Revista Opinión

Por qué no entendemos lo que pasa

Publicado el 31 mayo 2016 por Vigilis @vigilis
No puede haber un debate si dos posiciones no emplean las mismas palabras y los mismos significados y no parten de una base de sinceridad intelectual compartida. Si en una conversación sobre magdalenas uno se refiere a los bollos y otro está todo el rato pensando en que la magdalena es un pescado, las recetas sobre las magdalenas nunca serán correctas aunque las dos partes estén completamente seguras de tener razón.
Por qué no entendemos lo que pasa
Los griegos tenían esto muy claro: antes de cualquier diálogo era necesario ponerse de acuerdo en los términos del debate. Hablamos de esto y aquello y aun partiendo de posiciones diferentes entendemos que las cosas de las que hablamos son las mismas. Sería poco productivo que se pronunciaran las mismas palabras con significados distintos, porque eso ya no sería un debate sino dos monólogos.
Creo que ésta es la razón por la que muchos debates son muy cansinos. Es inevitable caer en el sopor que produce el saber que se está hablando con una pared.
En los Discursos a la nación alemana Fichte necesita una excusa para llevar los términos del debate a un lugar que no entre en contradicción con su argumento. La diatriba del alemán consiste en contraponer lo romano a lo alemán y defender que lo alemán es superior, que lo alemán es algo que une a los alemanes y de lo que deben sentirse orgullosos (esta obra es precursora de todo nacionalismo y como tal alude constantemente al "ellos", en este caso a quienes veían al latín como la lengua de la educación y la filosofía). Como los argumentos utilizados hasta el momento no le bastan, Fichte se inventa nuevos argumentos (la ética cultural alemana es superior a la romana). Claro, en los términos de la filosofía clásica y de la tradición cristiana eso de "ética cultural" no existe. Fichte comienza a arar en un campo nuevo de debate en el que sus oponentes carecen de términos para contraargumentar. Luego se unirán los estados alemanes, aparece el Imperio Alemán, invade Europa, aparece la Kulturkampf contra el catolicismo, llega la Primera Guerra Mundial, los vencedores compran la mercancía averiada de los vencidos, llega la Segunda Guerra Mundial, mucha gente acaba en las cámaras de gas y nuevamente los vencedores compran la mercancía averiada de los vencidos. Pese a que Kultur y nacionalismo son las ideas últimas responsables de decenas de millones de asesinatos, siguen siendo cosas que están funcionando por la dificultad de establecer términos del debate compartidos.
Es como tratar de convencer a un chamán de que por mucho que baile no hará llover. O como tratar de convencer a un astrólogo de que la posición de los astros no influye en absoluto en la vida de nadie. Se pueden presentar pruebas empíricas, resultados estadísticos... pero como el chamán, el nacionalista y el astrólogo no funcionan con esos parámetros toda discursión es inútil. Tan solo queda esperar que caigan del caballo.

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"Hungría no es Israel", dice esta camiseta de un partidario del gobierno húngaro.

La bicentenaria grieta entre el idealismo alemán y todo lo demás es algo que parece un asunto de cuatro frikis y a lo que no se presta atención. Mi punto es que esta grieta sobre la que no puede haber puentes explica muchas cosas que están pasando. En concreto me refiero al actual avance de las posiciones particularistas e irracionales frente a las universalistas y racionales.
La construcción del espacio político europeo, cuyo sentido original era el hacer de tapón al imperio soviético, encuentra hoy —sin imperio soviético, al menos sobre el papel— mucha oposición interna. Vemos cómo con el proceso de internacionalización e interdependencia de las economías nacionales la socialdemocracia ya no es la base ideológica del sistema y cómo en varios países fuerzas políticas populistas obtienen cierto éxito defendiendo posiciones contrarias a la construcción europea, al multilateralismo y al universalismo. El repliegue de la socialdemocracia deja un terreno lleno de propuestas diletantes y extravagantes (los derechos de los animales, la oclocracia asamblearista, la discusión de instituciones seculares, el chamanismo, el derecho a la inmadurez, la frase "estilo de vida", el aislacionismo, el pacifismo, el ecologismo, etc.). Este humeante "paisaje después de la batalla" es terreno abonado para aquellos que esperaron pacientemente acechando bajo el fango.

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Venga banderas.

