Revista Cultura y Ocio

Por los Caminos del Cid entre Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia

Por @asturiasvalenci Marian Ramos @asturiasvalenci
El destierro del Cid se produjo en el año 1081, momento en el que comenzó el Cantar del Mío Cid y nuestra aventura por tierras de Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia.
Por los Caminos del Cid entre Zaragoza, Teruel, Castellón y ValenciaFue en la primavera de 1081, cuando una incursión musulmana en las tierras fronterizas de Gormaz, provocó que el Cid Campeador saliera con un grupo de caballeros a intentar detener este avance. Como represalia, Rodrigo Díaz de Vivar se adentró en territorio musulmán consiguiendo un gran botín. Sin embargo, esta acción complicó mucho el proyecto de Alfonso VI por la taifa de Toledo ya que perdió el apoyo de los colonos establecidos en tierras musulmanas. El rey no perdonó la osadía del Cid influenciado por sus más cercanos consejeros. Por ello, Alfonso VI, decidió condenar a su vasallo a uno de los peores castigos que podía recibir un caballero, incluso mayor que la muerte: el destierro.

El Consorcio Camino del Cid que está integrado por las ocho provincias que forman este Gran Recorrido es el encargado de gestionar y promocionar este interesante itinerario. Sigue el trazado de caminos históricos y senderos de montaña, intercalados con Vías Verdes, poblaciones y pistas forestales.

Por los Caminos del Cid entre Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia

Y aunque la ruta cidiana comienza en Burgos y se adentra más tarde en Soria y Guadalajara nos vamos a centrar en las poblaciones más importantes de las provincias de Zaragoza, Teruel, Castellón y Valencia. El Camino del Cid no termina en esta última ciudad sino que sigue por tierras alicantinas.Comenzamos este recorrido por los fértiles caminos del agua entre el río Jalón y Jiloca que fueron importantes vías de comunicación entre Castilla y Aragón. Según el Cantar, el Cid sometió al pago de tributos a las poblaciones de la taifa de Zaragoza. Pero la plaza de Alcocer, que se encontraba muy cerca de Ateca se negó a pagar al caballero desencadenando una de las batallas más importantes relatadas en el Cantar. Estos enclaves aragoneses protegidos por murallas, torres y castillos nos ofrecen la oportunidad de visitar bonitos parajes en la naturaleza e interesantes pueblos medievales.

Alhama de Aragón y el Monasterio de Piedra (Zaragoza)
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En 1071, diez años antes del destierro, el Cid conquistó para Alfonso VI, varias poblaciones de la vega del Jalón, entre ellas, Alhama y su castillo. Cerca de este pueblo nos encontramos con un paraje natural espectacular que bien merece un descanso en el Camino del Cid: el Monasterio de Piedra. Un parque natural desbordante de agua, roca y vegetación que nos pide dedicar un día para conocerlo. Sus numerosas cascadas, saltos de agua, grutas, lagos y el propio Monasterio de Piedra se convierten en motivo suficiente para desviarnos de a ruta cidiana.
Daroca (Zaragoza)
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Daroca, la ciudad de la oca, el ave sagrada en los arcanos medievales. Daroca, a orillas del Jiloca, es una villa amurallada que se muestra entre profundos barrancos y unas murallas que recorren las lomas de sus montañas pintando un lugar que parece haber salido de una leyenda medieval. Paisaje donde el rojizo se prolonga hacia los lienzos de muralla y sus torres.

En Daroca, según el Cantar del Mío Cid, el Campeador se curó de tuberculosis gracias a los médicos judíos. Deambulamos por su casco histórico y nos acoge una gran sencillez en sus callejuelas. Villa que fue durante la época musulmana pequeña pero muy poblada. Teñida de números jardines, fuentes y campos de viñas. Ciudad de las ocas, dicen. Pudo tener su relación este nombre con este animal sagrado que abundaba en la ribera del río Jiloca. El Cid quedó maravillado de este enclave por la abundancia de trigo, cebada y uva como alimento para su ejército. Y en Daroca, un adalid cristiano encontró el remedio a una enfermedad muy grave que atormentaba al Campeador. También fue territorio templario y hasta Fernando II, la única ciudad que resistió una y otra vez los ataques de la corona de Castilla. Sus cuatro kilómetros de muralla de piedra y barro y sus 114 torres ayudaron en su defensa.Cuentan que en la torre del homenaje una hermosa muchacha musulmana encontró la muerte al ser sorprendida liberando a su caballero cristiano.

