Revista Coaching

Por qué corre peligro de fracasar la innovación

Por Juansobejano

Por qué corre peligro de fracasar la innovación

Por qué corre peligro de fracasar la innovaciónHace unos años se difundió por distintos sectores la necesidad de implementar sistemas de calidad. No tanto en sectores puramente industriales, que evidentemente ya tenían una implantación larga de sistemas de calidad de procesos fundamentalmente, como en otros sectores no tan habituados a trabajar con este tipo de acciones. Un ejemplo claro es el sector turístico, que vio cómo se multiplicaban sellos de calidad, marcas y clubes de producto que actuaban como sellos y  una gran cantidad de iniciativas para, aparentemente, regularizar el sector y dar seguridad a les clientes. El ejemplo más claro es el desarrollado por el Instituto para la Calidad Turística Española (ICTE), que desarrolló la marca Q como distintivo de calidad.

La idea era certificar la implantación de sistemas de calidad en las empresas turísticas. Lamentablemente sufría, y sufre, de varias debilidades. En primer lugar los usuarios no conocen la marca, ni los criterios de concesión, por lo que no tiene mucha relevancia para ellos. De hecho no es raro ver en los hoteles cómo visibilizan más la nota que tienen en Tripadvisor que la propia Q de calidad. Pero es que por otro lado no ha ayudado a implantar sistemas de calidad, sino que se ha utilizado como elemento de marketing, buscando más el sello que una implantación sólida de un modelo de gestión de la calidad interno.

Siempre pienso en esa moda (porque fue una moda) de la calidad cuando escucho a algunos hablar de la innovación. La innovación se ha convertido en el nuevo mantra. Si no innovas estás perdido, si no eres capaz de poner la palabra “innovación” en tu modelo de negocio es que no eres nadie… y estoy de acuerdo en que la innovación es muy importante, fundamental si me apuras, pero no para todos y desde luego no todo lo que llaman “innovación”.

Lo que para mí es evidente es que la innovación corre el riesgo de morir antes de dar sus frutos, de quedarnos en la carcasa más o menos bella de lo nuevo y original y olvidarnos de la esencia. Sin querer ser riguroso, y dando por hecho que hay muchos más peligros para que la innovación no se implante, voy a comentar algunos que para mí son fundamentales.

Cualquier cambio parece innovación

Por qué corre peligro de fracasar la innovación
Hace unos días veía una foto subida a Twitter con la leyenda “innovando de manera barata y efectiva”, en la que se veía una tienda que había puesto un escaparate de manera muy original y llamativa. Cuando a cualquier cambio más o menos interesante en nuestra manera de hacer las cosas lo llamamos innovación, la estamos prostituyendo. Hemos puesto el listón muy bajo y lo que está pasando es que a cualquier novedad, cualquier nueva manera de hacer las cosas le ponemos la etiqueta de innovación, con lo que no vamos más allá, nos quedamos en ese cambio sin tratar de desarrollar todo el valor potencial que podríamos darle.

La innovación ha de tener dentro de su naturaleza la voluntad de generar un cambio permanente en un sector. No importa que sea una innovación tecnológica, de procesos, de modelo de negocio o de marketing. La esencia de la innovación es el cambio permanente. Otra cosa es que al final se consiga, pero si no buscamos eso estamos hablando de creatividad como mucho, muy interesante en muchos casos pero que no es innovación.

No hay cultura de innovación en la PYME

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Teniendo en cuenta que el tejido industrial español lo forma en más de un 80% la PYME (lo digo de memoria, aunque el dato va por ahí, incluso creo que me quedo corto), es bastante descorazonador ver la falta de cultura innovadora en este tipo de empresas. Como mucho apuestan por la creatividad en momentos puntuales, pero no hay voluntad de que la innovación forme parte de la gestión diaria de la empresa. A lo más que llegan es a aplicar acciones de benchmarking mal entendido porque se limitan a la copia del líder del mercado, que posiblemente sí esté innovando pero con sus estructuras, recursos y objetivos, vamos, que en muchas ocasiones no es replicable a según qué empresas. La vieja frase de Unamuno “¡Que inventen ellos!”, parece hoy más actual que nunca.

Hay mucha dificultad en sacar proyectos enfocados a dinamizar la innovación de las PYMES, que están enfocadas a un modelo de gestión muy cortoplacista y para las que un discurso más elaborado de lo que es y cómo se implementa la verdadera innovación le es ajeno.

