Soy escéptico, y aunque no tengo membresía ni soy parte de ninguna "Iglesia de los verdaderos escépticos iluminados por la razón de los últimos días" ni nada parecido, afirmo que formo parte de algo conocido como movimiento escéptico, en el cual trato de aportar un granito minúsculo de arena al trabajo de denunciar las pseudociencias y la charlatanería que impregna nuestra sociedad, más que por cualquier otra cosa, por el deseo de aportar benéfico a la sociedad en la que vivo.
Desde sus inicios, el movimiento escéptico ha sido duramente criticado, tanto desde dentro como desde fuera de sus filas. Algunas de estas críticas solo han sido odiosos hombres de paja, en los que los escépticos llegan a ser vistos como inquisidores tan solo por ser escépticos y no tragarse de buenas a primeras la bobada paranormal que se les presenta a cada esquina de la calle. Otras han sido más centradas, con el objetivo de hacer crecer al movimiento, de reforzarlos y de corregir sus errores.
El movimiento escéptico en el siglo XXI se ha extendido como nunca antes. En sus inicios, los escépticos se ocupaban principalmente del reclamo de psíquicos o de investigar casas encantadas, la astrología, el monstruo del lago Ness, platillos voladores, círculos de cosecha, las teorías de la conspiración y los revoltosos creacionistas. Hoy en día el movimiento escéptico es una fuerza necesaria contra el embuste en otros frentes que cada vez se hacen más populares: la antivacunación, el negacionismo del calentamiento global, la ola de las pseudomedicinas, las afirmaciones racistas del negacionismo del Holocausto, y las peligrosas afirmaciones tanto de fundamentalistas religiosos como de relativistas culturales. Poco a poco, las críticas de algunos, como Mario Bunge, han llegado a oídos de otros escépticos que ahora se dedican al escepticismo político y la crítica de la economía ortodoxa.
Probablemente no existan mejores críticas al movimiento escéptico que aquellas que provienen de sus miembros. Pero hay algunas que, aunque son rebatidas, se niegan a morir. Hay quienes dicen que los escépticos se dedican a temas de poca importancia y que deberían dedicarse a otros más importantes aún. Ahí tenemos al epistemólogo Mario Bunge o al periodista John Horgan, que hacen un llamado a los escépticos a dejar de preocuparse tanto en pie grande y comenzar a prestar atención a las desigualdades económicas o a la guerra. Otros afirman que los escépticos son personas que a priori descartan las creencias de las personas sin ponerse a investigar a fondo si alguna denuncia sobrenatural o extraordinaria en verdad está ocurriendo. El antiguo miembro fundador del CSI y sociólogo, Marcello Truzzi, criticaba a sus colegas justamente por reírse antes que investigar. Hay también aquellos que afirman que existe hoy en día un marcado sesgo cientificista que impide un análisis realmente objetivo de algunas de las ideas que hoy se aplauden en círculos escépticos, lo cual a su vez, daña la comprensión pública del escepticismo y la cultura científica. En este respecto, el filósofo Massimo Pigliucci tiene ya un tiempo llamando la atención.
¿Escépticos de los escépticos?
Hace dos días, el sitio web del diario español El Confidencial, publicaba una nota titulada "Arrogantes, maniqueos y endogámicos: la otra cara de los escépticos", un artículo ecléctico donde se recogen la opinión de algunos comentaristas españoles combinados con las recientes polémicas en el mundo anglosajón por las críticas de John Horgan. El artículo, hay que decirlo, sería una decepcionante serie de hombres de paja y afirmaciones subjetivas con pocos puntos realmente importantes, si no fuera porque Vicente Boas, Luis Alfonso Gámez e Isidoro Martínez ponen un poco de cordura ante algunas de las críticas más ácidas que lanza el escrito.
