Soy médico. Así, sin medias tintas. Para lo bueno y para lo malo, soy médico. Y ser médico no es como me esperaba cuando aprobé la selectividad: Ser médico no es una profesión, ni siquiera un trabajo. Ser médico es una manera de vivir. Ser médico tiene sobre todo mucho de oficio; pero también algo de ciencia, bastante de sentido común, de sacrificio, de estudio, de aprendizaje continuo, de curas de humildad, de frustración… Pero si algo tiene ser médico, por encima de todo, son las personas con las que trato. Esta es la parte más importante, la más potente, la que da sentido a todos los libros que tengo en mi estantería, la que me hace volver al hospital cada día, la que consigue que nunca pueda dejar de ser médico aunque sea de noche, domingo o mitad del mes de agosto. Por que no son personas cualquiera, son personas que tienen un problema que les invade la vida y que vuelven sus ojos hacia mi esperando una solución. Son pacientes; y además son muchos pacientes. Personas con los mismos proyectos y problemas que el resto de la gente, aunque no les puedan prestar la atención que merecen esos problemas o esos proyectos. Personas que viajan con un hándicap que les hace perder muchas oportunidades a los largo de la vida. Héroes cotidianos a las que su enfermedad les pone en una situación difícil cada día, sin contar con que cada día ya es difícil para todo el mundo. Esas personas que soportan horas de espera para verme, y nunca han protestado; esas que tienen miedo a someterse a un procedimiento o a tomarse una medicación, y que vienen a verme buscando los argumentos y la determinación para hacerlo. Esas personas que saben que yo no tengo todas las respuestas, pero confían. Los hay que vienen de muy lejos; los hay que siempre vienen con su pareja mientras que otros me traen a sus parejas o a sus hijos simplemente para que los conozca. Los hay que me tratan por mi nombre de pila o que me traen algún regalito sólo por que se han acordado de mi; son personas que me miran a los ojos y me dan las gracias o a veces incluso un abrazo o un beso antes de irse… La mayoría simplemente me miran y me escuchan, me explican sus miedos o su dolor. En definitiva, son personas con las que tengo un compromiso. Eso y no otra cosa son los pacientes, desde el momento en el que entran en la consulta por primera vez. Por que ser médico, desde mi punto de vista es fundamentalmente eso: compromiso.
Así que la respuesta es sencilla: ¿Que por qué escribo en un blog de pacientes? Pues por que soy médico. Y lo cierto es que la manera de ejercer la medicina ha cambiado mucho en los últimos tiempos, igual que ha cambiado la sociedad y por tanto la manera en que nos relacionamos unos con otros. Si algo he aprendido es que la medicina de hoy no se puede ejercer de arriba a abajo. Hoy por hoy, la relación entre un médico y su paciente es horizontal, y tengo que mirar a los ojos a la persona adulta que tengo enfrente para hacerle entender mis puntos de vista, para que ponga en valor todo lo que sé sobre su problema, lo que le puedo ayudar basándome en el estudio y la experiencia, con mis certezas y mis incertidumbres, y que asuma conmigo los riesgos de las decisiones compartidas. Sólo así comprenderá que juego en su equipo, y que tanto si nos va bien como si no, los dos sabremos que no nos hemos reservado nada. En eso radica hoy por hoy la confianza; y, no nos engañemos, la confianza es el único patrimonio que tenemos médicos y pacientes.
Compromiso y confianza. Médicos y pacientes. No creo que hubiera merecido la pena dedicar mi vida a ninguna otra cosa. Por eso no lo dudé ni un segundo: cuando me ofrecieron la oportunidad de colaborar en un blog hecho por y para pacientes enseguida comprendí que era el signo de los tiempos, que Internet y las redes sociales han transformado nuestra vida y que no se puede vivir ni desarrollar ninguna interacción con otras personas, incluidos pacientes, dándole la espalda a una herramienta tan potente. Para empezar me sorprendió que pacientes que no fueran míos pudieran tener interés en conocer mis opiniones y mis puntos de vista. Ahora comprendo que se trata de una gran responsabilidad, y que tal vez desde este blog influya de alguna manera en pacientes y tal vez hasta en compañeros.
Pero también es fácil darse cuenta de que en un blog hecho por y para pacientes, simplemente no puede faltar un médico. Formamos parte de todo el proceso y tenemos una presencia importante en la vida de muchas personas que también son importantes para nosotros. No somos elementos impersonales, técnicos preocupados únicamente por los miligramos o las proteínas, ni pasamos de puntillas por algo que llega a impactar tanto en la vida de la gente; todo lo contrario: los médicos que nos dedicamos a tratar enfermos con enfermedad inflamatoria intestinal estamos implicados y queremos jugar un papel relevante y decisivo.
Por todo ello no puedo estar más agradecido a la gente de @TuEII, por haber pensado en mi para esta colaboración. Supongo que éste no es el texto que esperaban recibir de un médico especialista; tal vez algo más divulgativo, sobre un tratamiento o algo así. Pero me apetecía empezar de esta forma ¡No todos los días se vuelve uno bloguero! Desde ahora escribiré periódicamente sobre temas centrados en la enfermedad, en los pacientes, los hospitales, los tratamientos… Me parecería bien incluso aceptar sugerencias de los que sigáis este blog. En cualquier caso, escribiré sobre cosas que me parezcan útiles, aunque no se trate de moléculas o procedimientos, y lo haré de la misma manera en la que hablo con mis pacientes. Por que con mis pacientes hablo de muchas más cosas que de moléculas o de procedimientos.
Sirvan estas líneas de presentación y de pie para futuros posts (creo que se llaman así). No es fácil, pero me da la impresión de que si nos vamos conociendo, todo será mejor. Una de mis pacientes, un caso de enfermedad de Crohn realmente complejo, lleva un año especialmente malo e ingresada los últimos meses, que se dice pronto. Es muy joven, ingeniera, y la enfermedad no ha podido doblegarla aunque lo haya intentado con demasiada fuerza. Ella sabe que tiene en mi, y en toda nuestra Unidad, buenos aliados; cada vez que la visito en su habitación me pregunta por este blog, casi demandante: “A ver cuándo escribes en ese blog, ¡que estoy esperando!”.
Pues este, mi primer post, va por ti.
Yago González Lama