Hoy me levanté a una buena hora para poder ir a la floristería antes de que cerraran con el fin de cogerle unas preciosas flores a mi madre por el Día de la Madre, que es mañana. Esto ha sido un error total porque, al parecer, las floristerías abren el domingo del Día de la Madre y el sábado por la tarde, y yo no lo sabía, aunque ese es otro tema. Tras ir a la mencionada floristería y comprar un hermoso ramo de tulipanes bitonales en rojo y amarillo, me dispuse a llevarlo hacia mi casa acaparando todas las miradas de las personas que iban por la calle.
Fue en ese momento cuando me crucé a una pareja que rondarían los 30 años. La chica no dejaba de mirar mi ramo (no la culpo) y, cuando pasó a mi lado, comenzó a decir en voz lo suficientemente alta "pero, ¿por qué el Día de la Madre?, ¿por qué?, no lo entiendo". Entonces comencé a darle vueltas y decidí escribir este post para intentar dar respuesta a esta pregunta.
Debo decir que me sentí bastante ofendida. Entiendo perfectamente su postura, es una de esas personas que dicen cosas como "para mí, todos los días son San Valentín porque yo quiero a mi novio todos los días del año" y no consideran justificado que ciertas personas solo le digan a su madre que la quieren en este día en concreto. Pero yo no soy así. Y nadie debería serlo.
Este post se puede aplicar a absolutamente todos los días especiales, como el Día del Padre, San Valentín, etc. Me gustaría intentar explicar por qué sí se pueden celebrar este tipo de días sin que signifique que eres un capitalista compulsivo o que no muestras amor el resto de días del año.
-En primer lugar, sí, demostramos amor todos los días del año. ¿Por qué regalarle flores a mamá en el Día de la Madre?, pregunta esa chica, ¿por qué no?, respondo yo. Siempre que volvía del instituto en primavera, pasaba por un parque lleno de flores y le llevaba un ramo a mi madre cada día a la hora de comer. Que le regale un ramo de tulipanes a mayores no significa que no tenga detalles con ella en más ocasiones. Que le compre un cuadro de su colección favorita en este día no significa que no piense en ella cada vez que voy de compras y veo algo que puede gustarle.
Estoy muy agradecida por todo lo que mi madre ha hecho por mí, y sí, hay veces en las que me comporto mal con ella, como todo el mundo, pero eso no significa que no se lo demuestre siempre que puedo. Pues no es el Día de la Madre todos los domingos que voy a comprar el pan y le llevo sus pasteles favoritos para el postre.
-En segundo lugar, tenemos derecho a un día especial. Todos nosotros. Tenemos derecho a sentirnos especiales durante un día entero sabiendo que, de alguna manera, se elogia nuestra labor. Tenemos derecho a que nos guste sorprender a quienes más queremos. Tenemos derecho a celebrar una tradición que se celebra a nivel mundial.
No eres un capitalista por querer comprar bombones en San Valentín. Solo es un detalle más que se suma a una larga lista de detalles. Es, simple y llanamente, la celebración de un día porque lo merecemos, porque necesitamos festejar el amor.
-En tercer lugar, no pasa nada por regalar. Cada vez hay más detractores de los regalos, y están en su derecho. Pero así como ellos están en su derecho de no hacer regalos, nosotros lo estamos de sí hacerlos. No debemos sentirnos culpables por admitir que nos gusta hacer regalos y que nos hagan regalos. Si tuviera dinero infinito, estaría haciendo regalos todos los días.
Vale, el regalo tiene un precio, pero el rostro alegre de la persona que lo recibe, ese brillo en la mirada porque sabe que le conoces y que te has acordado de ella, no tiene precio. Al igual que recibir una sorpresa de los que más te quieren. A mí me parece estupendo que el calendario nos ponga excusas para dar y recibir regalos.
-En cuarto lugar, no tienes por qué gastar nada. No se trata de ver quién se ha gastado más ni de medir el amor en cuestión de los regalos. Lo que importa es el detalle. El Día de la Madre es un día en el que millones de madres en todo el mundo saben que su trabajo es apreciado y que su labor merece la pena aunque quieran ahogar a sus hijos a cada instante. Al igual que el Día del Padre, es un reconocimiento a su figura, que es tan necesaria, y es buen momento para recordarles que, aunque no se lo decimos todos los días, les adoramos.
¿Creéis que a ellos les importa recibir un ramo o una taza? Lo que quieren ver es que les importas. No hace falta gastarse dinero para demostrar eso. Basta con dejar que descansen por un día y hacer nosotros la comida, llevarles el desayuno a la cama y que se sientan como reyes, acompañarles a sus hobbies a los que nunca consiguen arrastrarnos... O, simplemente, pasar el día con ellos.
-En quinto lugar, no es postureo. Puede que muchos no hagan más que subir una foto a las redes sociales diciendo que tienen la mejor madre del mundo y todo eso. Pero otros lo hacemos de verdad, de corazón, porque sabemos que se lo merecen y porque queremos hacer eso por ellas. Yo quiero muchísimo a mi madre y me encanta poder sorprenderla con un ramo. Y eso no se ve en las redes sociales, eso solo lo ves tú, y con eso basta.
-En sexto lugar, no tienes por qué celebrarlo. Es así de simple. ¿No te gusta el Día de la Madre? ¿Crees que es un invento capitalista? ¿No entiendes las tradiciones? Genial, vivimos en un país libre. No es necesario. Solo es un día más. No estás obligado a encontrarle significado. Pero no juzgues a quienes sí lo hacen.
-Por último, porque no molesta y no hace daño a nadie. Entiendo la oposición a festividades como la Navidad o Semana Santa. Al fin y al cabo, no puedes caminar tranquilo por la calle sin que la corten por una procesión, o sin toparte con infinita decoración. En el Día de la Madre no hay nada de eso, por lo cuál no estás obligado a meterte dentro de la celebración ni a cambiar tu rutina. Quizá lo único que notes son más familias por la calle y los restaurantes más llenos, nada fuera de lo común.
Este ha sido uno de esos post inspiracionales que se me van ocurriendo según me pasando cosas. Tengo que decir que hacía tiempo que no sentía la necesidad de hacer uno y me alegro de que hoy sí. preguntarse ¿por qué hoy? es algo totalmente justificado, y yo he querido aportar mi postura sobre este tema