La Laguna de Gallocanta (Zaragoza)
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Mientras esperaba a que su más fiel capitán, Álvar Fañez de Minaya regresara de la corte de Castilla, el Cid realizó varias conquistas por los alrededores de Gallocanta. La ruta cidiana abandona Daroca por la Puerta Baja y se aproxima a la laguna visitando algunos pequeños pueblos en el camino. Este lago depende del estado de los acuíferos subterráneos así que no nos sorprenderemos  si llegamos a él y vemos que su nivel de agua es muy bajo.
Montalbán (Teruel)
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Y el Cid Campeador abandonó las tierras del Jiloca para adentrarse en el anillo de Montalbán. Un pueblo que fue plaza fuerte del reino de la taifa de Zaragoza hasta ser conquistado por Alfonso II.

Villa amurallada y convertida en encomienda templaria que  más tarde pasó a ser refugio de los caballeros de Santiago. Puede ser que lo que más nos llame la atención sea el Torreón de la Cárcel que fue una de las puertas de entrada. Pueblo pequeño con casas nobiliarias decoradas con escudos heráldicos. Por encima de sus tejados sobresale la impresionante iglesia gótica y mudéjar de Santiago. Cambiamos de dirección del Camino del Cid y nos internamos por las tierras del Alto Tajo. Vamos a descubrir algunos pueblos de la ruta de la Afrenta de Corpes descrita en el Cantar.

Orihuela del Tremedal y Albarracín (Teruel)Orihuela del Tremedal fue un antiguo señorío con murallas y castillo hasta que Felipe V ordenó destruirlo. Destaca este pueblo serrano por sus casas solariegas, sus adornos en las ventanas y su iglesia.
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El Camino del Cid entra en la sierra de Albarracín por Noguera, Tramacastilla y llega hasta Albarracín por paisajes de desbordante belleza de la Reserva Natural de los Montes Universales. Montañas con suaves relieves solo rotas por tajos fluviales que han ido tallando barrancos y desfiladeros de vértigo.Y el río Guadalaviar nos acompaña hasta Albarracín, una preciosa villa rojiza que se ha quedado parada en el tiempo para enseñarnos a todos la herencia de su arquitectura popular.

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Fueron los alarifes medievales los que supieron aprovechar el barranco para ir diseñando las casas, las calles y las murallas. Y arriba del pueblo, su soberbio castillo que tuvo altivas almenas.Vemos Albarracín alzada sobre un peñasco rocoso, que en forma de península, ha labrado con los siglos el río Guadalaviar y que se convirtió en foso natural. Aparece con sus casas colgadas sobre el barranco. En el Arrabal, en la zona de extramuros, buscaban refugio los perseguidos por la Inquisición.Su casa más pintoresca, la que es propia de postal, es la Julianeta. Según cuentan algunos, en las noches de tormentas salen aterradores gritos de su interior.En Albarracín fue donde Jaime I sufrió una de sus más graves heridas que casi le llevan a la muerte. Nos cuenta la leyenda que un médico judío pidió ajo para curarle. Como en estas tierras aragonesas no existía este cultivo, ordenaron a seis caballeros que se aventuraran por tierras valencianas para obtener este preciado alimento. Después de la incursión, solo un caballero pudo regresar a Albarracín con cinco cabezas de ajos. Preparado en sopa, Jaime I volvió a recuperar su fuerza y vitalidad.

Cella (Teruel)
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Abandonamos Albarracín para ir en busca de Cella  y el castillo de Croche.  Nombrada en diferentes ocasiones en las escaramuzas del Cid su acueducto romano fue aprovechado por su ejército para suministrar agua y recabar provisiones.
Teruel
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La presencia musulmana durante siglos en el Guadalaviar y la repoblación de Alfonso II para fortalecer el reino cristiano forjó una enriquecida cultura de la paz durante la Edad Media.