Aunque en el artículo se brindan réplicas, analicemos aquéllas afirmaciones críticas, para ver cuánto se sostienen:
*El primer "escéptico de los escépticos" que se cita es el filósofo Francisco Riveira, quien afirma que comulga con las ideas de los escépticos, "pero no soporto su combativo modo de expresarlas. Asustan a los que no están convencidos y atraen sólo a los que ya intuimos que el horóscopo o la homeopatía deben ser tratados como fraudes." Algunos párrafos después, Riveira dice que “A veces parecen incapaces de comprender que la ciencia, en términos generales y como parte de una sociedad, es debatible. Podemos discutir sobre políticas de ciencia aunque no pertenezcamos a la comunidad investigadora." “Nadie niega que la ciencia tenga efectos en la sociedad, pero hay quien rechaza que las políticas científicas puedan afectar a su desarrollo interno. La ciencia no es una esfera autónoma de la sociedad y esa pretensión de autonomía encierra un grave peligro para la democracia”, continúa. Hasta aquí las críticas de Riveira. ¿Cuánto de lo que afirma es verdad? ¿Cuánto se ajusta con el movimiento escéptico realmente?
Bien, yo diría que muy poco. En primer lugar, la militancia y lo políticamente incorrecto tal vez sean maneras estridentes de hacer divulgación, pero si algo es cierto es que funcionan y llaman la atención del público. Claro está, no es la única manera de hacer divulgación escéptica, y como muchos grandes hombres como Carl Sagan demostraron, tampoco tiene que ser la mejor. Más que llamarle la atención a los escépticos militantes por su militancia, yo los llamaría por el contenido de su militancia. Puede ser tan militante y políticamente incorrecto como se desee, pero si vas a defender algo de esa manera, asegúrate que lo que defiendes tiene sentido. Tal vez algunos dentro del movimiento escéptico han cometido este error (el cual a Riveira parece no preocuparle), pero ciertamente no es una crítica general al movimiento escéptico como movimiento social.
El que la ciencia, como parte de una sociedad sea "debatible", es algo que pocos que sepan realmente de ciencia pondrían en duda. La ciencia, tal como lo demuestra su historia, es imperfecta y se han cometido muchos errores a lo largo de su desarrollo; errores de los que se ha ido aprendiendo, se han ido puliendo las asperezas de las teorías o se remplazan las hipótesis y los métodos por unos más elegantes y simples. Por lo menos en la literatura escéptica que conozco (que según yo, no es poca), nada de esto es negado en momento alguno. Lo que es más, suele usarse como un recordatorio de humildad.
Riveira también hace mención de algunos ejemplos de divulgación "violenta" e inconfundible, como la de Richard Dawkins, llegando incluso a mencionar a Stephen Jay Gould como un ejemplo de alguien que comprende los viciosos "problemas derivados del cientificismo y de la agresividad a la hora de divulgar”. Gould tal vez entendía esos supuestos problemas, pero lo que parece nunca entendió fue que tirar mala leche a tus adversarios-colegas por una parte, y cederle terreno a tu adversario-adversario (como la religión en el campo de la moralidad) son también serios problemas, probablemente más serios que ser políticamente incorrecto o presentar afirmaciones bastante cuestionables sobre la naturaleza de la ciencia y la religión (como en efecto hace Dawkins). En cuanto al cientificismo, como muchos otros que he visto que abusan de esta palabra, no tengo ni idea a qué se refiere. Creo que a este filósofo no le vendría mal leerse a Steven Pinker.
Riveira parece basarse más en sus experiencias personales (¿tal vez en grupos de facebook?) que en los aportes del movimiento escéptico.
* Dejando de lado (por el momento) a los críticos anglosajones, el artículo cita también al historiador Carles Sirera, quien afirma que los escépticos “procuran captar la atención con un activismo que se presenta como neutral políticamente y científico”, lo cual, dice, es contradictorio en sí mismo “ya que todo activismo es esencialmente político y está movido por unos principios morales, no científicos, y el activismo exige, precisamente, no dudar, es contrario a las normas del debate científico que los escépticos dicen representar. Por mucho que quieran vestirse con el ropaje de los académicos, la acción que despliegan para lograr sus fines los viste con túnicas de inquisidores”. Creo que mejor respuesta a esto no se puede encontrar más que en siguiente párrafo del mismo artículo, donde Luis Alfonso Gámez nos dice que, en efecto, el activismo escéptico "es un activismo político, el movimiento escéptico está muy vinculado con el laicismo y el humanismo laico pero no hay un activismo partidista”. Y continúa diciendo que “No es neutral porque la neutralidad no es buena. Tenemos que ser objetivos, no neutrales. El escepticismo se basa en no creer en nada sin pruebas, es lo contrario de no tener dudas. Mi único activismo es que las personas se paren a pensar”. Tal vez una respuesta resumida a Sirera hubiera sido: "Duh! Gracias por decirnos que un cuadrado tiene cuatro lados."
