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¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar

Publicado el 17 marzo 2015 por Juanjo85
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Interstellar (Christopher Nolan, 2014) me parece, de entrada y antes de nada, una película absolutamente fascinante, inspiradora y visionaria, que reconcilia a uno con el mismísimo cine, poseedora de un admirable sentido de la tensión y la épica (anótense, como ejemplo de estas dos características, la maravillosa banda sonora compuesta por Hans Zimmer) y una fuerza expresiva fuera de lo convencional, catalogada dentro de la ciencia-ficción, en particular el subgénero de la space opera, pero que momentáneamente se viste con los atuendos del thriller, tipo de relato que el autor de Insomnia (2002) conoce bien, así como también con los del melodrama, donde el amor posee gran importancia
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Puede catalogarse, desde ya, a la cinta de Nolan (cineasta importantísimo dentro de la industria americana, industria a la que, demostrado está, está supeditado, aunque dote a sus trabajos de una densidad y personalidad nada comunes... de ahí su peso como artista) como la abanderada de una hornada de obras que han devuelto a la sci-fi - en un, digamos, tercer momento histórico dulce, tras la vergonzosa y muy secundaria, aunque hoy en día muy reivindicable y reivindicada, posición del género en los años 50 con respecto a los grandes géneros de la época (melodrama, western, musical) y la identidad que 2001: una odisea en el espacio (2001: a space odyssey, Stanley Kubrick, 1968), otorgó a este tipo de historias, más la Edad de Oro que vivió en los inmediatos 70, sostenida hasta la actualidad, le pese a quién le pese, por Steven Spielberg- no sé si me atrevería a decir que prestigio (al fin y al cabo, estas historias han ido siempre históricamente asociadas a la simple evasión), pero al menos sí una carta de naturaleza que quizás Hollywood y, por el efecto dominó y la influencia que la Meca del Cine tiene, la sociedad, habían descuidado, y tal vez gracias a los tiempos que vivimos (traducidos en crisis) esa propia naturaleza evasiva ha sido la que ha hecho al espectador mirar hacia otro lado (en particular, hacia arriba...hacia el cielo) para, y valga la redundancia, evadirse de la mierda que tienen a ras de suelo.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Decía, Interstellar puede que sea la más trascendente de esta retahíla de cine norteamericano fantástico y de calidad (tanto el hecho en Hollywood como el más autoral, donde la obra objeto de esta entrada representaría el perfecto híbrido entre ambos tipos de hacer cine) con el que hemos sido bombardeados estos últimos años y donde se estiran, a más no poder, las teorías científicas y la tecnología al servicio de la pura ficción, dando para una antología, pero eso sería objeto de otra entrada en este blog que no sé si me atrevería / apetecería publicar, aunque, así a bote pronto, me vienen varias a la cabeza títulos como Prometheus (Ridley Scott, 2012), Orígenes (I origins, Mike Cahill, 2014), Her (Spike Jonze, 2014), Primer (Shane Carruth, 2004), Código fuente (Source code, Duncan Jones, 2011), Al filo del mañana (Edge of tomorrow, Doug Liman, 2014), Coherence (James Byrkitt, 2013), Gravity(Alfonso Cuarón, 2013), Sunshine (Danny Boyle, 2007), Looper (Rian Johnson, 2012) o Moon (Duncan Jones, 2009). Propongo aquí intentar analizar, bajo mi humilde punto de vista, la grandeza y la complejidad de una película como Interstellar(spoilers ENORMES: no continuar leyendo si se quiere ver la película, digamos, virgen, dada la cantidad de sorpresas que aglutina: avisados estáis).