El gran valor monumental de Teruel es el conjunto de sus cuatro torres mudéjares declaradas Patrimonio de La Humanidad. La más antigua fue la que se construyó en la catedral de Santa María de Mediavilla; más tarde San Martín, El Salvador y San Pedro completarían esta bellísima visión en verde y blanco de estrellas, lazadas y ladrillos perfilados. Sin lugar a dudas, la plaza más hermosa de Teruel es El Torico. Lugar mágico que nos remite a varias leyendas diferentes donde el protagonista es un pequeño toro.

Seguimos por tierras del Maestrazgo… Y ni árabes ni cristianos consiguieron expulsar al Cid de las montañas del Maestrazgo. Según el Cantar, el Cid decidió aventurarse por estas tierras. Se estableció muy cerca de Morella donde fue preparando diferentes incursiones por Huesca y Alcañiz.

Desde aquí, el Campeador pudo derrotar a Ramón de Belenguer en Barcelona y al rey Sancho de Aragón. Y dejamos esta bellísima ciudad para adentrarnos por Puebla de Valverde hacia Mora de Rubielos.

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Olba es el último pueblo de la provincia de Teruel antes de entrar en las tierras de Castellón al lado del río Mijares.Montanejos (Castellón)

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La carretera nos obliga a circular entre altos cañones y túneles hasta llegar a Montanejos, la villa termal. De las multitudinarias fuentes que brotan en su término destaca la Fuente de los Baños, de origen árabe. Las piscinas naturales con su agua termal resultan una experiencia que no hay que dejar de probar.De la época del Cid quedan restos de una alcazaba y varias torres. Montanejos nos ofrece una espectacular naturaleza para poder disfrutarla a través de la escalada, senderismo y cicloturismo.

Seguimos con el rio Mijares y nos vamos adentrando en una naturaleza cambiante. Y de esos paisajes abruptos pasamos a montañas más bajas y redondeadas valles repletos de plantaciones de olivos y almendros. Por aquí discurre tranquilamente el río Palancia y la Vía Verde de los Ojos Negros que comparte protagonismo con el Camino del Cid.
Jérica (Castellón)
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De origen romano tuvo su máximo esplendor en la época musulmana antes que fuera conquistada por Jaime I. Los árabes levantaron una alcazaba sobre las ruinas de una fortificación romana y construyeron unas murallas cuyos lienzos podemos ver adaptados a los muros de las casas. Quizás, lo que más nos llame la atención, es el torreón fortín de planta pentagonal levantado para reforzar el sistema defensivo y poder resistir el acoso carlista. Un buen mirador nos ofrece excelentes vistas de los valles y montañas que rodean a Jérica.
El Anillo del Maestrazgo parte de Rubielos de Mora y pasa por Mosqueruela, Adzaneta, L´Alcora y Onda.
Onda (Castellón)
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Ondafue conquistada por el Cid durante el asedio al que sometió Valencia. Las calles estrechas, retorcidas y blancas nos retrotraen a las medinas árabes. Muchas de sus casas tienen cerámicas dedicadas a santos. Su castillo fue levantado por los árabes en el siglo X. Tiene dos recintos amurallados y una alcazaba. A este castillo se le conoció como el de las trescientas torres.
Fueron los puertos de Morella los ideales para intentar avanzar hacia la costa mediterránea. Ayudado por el rey moro, el Cid reconstruyó la fortaleza de Olocau del Rey y dejó una guarnición para controlar la frontera con la taifa de Lérida.

Desde la Iglesuela del Cid tomamos la carretera que nos lleva a Cantavieja.

Cantavieja y Mirambel (Teruel)
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Cantavieja fue fundada por cartagineses y hogar de templarios, nobles y carlistas.

Nos hallamos a 1.200 metros de altitud en un pueblo de bonito entramado medieval. Así nos lo demuestra su plaza Mayor que se encuentra porticada y los lienzos de muralla que podemos ver desde el Mirador del Portillo. De evocaciones templarias nos encontraremos con la Iglesia de San Miguel y la devoción a Santa Águeda (5 de febrero). Mirambel fue sede de la Orden del Temple y reposo de los caballeros de Jaime I. Desde aquí se prepararía la conquista de Valencia. Pueblo coqueto que también resultó ser la inspiración de Pío Baroja en su obra ‘La Venta de Mirambel’.