* Un tercer "escéptico de los escépticos", el psicólogo Guido Corradi parece decir cosas más importantes, y por desgracia, no tan obvias por todos en el movimiento escéptico: “como 'lobby', que es lo que pretenden ser [el movimiento escéptico], es muy inefectivo. Predican para convencidos. No están usando ciencia para hacer una comunicación efectiva. Pueden argumentar que es su club y que hacen con él lo que quieren, pero que no digan que hacen algún tipo de servicio público. No es algo que vaya a cambiar la vida de la gente ni por su relevancia ni por como hacen su didáctica”.
Gámez nuevamente responde, aunque para mi su respuesta me dejó con una extraña sensación. Básicamente asegura que quien dice que el escepticismo divulga (principalmente) para escépticos, no sabe de lo que habla. Ofrece algunos ejemplos, como la mayor cobertura crítica que existe hoy en los medios de comunicación frente a la homeopatía o los movimientos anti-antenas, y en cierto punto tiene razón. El movimiento escéptico ha ido creciendo conforme el paso de los años. Y ha ido creciendo gracias que cada vez tiene mayor cobertura. Es, por desgracia, muy usual ver en los shows matutinos, incluso en los noticieros "serios", secciones de tarotistas, astrólogos o videntes, o reportajes sobre ovnis, profecías apocalípticas o medicinas alternativas para tratar tal o cual padecimiento "a menor costo". Sin embargo, cada vez es más común también poder observar algún periodista escéptico que pone freno a estas chifladuras. Es poco común todavía, sí, pero es más recurrente que hace 10, 15 o 20 años.
Pero lo que me dejó con la extraña sensación fue que Gámez criticó al movimiento escéptico justamente con este mismo punto hace unos años. Si bien es falso que todo lo producido por el escepticismo científico sea solo consumido por escépticos, es cierto que al movimiento escéptico le hace falta tener mayor difusión e impacto en la sociedad, la de afuera, no solo en el ciberespacio.
*Otra crítica que ofrece puntos importantes que se deberían tomar en cuenta es la de Beatriz Sevilla, colaboradora de la genial plataforma Naukas: "como todos los movimientos, [el movimiento escéptico] tiene muchos problemas. Es muy endogámico, alberga muchos grandes egos, y a veces es corto de miras. Es verdad que hay pocas voces escépticas que no sean señores heterosexuales de mediana edad con estudios universitarios. A veces, la parte que culpa a las personas de su ignorancia con un deje bastante clasista, la que pretende enseñar insultando es la que más ruido hace”. Esto no solo es propio del movimiento escéptico. La competitividad y la lucha de egos es un fenómeno tristemente extendido en el mundo académico en general, tema para un par de estudios sociológicos y de psicología social sin duda. Pero el hecho de que existan críticos dentro de la misma comunidad brinda esperanza en que la lucha de egos sea la excepción y no la norma (en algunas partes parece ser al revés).
*Una crítica tal vez más trivial que nada, sea la del físico Fernando Trigo cuando dice que “lo que más me repele [del movimiento escéptico] es haberme dado cuenta de cómo el análisis escéptico 'mainstream' obvia cualquier contexto social en su análisis”, y luego continúa diciendo que “Intentar argumentar contra la homeopatía sólo con la química, obviando los motivos sociales que llevan a su popularidad, produce discursos en los que las personas que las consumen son 'idiotas'. Se disfraza de didáctica y servicio social un discurso elitista de consumo interno para la comunidad escéptica”. Tal vez esta sea una crítica válida para algún escéptico perdido en el ciberespacio que además es químico o físico y trata de refutar todo a partir de la ciencia pura. Pero para nada representa la realidad social de la divulgación escéptica en general.
