Hay mentiras piadosas, mentiras por error, mentiras deliberadas, mentiras por omisión. Callar cuando debimos hablar es una de las peores mentiras.
'Es algo que va unido a la autoestima', comentó Robert Feldman, psicólogo de la Universidad de Massachussets. 'Descubrimos que en cuanto a la gente siente que su autoestima está amenazada, comienzan a mentir a un nivel mayor'.
No todas las mentiras son dañinas. De hecho, algunas veces mentir es la mejor estrategia para proteger nuestra intimidad de la maldad de otros, comentan algunos investigadores.
Otras mentiras, como la fanfarronería o las realizadas en nombre de la cortesía y la amabilidad, pueden clasificarse como menos serias. Pero, las mentiras descaradas (tanto si implican no contar toda la verdad, o añadir datos falsos) son peligrosas, ya que corroen la confianza y la intimidad, el pegamento de la sociedad.
Muchos animales llevan a engaño, o confunden deliberadamente a otros, pero sólo los humanos estamos configurados para engañarnos tanto a nosotros mismos como a los demás, comentan los investigadores. La gente está tan ocupada manejando el modo en que los demás les perciben que muy a menudo son incapaces de discernir la realidad de la ficción en sus mentes, demuestra el investigador Feldman.
Por ejemplo, en un experimento, Feldman colocó a dos extraños juntos en una habitación. Ambos eran filmados mientras conversaban. Algo más tarde, por separado, se les pidió que contemplasen la cinta y que identificasen aquello que habían dicho que no fuese del todo exacto.
Inicialmente, cada uno de los sujetos decía: 'Oh, todo lo que he dicho es correcto', comentó Feldman. Tras observarse a sí mismos en el vídeo, los sujetos normalmente se sorprendían al comprobar que habían dado algún dato no del todo correcto. Las mentiras iban desde pretender que alguien les gustaba (aunque en realidad no fuese así) hasta afirmar falsamente ser la estrella de una banda de rock.
El estudio, publicado en la revista especializada 'Journal of Basic and Applied Psychology', encontró que el 60% de las personas habían mentido al menos una vez durante la conversación de diez minutos, siendo la media de incorrecciones de 2,92 por persona.
'No estamos intentando impresionar a otras personas sino mantener una visión de nosotros mismos que sea consistente con la forma en que nos gustaría ser', comentó Feldman. Queremos ser simpáticos, suavizar o facilitar la situación social y evitar insultar a los demás a través de nuestro desacuerdo o discordia.
Los hombres no mienten más que las mujeres, pero tienden a mentir para sentirse mejor con ellos mismos, mientras que las mujeres tienen más propensión a mentir para hacer que otras personas se sientan mejor.
Los extrovertidos tienden a mentir más que los introvertidos, tal y como Feldman descubrió realizando una investigación similar en la que empleaban una situación relacionada con las entrevistas laborales.
'La autoestima y las amenazas sobre nuestro sentido del yo son también razones cuando se trata de mentir a los compañeros de trabajo, más que a los extraños', comentó Jennifer Argo de la Universidad de Alberta.
'Queremos parecer mejores cuando estamos en compañía de otros (especialmente de la gente que nos importa) y también queremos proteger nuestra autoestima', comentó Argo.
Argo afirmó sentirse sorprendida de que la gente esté tan dispuesta a mentirle a alguien que conocen incluso acerca de pequeñas cosas, como el precio de un bien.
'Creo que una de las claves por la que la gente decide mentir a alguien es por la tendencia de las personas a centrarse en el corto plazo: salvo mi propia imagen y autoestima ahora, pero más tarde si el individuo engañado lo descubre tendrá consecuencias a largo plazo', comentó ella.
Feldman comenta que las personas deberían preocuparse más del grado de extensión al que tienden a la hora de mentir y que la honestidad produce relaciones más genuinas y confiables.
Ya lo dice el viejo adagio: 'la honestidad es la mejor política'.