Morella (Castellón)
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Morella es uno de los pueblos más emblemáticos del Camino del Cid. Una villa fortificada relacionada con la legendaria Bisargis de los romanos.

Está encaramada sobre una altiva montaña y sus calles suben en acusada pendiente hacia su castillo. Morella estuvo estrechamente ligada al Cid a través del Cantar y aparece en el poema 1084 en el que Rodrigo Díaz de Vivar, al servicio de Al-Motamid de Zaragoza, venció al rey aragonés, Sancho Ramírez. Su recinto amurallado de más de dos kilómetros con catorce torres y seis puertas resultan motivo suficiente para elegirla como un buen destino cultural. Cerca de este pueblo medieval se encuentra el puerto de Torre Miró donde tuvo lugar una de las más cruentas batallas según el Cantar del Mío Cid donde se enfrentaron las huestes del Campeador al ejército de Ramón Berenguer, conde de Barcelona.

En el año 1087 el rey Alfonso VI perdonó al Cid y le pidió que regresara a Castilla dándole de nuevo todas sus propiedades. La primera orden que recibió Rodrigo Díaz de Vivar fue ponerse al frente del ejército que debía conquistar Valencia. El asedio a la ciudad duró varios años entre duras batallas y extrañas alianzas con la taifa de Zaragoza. En el año 1094 el cadí musulmán se rindió ante el ejército del Cid tras resistir un intenso acoso de seis meses entregando la plaza amurallada de Valencia.

La aventura del Camino del Cid emprende los caminos levantinos entre los Parques Naturales de la Sierra de Espadán y la Calderona. Un territorio de paisajes fluviales y fértiles habitado por romanos, árabes y cristianos.

Segorbe (Castellón)
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La villa de Segorbe es la ciudad más importante de la comarca levantada sobre los restos de antiguas ciudades iberas y romanas. Sus monumentos más hermosos son los arcos, las torres de las murallas y su bonita fuente de los cincuenta caños. Cada caño está dedicado a una provincia española.
Sagunto (Valencia)
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La vieja Murviedro mira al mar, al mítico puerto del Mediterráneo,  puerta de entrada de las culturas que poblaron la Península Ibérica. Íberos, griegos, fenicios, cartagineses, romanos, godos, árabes, judíos y cristianos dejaron su sello de identidad en las centenarias piedras de Sagunto

El castillo de Sagunto fue conquistado por el Cid en el año 1098.

El Puig de Santa María (Valencia)
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Nos encontramos junto a los versos del Cantar que nos llevan al Puig pudiendo seguir su trazado por la Vía Augusta señalizada con marcas azules y blancas entre cultivos de naranjos y alquerías.

En el Puig existía un castillo que fue construido por los árabes para controlar y defender la zona norte de Valencia. Rodrigo Díaz de Vivar conquistó esta fortaleza mientras organizaba el ataque al castillo de Sagunto. Interesante opción visitar el Monasterio de Santa María que fue edificado un año más tarde de la conquista de Jaime I donde, dice la leyenda, se encontró la imagen de la Virgen.

La entrada a la ciudad de Valencia del Camino del Cid se encuentra en la antigua carretera nacional por la que discurre también la Vía Augusta. Muchos son los versos que nos cuentan la entrada del Cid a Valencia y describen los nueves meses de su asedio. Aunque en realidad, el Campeador tardó casi dos años en conquistar la ciudad.
Valencia
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Podemos recomendar muchos rincones de Valencia para recorrer pero si hay dos monumentos muy especiales para visitar pueden ser el Miguelete y la Lonja de la Seda.

El Miguelete es el emblema de la ciudad. Una torre campanario de estilo gótico y planta octogonal que aloja una sorprendente sala con doce campanas. Fue reloj y faro durante la Edad Media. En la catedral se encuentra el Santo Grial en una de sus pequeñas capillas.

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La Lonja de la Seda, las torres de Quart y de Serranos, la Estación del Norte, el Mercado Central, el Palacio Marqués de Dos Aguas, los Jardines de Monforte… Y como punto final a este recorrido acudimos a la Plaza de España donde se encuentra la estatua ecuestre homenaje al Cid de la ciudad de Valencia. 
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