Si de algo se caracteriza el movimiento escéptico, es de ser heterogéneo, es decir, la diversidad de fuentes y voces que denuncian e investigan las pseudociencias desde varias trincheras, sean las de la ciencia, las del periodismo, las de la filosofía, la historia o las de la política. Existen también estudios sociológicos, históricos, psicológicos y filosóficos sobre las creencias irracionales, desde la superstición a las más difundidas pseudociencias académicas, que buscan explicar el contexto en el cual surgen y se expanden. Una de las preguntas esenciales que es objeto de investigación es "¿por qué las personas creen en cosas raras?" ¿Por qué esta o aquella pseudociencia tiene tanto impacto actual? ¿Qué factores sociales, emocionales, económicos o educativos están jugando a la hora que un sector de la población abraza las prácticas infundadas? ¿Por qué algunas pseudociencias (como la alquimia y la frenología) perdieron su atractivo, mientras que hoy día la antivacunación o la negación del calentamiento global son tan populares, incluso entre los discursos de partidos políticos? Todo esto no hace otra cosa más que refutar las afirmaciones del desilusionado Fernando Trigo.
El artículo de El Confidencial termina con algunos puntos expuestos por Mario Bunge en un ensayo clásico de crítica al movimiento escéptico, junto con una coherente conclusión por parte de Isidoro Martínez. El Confidencial muestra un abanico de opiniones sin posicionarse con ninguna, logrando que el lector busque hacer un análisis ante el ecléctico contenido del escrito. Un muy buen ejercicio para todo buen escéptico que sabe separar el grano de la paja, y dar crédito a críticas valiosas, constructivas.
La mala defensa del escepticismo. Un ejemplo
Las críticas al movimiento escéptico existen básicamente desde que inició el movimiento escéptico mismo. No es nada nuevo, mucho menos viniendo de promotores de la pseudociencia, que se acuse a los escépticos de ser ególatras, mentes cerradas, ignorantes, cientificistas, positivistas o incluso "pseudoescépticos". Siempre han existido críticas valiosas igualmente. Aquellas que sobre todo se hacen para lograr que el movimiento tenga mayor cobertura, sea escuchado y aceptado socialmente de manera más sencilla o que se enfoque en temas que a la población le preocupa o le interesa encontrar información fiable. Confundir estos dos tipos de críticas, para luego dar la imagen de que nada malo está pasando, es solo un ejemplo de triste necedad.Un ejemplo de esto último, al parecer, lo pude encontrar en un artículo del blog De Avanzada, de mi ciber-amigo, el periodista David Osorio. El buen Osorio parece confundir un artículo ecléctico, como lo es el publicado en El Confidencial, con una nota "anti-escéptica", algo que por más que busqué no pude encontrar en la nota de El Confidencial. Aunque ofrece críticas y puntos acertados, el artículo en De Avanzada es un ejemplo de lo que no se tiene que hacer a la hora de defender el movimiento escéptico:
* En primer lugar, acusa de manera falsa al autor del escrito de El Confidencial de haber hecho acusaciones contra el movimiento escéptico, cuando el escrito solo ofrece los comentarios de algunos críticos españoles (y anglosajones), junto con una balanceada contra-réplica por parte de escépticos como Gámez y Martínez. Es de notar que para Osorio, desde su mismo título, da a entender que el escrito de El Confidencial muestra que "se ha puesto de moda criticar el movimiento escéptico". Las críticas al movimiento escéptico (las que valen la pena, como las que no) existen desde sus inicios. Si criticar al movimiento escéptico (constructivamente) es una moda, esperemos se vuelva pronto un punto esencial de la formación personal de todo aquel que se vuelve parte del movimiento (y digo personal ya que no existen diplomados en escepticismo científico ni cosa parecida).