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Hay una escena, hacia la mitad del metraje, que pone a prueba la consistencia narrativa, temática y hasta lógica del relato que narra Interstellar, al menos para mí. Lo que viene siendo el pilar maestro de la construcción. Después de que el astronauta Cooper (Matthew McConaughey) y su equipo, formado por Amelia Brand (Anne Hathaway), Doyle (West Bentley y que perece minutos antes) y Romilly (David Gyasi), pierdan 23 años de tiempo terráqueo (poco más de 3 horas donde ellos, excepto Romilly, el cual ha envejecido los 23 años ya mencionados, han estado), se ponen a debatir sobre qué planeta visitar ahora. Amelia aboga por visitar el planeta explorado por su antiguo amor, y cuando Cooper la acusa de haber comprometido la misión, ella deja caer una teoría, cuanto menos, intrigante, por cursi que suene: el amor podría no estar afectando a su buen juicio, sino dejándoselo más claro (que la fuerza del amor que siente por Edmund, nombre del planeta y de su antiguo novio, puede ser la clave y la respuesta a todas las cuestiones metafísicas a las que estos personajes deben hacer frente en su odisea por el espacio para encontrar un nuevo hogar para la humanidad. En esencia, Amelia- y, por extensión, Nolan-  argumenta que el elemento más desconocido, enigmático y doloroso de todos cuanto conforman la condición humana- esto es, da love - podría ser la respuesta a la salvación de nuestra especie.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Si Interstellar no había sido lo suficientemente atractiva hasta ese momento- como si no hubiese provocado ya tantos momentos maravillosos, tanto a nivel puramente narrativo como también a nivel de personajes- no me quedaba otra que centrarme en el discursito de Brand, un discurso importante, trascendental, incluso podríamos tildarlo de cursi, algo quizás estúpido, algo difícil que hacer creer al espectador, especialmente en un film tan abrumadoramente centrado en conseguir que su el componente científico de su trama sea verosímil (o tan verosímil como sea posible, dado que se trata de un relato cinematográfico de ficción).
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Lo mejor que se puede decir del último trabajo de quién devolviera la dignidad, y con creces, al hombre murciélago es que a pesar de que algunos puedan considerarla imperfecta (¿qué film es perfecto?) o con puntos débiles, es también un film bello, inspirador y hecho con una envergadura técnica y artística que la sitúan en la órbita de las obras maestras. Hacia el final, me creo, con el corazón en la mano, lo que Nolan ha intentado hacer que me crea, esto es, las sugerencias del guión sobre la capacidad, sin límites, de sentir que posee la especie humana. La película es, en esencia, sobre el poder del amor. Cursi, ya lo sé, pero en el film tal concepto se revela como vital, porque mientras Interstellar trata sobre muchas otras cosas- el asombro, las emociones, la familia, la paternidad, la exploración, las posibilidades de la ciencia- la ambición humana, etc- también trata, en última instancia, sobre cómo el amor- esa cosa que es abstracta, intangible y que también nos confunde y nos tortura día tras día- puede ser nuestra única salvación. Un guión construido sobre la esperanza, y Jonathan Nolan, su autor, la identifica en los lazos irrompibles que sentimos los unos por los otros, más allá del tiempo y el espacio. Si podemos sentir amor, con todos los momentos, buenos y malos, que éste provoca, luchando más de lo que nunca habíamos luchado, entonces quizás podamos salvarnos. Los hermanos Nolan (Christopher dirigiendo y Jonathan escribiendo) nos hacen creer lo que nos muestran gracias a una claridad y una energía increíbles, demostrando la capacidad para emocionar de unos cineastas capitales en la industria norteamericana de hoy en día.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Interstellar sea quizás, y sólo quizás, algo menos sólida y completa que el mejor trabajo de Nolan hasta la fecha, El caballero oscuro (The dark knight, 2008), pero es un paso de lo más coherente en su carrera, demostrando una madurez inusual en un cineasta de una filmografía tan joven y, a la vez, tan estimulante. Como el resto de obras de Nolan, Interstellar trata sobre el dolor, la pérdida y la culpa, incorporando la sensación de que el amor- más nuestra capacidad de exploración y ambición- puede ser lo que nos saque de esta encrucijada vital en la que se encuentra la raza humana.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
La conclusión de la película- donde la teoría de Brand se revela cierta, y la conexión de Cooper con su hija Murph (una ya treintañera Jessica Chastain), enlace mediante el cual el padre puede consigue transmitir los datos necesarios a la hija para que ésta pueda empezar a salvar a la humanidad- es otro intento de cuantificar o maxificar las emociones humanas dentro de una construcción lógica y científica, o al menos metafísica. Un final cuanto menos singular para una epopeya épica de ciencia-ficción, qué duda cabe, algo así como también lo era el de Orígenes (I origins, Mike Cahill, 2014), una bastante más modesta propuesta de sci-fi norteamericana, independiente vamos, que jugaba con la posibilidad de la reencarnación (ya entraba el papel de la religión en la ecuación, mientras en Interstellar lo divino no aparece por ninguna parte) basándose en los iris de los ojos. No se me ocurre otro cineasta con esa capacidad para emocionar, ni siquiera el Spielberg en la frontera entre los 70 y los 80, donde realizó Encuentros en la tercera frase y ET (Kubrick fue otra cosa).