Identificación de innovación con tecnología

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Hay un auténtico problema con esto. La tecnología se utiliza como fin y no como medio. Estamos inundados de proyectos que trabajan directamente la parte tecnológica (comunidades, webs, dispositivos…) pero que no saben cómo trasladar esa tecnología al mercado. Creo que la tecnología es fundamental, pero con un sentido, con un objetivo. Hemos de ser conscientes de que la tecnología por sí sola no es nada, ha de tener un fin. O bien busca un beneficio social o bien mejorar la solución de un problema de un segmento del mercado o mejorar la gestión y productividad de la empresa, fundamentalmente. Entregarse a la tecnología como si en sí misma ella fuera el fin último de nuestros esfuerzos es el mejor camino hacia el fracaso y además de la forma más cara. Hay que trabajar antes el mercado, el impacto en nuestra empresa, conocer cómo afecta al entorno… El prototipo puede ser un buen aliado.

No tener presente al mercado y al cliente

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Son fundamentales. De hecho la tecnología no es sino invención llevada al mercado. Si no somos capaces de posicionar nuestra solución en el mercado al que nos dirigimos no estamos desarrollando tecnología, sino otra cosa. Siempre es conveniente partir del mercado a la hora de desarrollar un modelo de innovación, no es el único camino, pero posiblemente sea el más seguro. Una de las primeras preguntas que hemos de hacernos es qué necesidades tiene el cliente que yo puedo satisfacer mejor, sobre las que yo puedo trabajar para desarrollar una solución como hasta ahora no se ha hecho. Y ahí entran también nuestras capacidades y recursos.

No olvidemos nunca que una empresa que quiere incorporar la innovación dentro de su estrategia sigue siendo una empresa, que requiere y necesita de recursos para su supervivencia, y eso se logra siendo relevante para el mercado, haciéndolo distinto o haciéndolo mejor.

Falta de recursos

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Creo que es Alfonso Alcántara el que repite en sus conferencias “no os preocupéis por el dinero, no hay”. Y efectivamente no hay, o al menos no de la misma forma. En un interesantísimo artículo publicado en El Confidencial, el grupo Sintetia analiza el porqué de la falta de financiación de origen bancario a la innovación. Como dicen ellos en el artículo “innovación y riesgo van de la mano”, y aquí nadie parece querer asumir riesgos.

Después de pasar por la familia muchos emprendedores con proyectos aparentemente innovadores han de acudir a los business angels, al crowdfunding o a otras vías de financiación. Y ahora tienen la suerte de que tienen el puesto en ellos, ¿pero qué pasa con aquellas empresas consolidadas que quieren desarrollar nuevos modelos más innovadores y necesitan recursos? Hoy en día es una carrera de obstáculos encontrar financiación para este tipo de proyectos.

Baja integración en la estructura de la empresa

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En muchas ocasiones los proyectos de innovación son eso, proyectos que se acaban en el tiempo y no forman parte de la gestión diaria de toda la organización. En este tipo de proyectos la participación de la empresa es limitada, siendo sólo de aquellos departamentos y recursos que implementan directamente la innovación. No hay un compromiso de toda la organización, aunque luego se vea implicada por los posibles cambios que pueda generar la implementación de esa innovación.

En ocasiones las empresas se limitan a fijar un departamento o, como mucho, una persona que dedican tiempo a la innovación. Son como añadidos que no suelen tener mucho poder de decisión y mucho menos de influencia. En cambio, sería interesante que la innovación formara parte de la gestión diaria creando oportunidades de mejorar la comunicación horizontal y vertical y abriendo puntos de contacto entre departamentos y personas. La innovación debe ser una parte del trabajo diario, integrando a toda la organización en la creación de oportunidades para la misma.

Alta dependencia de recursos públicos

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Un poco como causa de lo que comentaba antes de la falta de recursos privados, muchas empresas que quieren desarrollar proyectos de innovación se entregan a la posibilidad de conseguir recursos públicos casi como única vía de financiación. Es un error porque no hay recursos en la administración, y cuando los hay tardan tanto en pagarlos que carecen de importancia. Siempre aconsejo que cualquier proyecto tenga un modelo de financiación privada, y que si luego vienen recursos públicos mejor que mejor, pero que no dependa el proyecto de ellos.

Aquí es fundamental trabajar el modelo de negocio y todo el tema de estructura de costes y fuentes de ingresos. No es raro ver proyectos y empresas que nacen sin una fuente de ingresos clara desde el principio y con una estructura de costes elevada esperando acceder a ayudas públicas para mantenerse hasta que se encuentre otro tipo de ingresos. Suelen ser empresas que en muchos casos basan su modelo y su capacidad de innovación en la tecnología, y no han hecho un adecuado traslado de ésta al mercado. Tienen todas las papeletas para desaparecer pronto, o para vender la tecnología a alguien que sí tenga un modelo de negocio consistente en el mejor de los casos.

Como digo no creo que estos sean los únicos peligros para que la innovación desarrolle todo su potencial, incluso puede que a alguno no le parezca alguno de estos puntos importantes, pero desde mi punto de vista estas son algunas barreras que hemos de tirar abajo si queremos conseguir un modelo de empresa absolutamente integrada en prácticas y gestiones de innovación.

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