*El primer punto que Osorio muestra es tal vez el más salvable, aunque por el aparente tono, muchos podrían pesar que termina dándole la razón a los "críticos del tono violento" del escepticismo. Es cierto, no existe un manual que nos diga cómo ser escépticos y qué tono debe tenerse dentro del movimiento. Vamos, es un movimiento social, no una iglesia. Pero es cierto que algunos "se pasan" en eso de la agresividad. El ejemplo de Dawkins, aunque suele ser casi paradigmático, en realidad no sirve como representación del movimiento escéptico, dentro del cuál hay muchos escépticos tanto de la postura de Dawkins sobre la religión como con muchas otras de sus ideas en biología, divulgación científica y política (un buen ejemplo de esto es este ensayo). Osorio es un hábil defensor de la libertad de ser políticamente incorrecto, punto destacable y digno de aplaudir.
* El segundo punto es donde comenzamos con los cuestionamientos. Aquí Osorio continúa afirmando algo así como "al autor del artículo x dice que y sin aclarar x", cuando cualquiera que lea El Confidencial se dará cuenta que el autor del escrito no está poniendo sus opiniones ni está afirmando nada. Lo que está haciendo es pegar algunas respuestas de algunas personas que toma en cuenta para mostrar los puntos criticables del movimiento escéptico en España. El artículo ni siquiera es concluido con las palabras de su autor, sino con un defensor del movimiento escéptico.
La supuesta acusación de que "los escépticos no aceptamos que la ciencia sea debatible, especialmente como parte de una sociedad", es cierto, es vaga en el escrito, pero no porque esta sea una afirmación vaga de su autor, sino una generalidad de uno de los autores citados dentro de éste. Y aunque es cierto que dicha acusación no sirve para caracterizar el movimiento escéptico en general, es cierto que hay puntos que el movimiento escéptico no se ocupa de discutir cuando se habla de políticas, empresas y sociedad. ¿Deberían hacerlo los escépticos? En muchos casos, tal vez sí, aunque existen muchos temas administrativos, legales o políticos que tienen que ver con algún tema tratado por el movimiento escéptico (como la vacunación o los transgénicos), pero que no son puntos sobre esos temas, sino puntos que se relacionan.
Por ejemplo, existe abundante literatura escrita por escépticos contra el movimiento anti-transgénicos con excelentes explicaciones sobre la aplicación de los alimentos genéticamente modificados, la seguridad de estos productos, la falsedad de los anti-transgénicos y los beneficios sociales de los transgénicos en el futuro de la alimentación de países tanto desarrollados como en desarrollo. Pero existen pocos escritos sobre las empresas que se ocupan de desarrollar los transgénicos, ni sobre posibles actos de corrupción y escándalos dentro de éstas. Lo que no se toma en cuenta aquí es que los escépticos están interesados en averiguar qué hay detrás de las afirmaciones extraordinarias carentes de evidencias extraordinarias, más que en los escándalos de la industria o la política. Para esos últimos existen abundantes críticas, muy necesarias, pero que no son parte del movimiento escéptico, prefiriendo concentrarse en los aspectos administrativos y políticos. ¿Tendría sentido criticar a esos críticos solo porque no se concentran demasiado en derribar los mitos entorno al glifosato o al arroz dorado? No lo creo.
* En su tercer punto, Osorio despotrica contra lo que dice son las "fuentes anglosajonas" del artículo de El Confidencial. Luego de dejar muy en claro que PZ Myers es un deshonesto intelectual del cual se desvincula; arremete brevemente contra el periodista científico John Horgan (acá le dedica mayor atención, otro artículo que deja bastante qué decir) quien hace unos meses presentó una conferencia en la que critica al movimiento escéptico por concentrarse en blancos "fáciles" como la homeopatía o pie grande en vez de cuestionar temas "más importantes" como la teoría de cuerdas, la sobremedicación en enfermos mentales y la guerra (lo que tampoco es nada nuevo. Algunos críticos del movimiento escéptico anglosajón lo llaman "bigfoot skepticism", por concentrarse en temas aparentemente triviales y de poca importancia social como pie grande).
Las críticas de Myers y de Horgan sí son retomadas por El Confidencial. Las de Myers parecen críticas más particulares, mientras que Horgan tiende a generalizar sobre el movimiento escéptico y sus objetivos. Como sea, en el escrito de Osorio no se muestra una respuesta a las críticas de Myers (que tenían que ver más con buscar incluir dentro del movimiento la crítica política y la religión), sino que solo hace un recuento sobre las metidas de pata de este biólogo; sobre Horgan, aunque sí le responde en su escrito en inglés, solo se preocupa por mostrar cómo otros escépticos (como Pinker, Shermer y Krauss) le respondieron a Horgan, sin darle mérito alguno.