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Interstellar es el primer trabajo de Nolan, desde El truco final (The prestige, 2006), donde el director permite las pausas. Pensemos en esa magnífica escena- tras la fallida misión en el inútil planeta de Miller y poco antes del discurso de Brand sobre el amor- de Cooper sentado y viendo 23 años de mensajes de sus hijos (ha estado algo más de 3 horas en ese planeta al otro lado del agujero de gusano, y cada hora allí equivalía a 7 años de vida en la Tierra), con la cámara de Nolan centrándose mucho más en el rostro y la reacción del protagonista que en el monitor de vídeo, permitiendo a tanto el personaje como el espectador procesar el dramatismo de lo que ha ocurrido. Aún con Nolan dotando de un pulso y un vigor realmente admirables, Interstellar no es un continuo clímax tras otro que El caballero oscuro sí era, dejando dicha sensación de corazón en un puño para el largo tercer acto, el del teseracto.
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La traición del personaje de Mann (Matt Damon) en el planeta del hielo- planeta que deciden visitar tras debatir a qué planeta ir, si a ese o el de Edmund, opción que Brand prefiere ya que está enamorada de este último y por eso suelta su ñoñez sobre el amor (primer párrafo)- es de lo más débil del relato, puesto que Nolan se deja arrastrar peligrosamente por la convención: ese giro del relato está arrancado de docenas de otras películas de ciencia-ficción, y resulta más cercano al thriller que a otro género. Aunque, en honor a la verdad, esa secuencia de escenas está resuelta de forma imponente, como pocas veces se ha visto en el cine contemporáneo reciente, que va desde Brand corriendo para salvar a Cooper de la asfixia (su casco sufre alguna magulladura en su pelea con Mann), siguiendo con la carrera de vuelta a la nave Endurance y cómo Cooper vuelve a ensamblar, manualmente, la lanzadera a la nave (todo esto ayudado por la imprescindible banda sonora de Hans Zimmer. Justo abajo, el tema que ilustra esta escena...escuchar sobre todo a partir de los 2 minutos y medio...épico), para terminar con la caída de Cooper en el agujero negro que dará lugar al tercer acto del film, lo más metafísico. 

Nolan ofrece otra entrega maestra de montaje cinematográfico, en este caso paralelo, como ya hiciera en puntuales momentos de su trilogía sobre Batman, con intervalos entre Cooper en el espacio y su hija en la Tierra. Confieso que ahí Nolan terminó de atraparme, si no lo había hecho ya en el episodio del planeta del agua, con la huida de vuelta a la nave perseguidos por las olas. Nolan construye limpia, sabia y poderosamente, este clímax.
