El ser humano es desconfiado por naturaleza. Sin embargo, a veces hace falta darle una prueba, sólo una, de que algo es de fiar, para tener su confianza. La confianza de un lector, cliente o seguidor es fundamental para que tus mensajes, tu producto o tu marca, calen. Y cuanto más hondo lo hagan, mejor. Más larga será la relación empresa-cliente o autor-lector. Por eso es importante, una vez que hemos conseguido esa confianza, no perderla. Por nada del mundo. BAJO-NINGÚN-CONCEPTO.
La confianza es como un pequeño tesorito que cada vez es más preciado y más difícil de encontrar en este mundo de locos, en este mundo del “compra”, en este mundo de “yo soy el mejor”, en este mundo de zancadillas y competencia. Por eso, hagas lo que hagas, si tu actividad requiere de la atención o el dinero de un público, tendrás que buscar esa confianza.
Párate a pensarlo: ¿por qué nos gusta algo cuanto más auténtico y “de verdad” lo percibimos? ¿Por qué nos gusta sentirnos identificados con las ideas o valores de un producto? ¿Por qué nos gustan las tiendas en las que nos atiende alguien cercano y amable? ¿Por qué nos sentimos más cómodos leyendo un blog cuanto más conocemos de su autor? ¿Por qué empezamos a seguir a alguien en sus redes sociales y, sobre todo, por qué no le retiramos el seguimiento al cabo del tiempo (o por qué sí lo hacemos)? Puede que la clave de todo esté en la confianza, en la autenticidad y, por tanto, puede que al final para triunfar, en cualquier ámbito, lo primero que necesites sea honestidad.
Hoy en día hay demasiada información y está demasiado accesible (algunos lo llaman “la era de la desinformación”). Es difícil, entre tanto mensaje cruzado, entre tanta publicidad, entre tanta transmisión de ideas e intentos de captación, conseguir la confianza del público al que nos dirigimos. Estamos tan contaminados de tantas cosas que nos volvemos desconfiados y al final, a la mínima señal de verdad, de autenticidad y de honestidad, nos entregamos. (Otra cosa sería cómo recuperar la confianza una vez perdida… pero eso da para otro post).
Así que (y no me enrollo más), si lo que estás buscando es triunfar (sea cual sea tu definición de triunfo y sea cual sea el ámbito en el que quieras alcanzarlo), tienes que tener claro que ser honesto puede marcar la diferencia.
1. Ser honesto contigo mismo:
Lo primero que tienes que hacer es es fiel a quien eres. Eres lo que eres, con tus virtudes y tus defectos, con tus ideas más o menos acertadas y con aquello que ofreces a los demás. El primer paso para ganarte la confianza del público al que vayas a dirigirte es ser claro contigo: hacer cosas que te gusten, porque te gustan; no hacer cosas que no te gusten, porque no te gustan; hacer lo que haces, porque es lo que quieres hacer y no dejar que nada ni nadie se interponga en tus objetivos. Ser honesto contigo mismo hará que te muestres auténtico. Y, no hay nada que venda más que lo auténtico. No hay nada que guste más en este mundo postureta hasta la saciedad. Así que date la oportunidad de ser quien eres, de estar orgulloso de serlo y de mostrarlo al mundo con toda la sinceridad.
Y recuerda: ser honesto contigo implica ser consciente de tus limitaciones y de tus defectos, pero también tienes que ser honesto para reconocer tus aptitudes, tus fortalezas y los valores que pueden hacer de ti y de tu trabajo un bien para los demás. ¡Deja de machacarte! Empieza a ser consciente de lo que vales.
2. Ser honesto con tu trabajo:
Algo tan simple como no utilizar el plural de cortesía (ese “nos encanta escribir en este blog”) cuando eres tú solo, puede marcar la diferencia entre que un mensaje sea percibido como honesto y no.
Analiza cada paso que des y hazlo desde la más profunda sinceridad. No vale de nada que finjas ser bueno en algo en lo que no tienes ni idea (que no es lo mismo que especializarte en ello y formarte sobre la marcha, ojo), no intentes darle una categoría o un valor que no tiene a tu trabajo. Recuerda que tu trabajo, y los resultados que obtengas de él, serán también un reflejo de ti mismo y recuerda, por eso, que tienes que ser honesto también con lo que haces. Si algo no te gusta, cámbialo; si en algo puedes mejorarlo, mejóralo; si tienes carencias o defectos; súplelas, rectíficalos. Pero no finjas. Para conseguir que la gente (lectores, futuros clientes) crean en ti, tienes que ofrecer algo bueno en lo que creer, algo de verdad, algo auténtico. Aquello que ofrezcas al mundo, sea un producto o un blog, tiene que tener verdad. Si no, no conseguirás la confianza de nadie.
3. Ser honesto con los demás:
No hay nada peor para un negocio o para alguien que ofrece algo a otro alguien que las promesas incumplidas. No hacen bien ni a la marca, ni a la imagen de quien las pronuncia. Y sobre todo, a veces son promesas que, desde el primer momento en que se formulan, no se van a hacer realidad. Yo podría prometer a todo el que lee este blog que en él va a encontrar respuestas a sus preguntas, soluciones a sus problemas e ideas para sus vacíos creativos, pero en realidad, estaría mintiendo: yo no ofrezco eso. Yo ofrezco todo lo que sé, todo lo que aprendo día a día y todo lo que soy, a alguien que, como yo, busuqe ser alguien, aprender día a día y quiera saber cada vez un poco más. Si alguno de mis consejos ha servido de algo a alguien, ¡perfecto! Pero no voy a prometer que después de leer dos entradas mías tendrás más éxito que el que inventó la penicilina. Estaría mintiendo, prometiendo algo que no puedo cumplir, y por tanto, traicionando la confianza de quien me lee.
Extrapólalo al ámbito que quieras, a la forma de trabajar que tengas o al negocio que quieras, pero recuerda: ofreciendo cosas de verdad, trabajo de verdad y valores de verdad, se obtienen mejores resultados que pintando castillos en el aire. Porque vender no es engañar, que alguien te consuma no es atraerlo con malas artes y darle algo, sea lo que sea, de una calidad semidecente. Vender, implique un pago de por medio o sea por amor al arte (yo, como blogger, expongo mi contenido y te lo vendo a ti, que lo lees, que lo consumes, aunque no me pagues por él), es establecer una relación de confianza entre el vendedor y el cliente.
El resto, es todo menos honestidad. ¿Y para qué te sirve la honestidad?
1. Para marcar la diferencia: siendo honesto contigo, te conoces; siendo honesto con tu trabajo, conoces lo que ofreces y siendo honesto con los demás, sabes qué puedes aportarles. El conocimiento implica tener la capacidad de diferenciarse.
2. Permite crear la confianza necesaria en tu público: cuanto más honesto sea, mayor será el grado de confianza de tu consumidor, sea cliente o lector. Y con esa confianza, necesariamente, se establece un vínculo.
3. Honestidad es igual a calidad (al menos, en la mayoría de los casos): y ofrecer calidad es ofrecer valor.