Aunque la afirmación de Horgan de que los escépticos deben buscar blancos "difíciles" es una de las críticas más usuales al escepticismo científico, tal como señala Daniel Loxton, esta es demasiado general. Pueden existir infinidad de temas más importantes a tratar, como en efecto lo es la guerra, pero no por eso deben dejarse de lado otros temas. El movimiento escéptico, como bien aclara Loxton, nació a partir de concentrarse en aquellos reclamos de los que otros en el mundo académico no quieren ocuparse por ser "menos importantes".
Una posible solución que conciliaría una opinión como la de Horgan con el canon escéptico, es expandir dicho canon, algo que muchos escépticos antes ya habían planteado. Y de hecho es lo que ha ocurrido. Sin embargo, hace falta más, mucho más trabajo en, lo que me gusta llamar, el escepticismo extendido.
* El punto cuatro que señala Osorio es bastante claro, y estoy plenamente de acuerdo con él, aunque me da la sensación de que no parece haber entendido a qué se refieren en el artículo de que el activismo escéptico es un tipo de activismo político con ciertos principios morales que da por supuestos.
* El quinto punto me parece bastante acertado, tal como también traté de explicar párrafos arriba.
* El sexto punto posee algunas afirmaciones interesantes. En primer lugar hay que resaltar que lo que afirmaba Beatriz Sevilla en el artículo es un enunciado puramente fáctico que puede ser contrastado empíricamente. Y aunque es cierto que hoy en día el movimiento escéptico hay muchísima más participación por parte de mujeres y otros sectores de la sociedad, lo cierto es que es fácticamente endogámico, en el sentido de que estos sectores siguen siendo minorías dentro del movimiento. Cuáles son las causas de esto, puede dar para un interesante estudio (lo mismo en averiguar por qué hay menos mujeres en la comunidad científica que hombres o incluso por qué hay menos mujeres estudiando filosofía o sociología que hombres), pues es un hecho fáctico que puede investigarse.
Lo que un mal crítico del movimiento escéptico, y un mal crítico del crítico del movimiento escéptico, llega hacer es suponer que esto es un punto para cuestionar el movimiento escéptico. Sevilla muestra este punto como algo que ocurre y que, desde luego, debe dejar de ocurrir (y de hecho se está aminorando gracias a las características del movimiento escéptico, tal como las describe Osorio: "un movimiento horizontal, sin líderes ni autoridades, cualquier persona puede hacer parte del mismo; no hay tests de color de piel, de ideología, de nivel de escolaridad ni de ingresos."). Mi punto es, pues, que este no es un punto criticable dentro del escrito en El Confidencial.
* Séptimo punto: totalmente de acuerdo con la conclusión de que "cada escéptico aporta en lo que puede, o lo que le gusta", pero sigue esa falsa acusación al autor del escrito que está siendo "analizado" por Osorio.
*Octavo y último punto que Osorio considera relevante. De acuerdo con que "no se puede esperar que todos los escépticos escribamos o hagamos lobby sobre los mismos temas, pues es algo que no está en la naturaleza de un movimiento amorfo y vagamente definido como el escéptico", pero ¿qué clase de arrogante reduce una crítica a una "pataleta"? Tanto la mencionada crítica de Bunge como la de Horgan, si bien poseen sus puntos criticables (Loxton probablemente es el más claro en eso), también es cierto que buscan aportar a un punto importantísimo dentro del escepticismo científico: saber cuáles deberían ser sus objetivos y sus límites. Ni Bunge ni Horgan piden que los escépticos dejen de hacer lo que han hecho por años, sino que se introduzcan otros temas y se les preste la importancia que merecen, sea la crítica a la teoría neoclásica o a la guerra.
