Ese mes de agosto hemos publicado una serie de entradas en Matemáticas y sus fronteras sobre el Congreso Internacional de Matemáticos de Río de Janeiro, contando las decisiones tomadas en la Asamblea General de la Unión Matemática Internacional (IMU) celebrada unos días antes en Sao Paulo, así como trazando los perfiles de los premiados, entre ellos, los cuatro medallistas Fields.
Una de las preguntas que muchas veces me hacen los periodistas españoles es precisamente la que da título a esta entrada: “¿Por qué España no tiene una medalla Fields en Matemáticas?”. Pues aquí van mis opiniones sobre el tema, que son personales, naturalmente, pero fruto de muchos años de experiencia como miembro activo de la comunidad matemática española así como mi paso por la propia IMU.
La primera cuestión es si tenemos candidatos que puedan hacer un buen papel, candidatos que puedan competir para un nivel tan elevado como es el de un medallista Fields. Y sí hay, muy pocos, y alguna vez he citado algún nombre de los que trabajan en España. Y quizás ahora alguno más en el extranjero. Pero no muchos.
Como segundo punto de debate, uno se puede preguntar por la calidad de la investigación matemática en España. En los noventa del siglo pasado, el campo de las matemáticas había emprendido una dinámica de crecimiento en cantidad y calidad. En nuestro caso, desde una situación prácticamente sin investigación relevante, se había alcanzado un gran nivel. A la vez, se consiguió un aumento notable de la internacionalización, aunado a una consolidación institucional con la reconstrucción de la Real Sociedad Matemática Española (RSME) y la creación del Comité Español de Matemáticas (CEMAT). Quizás el momento de mayor trascendencia fue la celebración en agosto de 2006 del Congreso Internacional de Matemáticos en Madrid. En 2007 todo quedó además pactado con el Ministerio de Ciencia y Tecnología para solicitar el paso de España del Grupo IV al V en IMU (el grupo V da derecho a cinco votos y el máximo en la Unión). La crisis y una inadecuada gestión por los propios matemáticos se llevó todo esto por delante, y el patrimonio generado por el ICM2006 se perdió en gran medida.
Nos podemos también preguntar sobre los instrumentos que poseemos para identificar y cuidar a nuestros talentos matemáticos. Si uno observa los perfiles de los ganadores de medallas Fields, verá que, en muchos casos, han sido previamente ganadores de medallas de oro en las Olimpiadas Matemáticas Internacionales (IMO en sus siglas inglesas). En España se celebra la Olimpiada Matemática desde hace muchos años, de manera ejemplar, de la mano de la RSME, habiendo incluso organizado una IMO en 2008. Y también tenemos una Olimpiada Matemática en años más tempranos que organiza la Federación Española de Sociedades de Profesores de Matemáticas (FESPM). Y que decir del exitoso Programa Estalmat puesto en marcha hace unos 20 años por la Real Academia de Ciencias. Tenemos pues instrumentos adecuados para identificar los talentos matemáticos. Falta quizás una mejor coordinación entre todos ellos, pero el gran problema es sin duda la falta de financiación estable adecuada; la pública se reduce a la eventual que se pueda conseguir cada año de la FECYT, lo que aportan algunas Comunidades Autónomas, y la del Ministerio de Educación. Y tenemos muy reciente el bochornoso espectáculo que hemos sufrido de la falta de financiación para asistir a las Olimpiadas Internacionales, espectáculo que quisiéramos desterrar para siempre de nuestras vidas. Y quiero señalar un grave peligro: algunos de los estudiantes brillantes identificados en las Olimpiadas Matemáticas ya deciden hacer su carrera en prestigiosas universidades extranjeras, ante el futuro que vislumbran en España y la falta de prestigio internacional de sus universidades: Oxford o Cambridge se perfilan como mejores opciones, por citar solo dos ejemplos.
El último punto al que me quiero referir es al sistema de nominaciones para las medallas Fields. Hace falta una coordinación en las mismas, no puede haber nominaciones (cuando las hay) de múltiples instituciones. Para que una nominación sea fuerte, hay que contar con un buen candidato respaldado por toda la comunidad matemática, sin fisuras. Resulta fácil no tener en cuenta un candidato nominado por una institución particular (sin falsas hipocresías, no es lo mismo una nominación que viene de Stanford o Harvard que una de una universidad española), pero si una candidatura viene de todas las sociedades matemáticas, centros de investigación, Reales Academias y universidades, habrá al menos que examinarla con cuidado, tendrá su peso. Me temo que eso no está ocurriendo.
Finalmente, quería señalar que otro punto cumbre en la comunidad matemática española fue la creación del Instituto de Ciencias Matemáticas (ICMAT), primer centro del CSIC y primero en Matemáticas en conseguir el galardón Severo Ochoa, 12 proyectos del European Research Council avalan su prestigio. De este instituto muchos esperaban que pudiera salir un medallista Fields en unos pocos años. Por otra parte, la puesta en marcha del Basque Center for Applied Mathematics (BCAM) permitía una excelente interacción. Desgraciadamente, la pésima gestión de la anterior presidencia del CSIC con los actuales rectores de UAM, UC3M y UCM, ha supuesto un terrible varapalo para el ICMAT, del que le va a costar mucho recuperarse, a menos que se tomen medidas correctoras urgentes.
La última pregunta que me suelen hacer los periodistas es: “¿Cuándo tendremos un medallista Fields español?”. Y respondo que ojalá no nos pase como al italiano Alessio Figalli quién no encontró ninguna universidad ni centro de investigación en Italia y tuvo que emigrar, obteniendo su medalla Fields como profesor en la Universidad Politécnica de Zürich. A tiempo estamos todavía de evitar un caso parecido.
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Manuel de León (CSIC, Fundador del ICMAT, Real Academia de Ciencias, Real Academia Canaria de Ciencias).