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Quizás el otro punto más débil que le encontré al relato (más débil que el episodio, visitado miles de veces en el género, de Mann) fue el primer acto, en la Tierra. Podría haber sido algo más largo, especialmente desde que el profesor Brand (Michael Caine y padre de Amelia Brand) le pide a Cooper que pilote la misión. Parece como si Nolan tuviera prisa por meterse en faena y el personaje de Cooper tampoco se lo piensa dos veces, a pesar de la escena, clave en el devenir del relato y un pedacito formidable de la actuación de McConaughey (tampoco olvidar cuando, al marcharse en su coche hacia la instalación de la NASA, vuelve a mirar, llorando, debajo de la ropa que tiene en el asiento del copiloto, quizás esperanzado de ver ahí a su hija, tal y como la vio la primera vez que visitaron la instalación y que minutos antes le había prohibido subirse al coche) que comparte con Murph, una niña de apenas 10 años, en la habitación de esta última.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Entendería cómo de desarrolla este primer acto si el film estuviera dirigido a un público homogéneo (fans de lo fantástico) pero el film va dirigido a todos los públicos y de todas las edades y gustos, a pesar de que la visión que tiene Nolan del viaje interestelar es muy efectiva. La metódica atención en las secuencias espaciales, desde el despegue hasta la primera unión de una lanzadera con la Endurance, es de aplauso, de modo que el primer acto debería haber llevado algo más de tiempo (el film dura casi 3 horas y no se hace largo, qué más daba extenderlo a las 3 horas justas). Decía, la pasión de Nolan por la ciencia del viaje espacial es obvia, y mientras su exposición puede ser algo burda o torpe- dudo que un piloto tan entrenado y culto como Cooper necesite que otro miembro de la misión le explique los mecanismos de un agujero de gusano con papel y bolígrafo, pero supongo que es una concesión para con el espectador que, evidentemente, muchos no lo conocerán- el desarrollo del film bien recompensa esos pocos y breves momentos.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Interstellar es brillante como cine de ciencia-ficción porque la ciencia alimenta a la ficción, algo que normalmente en el género es al revés. No importa cuánto escarbe Nolan en los entresijos del continuo espacio-tiempo, la emoción está ahí siempre, omnipresente y poderosa. El misterio de la relatividad que hace perder al equipo 23 años en algo más de 3 horas es imposible de explicar y exponer aquí, aunque en la película son de una notable importancia por lo que significan esos años para Cooper, alejado de sus hijos. El increíble momento mencionado antes, con Cooper llorando a lágrima viva mientras ve los mensajes de vídeo de sus hijos (recordemos: hace 3 horas eran una niña y un adolescente; ahora ella es una treintañera y él ya está casado y con un hijo), demuestra cómo el film utiliza grandes ideas científicas para añadir peso dramático a la historia.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Porque todas y cada una de las decisiones que el equipo tome en el espacio tendrá consecuencias importantes para Cooper y su familia- y, por extensión, para los humanos que sigan con vida en nuestro planeta- la ciencia y la narración del relato están intrínsecamente unidos. El tejido entre ellas no tiene costuras.
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El verdadero final de la película- todo lo que tiene lugar después de que Cooper pase al otro lado del agujero negro- resulta algo problemático: tras todo el episodio del teseracto, los hermanos Nolan deciden concluir su obra con Cooper viendo a su hija por última vez (un bello momento de recompensa para ambos personajes. No el ideal para ninguno de los dos- Murph tiene más de 100 años y está en su lecho de muerte, mientras Cooper está prácticamente igual que cuando se marchó. Así, Murph consigue, de alguna manera, recuperar su infancia justo antes de extinguir su propia existencia-, pero al menos consiguen verse,) para dirigirse después de nuevo a una nave espacial para encontrar a Amelia y asegurar la supervivencia de la raza humana. Así, el film inspira algo más de asombro (estamos ante una película sobre el dolor y el amor, o sea, sobre ser humano) que si hubiera decidido terminar sin ese epílogo, algo decididamente más atrevido.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
Cooper decide marcharse a buscar a Amelia- a quién, recordemos dejó en el espacio para que encontrara el mundo de Edmund y pudiera valorar si tal planeta era potencialmente habitable para la raza humana, mientras él se sacrificaba adentrándose en el agujero negro- para darle esperanza, lo que refuerza la idea de la esperanza en la perpetua existencia de la raza humana, y el mensaje final y optimista del relato.
¿Por qué lo llaman ciencia-ficción cuando quieren decir amor? Ante la obra de ciencia-ficción de una generación: Interstellar
A nivel técnico, Interstellar es simplemente incomparable. Sus efectos son todavía más tremendos y efectivos que los de otra notable aportación a la ciencia-ficción reciente como Gravity. Increíbles a la par que hermosos. En definitiva, es un film que necesita bastante más de un visionado para asimilar todos sus matices y que encumbra a su autor como uno de los grandes directores del momento, el cual usa su caché como director de cine, ganado a pulso con su talento como narrador, para superarse a sí mismo en casi cada una de sus propuestas.

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