*Por último, David Osorio ofrece una reflexión argumentada que comparto solo en sus dos primeros párrafos. Tampoco creo que, el hecho de que existan problemas internos, como ególatras, arrogantes y maniqueos, sirvan para hacer una generalización de todo el movimiento escéptico. Pero no estoy de acuerdo con su afirmación de que quienes señalan estos y otros puntos del movimiento escéptico sea un "saboteador" ni un "anti-escéptico". Igual que las críticas ofrecidas en El Confidencial, las críticas de otros como Myers, Horgan, Bunge, Pigliucci, etc., pueden observarse puntos importantes platicados por protagonistas del movimiento escéptico mismo.
Escépticos de los escépticos.
Como ya he dicho, los críticos del movimiento escéptico han existido desde los inicios del propio movimiento escéptico, y muchos de ellos han aportado algunos puntos importantes para el debate sobre los objetivos del movimiento y el modo en el que se tiene que buscar tener un impacto en la sociedad. Aquí algunos famosos escépticos de los escépticos, rápidamente:*Marcello Truzzi: este sociólogo es probablemente el creador de la frase "afirmaciones extraordinarias requieren evidencias extraordinarias", falsamente atribuida en ocasiones a Carl Sagan o a David Hume. Miembro fundador del CSI (antes CSICOP o Comité para la Investigación Científica de los Reclamos Paranormales), Truzzi rápidamente se desvinculó de la asociación que ayudó a crear, al encontrarse con "pseudoescépticos", tal como llamaba a los críticos de lo paranormal que desprestigiaban algún reclamo extraordinario antes de hacer investigación.
Aunque la crítica a priori sin investigación previa es algo reprochable en muchos casos, Truzzi comenzó a mirar las afirmaciones sobre parapsicología, ovnis y fenómenos paranormales como algo que debía ser investigado desde cero, sin tomar en cuenta si dicha afirmación contradecía o no conocimientos bien establecidos, algo que dejará al hipótetico investigador expuesto al sesgo y el autoengaño. Para Truzzi bastaba con aplicar el método científico a los reclamos paranormales, con lo cual siempre existiría la posibilidad de que algún día encontraría un fenómeno auténticamente paranormal (tal como anhela en su obra sobre el sentido azul). Pero eso, igual que descartar afirmaciones a priori, solo es hacer mala investigación. Si uno deja de lado los conocimientos bien establecidos y los supuestos generales y metodológicos necesarios para considerar algo como objeto de investigación, se está destinado a ser un pseudoescéptico que predicaba un punto importante a medias tal como lo fue Truzzi.
*Phil Plait: astrónomo y genial divulgador científico, Plait es autor del libro (y blog) Bad Astronomy, donde desenmascara algunos timos y malentendidos entorno a la astronomía y las misiones espaciales. En 2010 Plait presentó una conferencia titulada "Don't be a Dick!" en el evento The Amazing Meeting, organizado por la James Randi Educational Foundation. Plait llamó la atención con una pregunta sencilla que podríamos generalizar de la siguiente manera: ¿cuántos de los escépticos que están leyendo se volvieron "escépticos" porque alguien los llamó tontos o ignorantes cuando antes eran "creyentes"? Probablemente ninguno, ¿o sí?
En la conferencia, Plait nos recuerda que el movimiento escéptico, para ser tomado como un movimiento real, posee objetivos. Algunos de estos pueden ser particulares, tales como evitar que el creacionismo entre al aula o que el fundamentalismo se entrometa en asuntos públicos, pero el movimiento cuenta con un objetivo a largo plazo: cambiar le mundo por uno más racional, un mundo en el que la mayoría de personas tomen decisiones racionales cuando se trata de temas políticos, económicos, de salud o incluso emocionales. Este objetivo es ya de por sí uno bastante grande y, por tanto, bastante difícil de alcanzar. ¿Acaso sería posible llevarlo a cabo diciéndole a ese mundo de personas que no son más que una bola de idiotas e ignorantes? Tal como Daniel Loxton escribió, Phil Plait tan solo vino agregar un aporte más al más largo debate interno del movimiento escéptico.
