la dureza de la roca.
El sonido del Tiempo nos acompaña, y la melancolía de lo inconmensurable adereza nuestro baile.
Por lo que es tan grande que no puede verse a simple vista,
y lo tan pequeño que no entendemos.
Por lo que sentimos y por lo que pensamos.
Por lo que somos.
Y por lo que nunca seremos.