Revista Psicología

¿Por qué hiero a los que mas quiero?

Por Mundotlp @MundoTLP

Mundo TLP explica porqué somos los únicos responsables de instalar la culpa y el resentimiento en la relación con nuestros seres queridos.

¿Por qué hiero a los que mas quiero?Cuánta culpa y resentimiento se instala en las relaciones  con los que más amamos. Los herimos a pesar de amarlos, nos descargamos con ellos, reaccionamos desproporcionadamente o injustamente. Luego vienen esos sentimientos negativos que generan un círculo vicioso en la relación produciendo más de lo mismo.Y lo tenemos justificado y hasta argumentado: “es que llego tarde y estoy cansado…”, “hoy tuve un día muy difícil y ya venía enojado y me desquité con él…”, “me provoca , siempre me hace lo mismo…”, “siento  que  no me comprende…”, “Quisiera que fuera distinta, que actuara de otra manera. Me saca de casillas, parece que lo hace a propósito”. Y terminamos con la frase: ”si me quisiera no actuaría así…”.
Otras veces sucede que programamos una hermosa velada y cuando nos encontramos, lo  primero que sale es una crítica  o una recriminación y así comienza un sinfín de conflictos reiterados que recorren la historia compartida en un segundo, enumerando todas las veces que nos falló. Y la velada se termina transformando en una batalla.
Es así. No podemos evitar herir a los que mas amamos, e incluso  es a quienes más herimos. ¿Somos malos o dejamos de amar por ello? ¡No! Todo lo contrario, esto sucede porque amamos.Este modelo de amor que muchos compartimos lo  hemos captado de nuestros padres, viene de generación en generación y lo practicamos de manera inconsciente  y compulsiva. Reaccionamos en lugar de responder. Es una forma de amor negativo o destructivo, ya que en nombre del amor generamos desamor, vivencias de abandono y rechazo, sufrimiento y, la mayoría de las veces, no tenemos ninguna conciencia. Es como si dentro tuviéramos una voz que nos da argumentos y certezas de que tenemos derecho a actuar así, a pesar de todas las promesas de no volver a repetirlo. Y luego lo lamentamos o lo negamos, irresponsabilizándonos.¿Cuándo llegas a casa  dejas tu carga cotidiana y te dispones a  jugar con tu niño o  escuchar a tu mujer, a tus padres o les impones tu estado de animo, desquitándote con ellos porque te quieren?El fundamento es que si te quieren, te tienen que aguantar o comprender, como si fueran pruebas de amor. Y no nos damos cuenta que estamos poniendo condiciones al amor, chantajeando en nombre del amor, haciendo de una bendición un deber, deformando la maravilla de amar,  y si el otro no responde hasta nos ofendemos y nos resentimos nosotros. Así, un círculo de malestar y maltrato se establece entre los que mas queremos y nosotros.Muchas veces, podemos reconocer el absurdo de nuestra reacción desmedida, pero no pedimos perdón ni explicamos que estamos con esa carga, que es independiente del otro y del amor que sentimos, que no está en juego el amor.  Al contrario, amenazamos con dejar de amar como si fuera un sentimiento tan frágil tan vulnerable, cuando es tan poderoso.Esta modalidad la tiene el 80% de la población occidental. Es un modelo: lo aprendemos y la mayoría, tristemente, jugamos  a lo mismo. Nos sentimos víctimas, incomprendidos, nos irresponsabilizamos de que generamos tanto dolor y no tenemos derecho. Apuntamos hacia fuera, a la reacción negativa del otro, como si viniera de afuera, cuando en realidad lo provocamos.El amor es una energía y, por tanto, si circula en nosotros y con otros, es un placer que no se cobra ni da derechos sobre el otro. Es un dar por el placer de dar. Nacemos con esa capacidad y esa calidad de amor, pero para que podamos practicarlo necesitamos haber vivido eso en la infancia. Haber visto en los vínculos originales ese amor incondicional y no condicionado: que no hayamos sentido que teníamos que llenar las expectativas de nuestros padres para ser amados.Si lo vivimos, está grabado en nuestro mundo emocional, en imágenes que hoy dirigen nuestra vida afectiva. Las grabaciones del mundo  emocional, de la vida infantil, de las heridas antiguas dirigen la vida adulta, y el intelecto no tiene dominio sobre ellas.
Sólo accediendo y operando en ese nivel y con esta conciencia, les quitamos poder a estas heridas. La voluntad no tiene posibilidades aquí, por eso reincidimos.
Esta locura, que se hace en nombre del amor, también nos lo hacemos a nosotros mismos y saboteamos posibilidades en todas las áreas, en particular en la afectiva. Terminamos siendo los más perjudicados por esta soberbia en nombre del amor, ya que nos aísla, nos deja solos y defraudados.Ahora reflexiona: Del único que eres victima es de ti mismo y eres el único que puede sacarte. Esa es la buena noticia, depende de ti terminar con las heridas a otros que son reflejo de viejas heridas infantiles.Primero, debes hacerte responsable  que estás reflejando en otros viejas problemáticas y que alguien te mostró que el amor da derecho a herir. El problema es que por cumplir con un modelo, hieres a otros. Pero la buena noticia es que se puede desaprender para dejar de hacerlo. Sólo depende de tu elección: amor condicionado o incondicional. Nadie hace lo que no vivió, nadie  es victimario si primero no fue víctima…. Si piensas que eso mismo le hicieron o te hicieron en la infancia de pequeño, tu corazón sentirá ese dolor que abre al perdón y la compasión. Acepta al otro como es y ámalo,  no lo uses para tu descarga. El amor no obliga a soportar. ¡Qué tu vida este llena de amor!http://elmundotlp.blogspot.com/es

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