*Massimo Pigliucci: el biólogo y filósofo de la ciencia Massimo Pigliucci es más que reconocido por sus críticas a varios autores que o son miembros activos del movimiento escéptico o suelen ser modelos para el movimiento escéptico. Pigliucci se caracterizó por ser un excelente divulgador escéptico, columinista de Skeptical Inquirer y autor de varios libros sobre pseudociencias y pensamiento crítico. Sin embargo, comenzó a darse cuenta que cada vez se sentía menos unido a ese grupo llamado el movimiento escéptico. Aunque Pigliucci se ha desligado del movimiento escéptico (así como de Skeptical Inquirer), es probablemente uno de los más lúcidos autores del pensamiento crítico que se pueda encontrar. Eso sí, también tiene sus metidas de pata y falsas generealizaciones.
El año pasado, mientras aún mantenía el proyecto de Scientia Salon, Pigliucci escribió un pesimista artículo sobre "el movimiento escéptico-ateo". En su momento critiqué ese ensayo, así que no repetiré aquí nada de lo ya dicho. Mejor nos concentramos en la crítica directa de Pigliucci: para este filósofo, además de estar de acuerdo con las críticas de Plait, el movimiento escéptico contemporáneo adolece de dos cosas: las autoridades y el cientificismo. Si bien Pigliucci, como todo escéptico, sabe que, en teoría, el movimiento escéptico carece de autoridades o "vacas sagradas", lo cierto es que puede mirarse los frustrántemente fanáticos que llegan a ser algunas (o muchas) personas cuando algún autor reconocido llega a ser cuestionado o criticado. No existe mejor caso de eso que el sorprendente escándalo cuando a Richard Dawkins le retiraron la invitación para participar en NECSS, a causa de conductas académicamente reprobables. Los bloggers y twitteros enfurecidos acusaban a la asociación de ser inquisidores político-correctistas que atentaban contra la libre expresión que Dawkins siempre ejerce gustoso en Twitter. Lo más impresionante para mi, es que habiendo ese tipo de escándalos (y otros ejemplos), muchos se esfuercen en defender a estas personalidades, de las cuales nunca he visto lleguen a publicar una sola crítica.
El otro punto que Pigliucci señala tal vez sea menos acertado: el cientificismo. De acuerdo a este filósofo, el movimiento escéptico , y más en específico, el nuevo ateísmo, se ha infectado de cientificismo, esto es, de una actitud dogmática que asume que no hay otro tipo de conocimiento válido más que la ciencia. Pigliucci mira las actitudes antifilosóficas de autores como Steven Weinberg, Lawrence Krauss, Neil deGrasse Tyson y Bill Nye, así como los errores de Jerry Coyne, Richard Dawkins y Sam Harris en temas como demarcación ciencia-filosofía, moralidad y libre albedrío, como signos de cientificismo entre algunas de las figuras más célebres del movimiento escéptico. Aunque puede ser que estos autores sí cometen errores sobre cuestiones como filosofía o moralidad, dudo que el cientificismo exagerado sea un problema dentro del movimiento escéptico. Para empezar, si algo hace falta dentro del escepticismo es dejar en claro el papel del cientificismo moderado como uno de sus principios generales a defender. El ser cientificista no excluye para nada los aportes de otras áreas como las ciencias sociales o la filosofía, ni tampoco les resta valor. Todo lo contrario, desde una postura bien esclarecida, se puede defender que, a la hora de afrontar el mundo y tratar entenderlo, no existe mejor manera de lograrlo que usando la ciencia (sus métodos y su filosofía).
SI TE INTERESA ESTE TEMA
*"Bigfoot vs the Quest of the World Peace?", artículo de Daniel Loxton sobre los objetivos del movimiento escéptico, en respuesta a la conferencia de John Horgan.
*"Don't be a Dick!", conferencia de Phil Plait en TAM 2010, organizado por la JREF.
*"¡Por fin llegaron los extraterrestres!", artículo de Mario Bunge en el que hace un llamado para los escépticos y cuestionar más seguido las políticas económicas de nuestro tiempo.
*"Why is there a Skeptical Movement", ensayo de Daniel Loxton en el que expresa los orígenes y objetivos del movimiento escéptico contemporáneo.
*"Bigfoot Skeptics, New Atheists, Politics and Religion", artículo de Steven Novella sobre los fundamentos del movimiento escéptico, en respuesta a un post de PZ Myers.