Las alarmas de contaminación en las grandes urbes (o mejor dicho, de la amenaza de una multa europea para España) han aumentado la búsqueda por alternativas tanto por parte del gobierno como por parte de los ciudadanos. Curiosamente hay muy pocas actividades que fomentan las alternativas al coche (el compartir coche, la mejora del transporte público, la mejora de la infraestructura alternativa como ciclovías), pero se habla mucho de combustibles alternativos. Sobretodo del coche eléctrico el cual capta mucho la atención y del cual existen varios proyectos en España para aumentar la presencia de puntos de recarga de batería para este tipo de vehículo.
Cambiar el problema de lugar es más fácil que solucionarlo
Cambiando los coches actuales por coches eléctricos solo resuelve una parte del problema. No se reduciría ni el estrés a la hora de coger el coche, ni el tiempo del trayecto, ni la tasa de accidentes. De hecho tampoco se reduciría la contaminación, sino que todo eso solo se encubriría. La energía que alimenta al coche en los puntos de recarga tiene que producirse en algún lugar. En vez de contaminar a las grandes urbes, contaminaríamos las ciudades próximas a las plantas de carbón, o simplemente aplazaríamos el problema (para otra legislatura?) para cuando hubiera que buscar una solución para los residuos de las centrales nucleares.
Externalizar los problemas que genera la movilidad en coche es la solución más barata y políticamente la más viable:
- No habrá protestas de los usuarios de coche porque no tendrán que alterar su comportamiento.
- No habrá presión de la lobby de las empresas energéticas, porque podrán quemar el combustible en otro lugar si hace falta para generar energía.
- No habrá protestas por parte la gran multitud de gente que vive en la ciudad, ya que disminuye la contaminación (y la protesta de la gente en las pequeñas ciudades se puede ignorar mucho mejor).
- Facilita la re-elección, cuesta poco dinero, y cuando ya no sea sostenible siempre se puede pasar a la oposición para que el otro partido tenga que solucionar los problemas.
Lo que los políticos pueden aprender del minimalismo
Las alternativas a este escenario requieren una inversión, una estrategia a largo plazo, una comunicación clara, y más independencia de los gobernantes de los intereses gubernamentales. La ONG Ecología y Desarrollo hace poco publicó sus 15 retos para la ciudad sostenible que recogen medidas e ideas para un desarrollo más equilibrado de las ciudades. Se pueden resumir en un uso prudente de los recursos que tenemos a nuestro alcance, haciendo las ciudades más aptas para los ciudadanos y ciudadanas en vez de priorizar los coches y el despilfarro energético.
En cierta forma proponen una política de tendéncias minimalistas., como muestra el ejemplo de la movilidad:
- Define que es lo más importante para una vida satisfactoria (movilidad segura y sostenible)
- Evalúa lo que ya tienes y como encaja con lo importante (evaluación del transporte actual)
- Define cuales son los aspectos que no añaden valor al objetivo (contaminación por los coches, atascos de tráfico)
- Busca alternativas sostenibles y evalúa su impacto sobre la meta (mejora del transporte público, ciclovías, balance de la pérdida de trabajo en un ramo de la industria pero también ganancias en otros ramos de la industria)
- Comunícate con las personas que vivirán el impacto directo de tus decisiones, pero ignora a los vecinos (involucra los ciudadanos, ignora a la industria)
Si para una persona no es sano comprar por comprar, no creo que para un gobierno sea bueno vivir confiando en el futuro.
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Foto: gvaFranciscoCamps / flickr