En un contexto posmoderno en el que las ideas de verdad y belleza se discuten y hay gente que contesta un argumento con la frase "esa es tu opinión" hasta la misma respuesta contra los reyezuelos y chamanes se deshilvana. De esto tampoco se habla mucho. Los que se oponen a un discurso están instalados en un presentismo y en una inmediatez poco útl a la larga. Es lo de asumir el lenguaje del contrario. Centímetro a centímetro las posiciones contrarias a los chamanes empiezan a pasar por alto por qué son posiciones contrarias a los chamanes y el debate pasa a ser un producto de la mente enferma del doctor Frankenstein. Se mezclan argumentos contradictorios, se emplean términos del debate propios del enemigo y cuando te quieres dar cuenta ya han ganado. Y que ganen estos altramuces significa volver a poner al continente patas arriba. No exagero, que nadie se llame a engaño. Esto siempre acaba igual. No existe una vacuna para las malas ideas y sus horribles consecuencias. Hay cosas que no se arreglan para siempre. Hay cosas que hay que reclamar constantemente.

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Mira, el 75%, como Noruega, que sin estar en la UE adopta las directivas europeas. Ups.

Es que parece que al tener una constitución y una vajilla en el aparador todo el mundo va a saber comportarse, pero no tenemos ninguna seguridad sobre esto. Por ello es importante no dejar de reflexionar sobre el asunto y de exigir a quienes tienen altavoz que lo usen. Y sobre todo no caer en el sopor que produce el debate amañado. Y algo que me fastidia mucho: no aceptar los términos del que se te opone. Que son chamanes, que no saben lo que es un termómetro.
El otro día cayó un niño en la jaula de un gorila en un zoo americano. Los guardias le pegaron un tiro al simio y rescataron al niño. Lo normal ¿no? Pues no. Muchas personas acudieron al zoo a ponerle velas al mono y llevarle flores. Hubo asociaciones animalistas que pidieron procesar a los responsables del zoo, etc. Toda la respuesta fue muy democrática y tolerante. La prensa cediendo el micrófono a chalados que decían que los animales recibían un trato inhumano, etc. todo el paquete. Quienes pensamos que si hay que elegir entre un niño y un mono no existe un universo posible en el que el mono gane, pasamos a ser "una opinión más". Es alucinante. Son las pequeñas cosas, los centímetros que se ceden día a día, inadvertidamente.

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Esa es tu opinión.

Debates en televisión en los que las diferentes posiciones tan solo son apariencias de diferencias. Las diferencias no son sustanciales sino accesorias. Exactamente lo mismo —desde la filosofía que subyace— ocurre cuando en lugar de un debate sobre los derechos de los animales se trata el asunto del irredentismo reaccionario. Hay posiciones a favor y en contra (cosa que ya es sorprendente porque podía haber debates sólo con posiciones en contra y no hablo de las juergas de debate de 13TV) en el que se asume que las dos posiciones están al mismo nivel en el plano de las ideas. ¿Alguien vería un debate nivelado si se produce entre un médico y un chamán? Claro, el productor del programa sí es capaz de distinguir cualitativamente entre los dos ya que uno se basa en nada y otro se basa en una disciplina cuyos resultados son contrastables. Pero entre el trabucaire y el ciudadano, el productor del programa no lo tiene tan claro. Ahí la belleza, la verdad y la libertad ya han fracasado. Ahí ya hay cosas rotas.
Yo a veces planteo la idea de que alguien cuyo objetivo es que la república desaparezca no puede postularse a un cargo público (me va la marcha). Incluso para que esa persona no caiga en una contradicción pienso que debe darse cuenta de que su objetivo sólo es alcanzable mediante una revolución o una invasión. Sin duda mi posición ahora mismo se califica de antidemocrática, con toda la estúpida carga religiosa y espiritual de la palabra. Sin embargo, si digo que acepto a quienes se presentan con el objetivo de variar las leyes vigentes entonces ya estoy libre de pecado. Entre los dos postulados no existe contradicción, pero dependiendo de lo primero que diga entro o no en cierta lista negra. Es la magia. El poder mágico de hacer ciertos pasos de baile en el centro de la aldea.

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Tell me what you want, what you really, really want, que diría Britney Spears la mujer de Beckham.

Volviendo al escenario europeo, decía que existe un ascenso de posiciones populistas y reaccionarias frente a principios que se entienden como universalistas. En lo mollar las grandes diferencias tienen que ver con la resistencia a ceder soberanía. De ahí que por ejemplo Pablemos y el Front National lleven exactamente el mismo programa político a las elecciones (salir de la zona euro los españoles y los franceses, o la famosa apelación al "estado fuerte"). Sin embargo los reaccionarios españoles saltan con la respuesta preparada de que ellos no están contra la inmigración. Sería muy sencillo responder que si bien no están en contra de la inmigración, tampoco quieren que todos los ciudadanos tengamos los mismos derechos. Al final del día es exactamente la misma cuestión: quebrar el imperio de la ley y deshacer la idea de república. No existe república si el estado no llega con la misma potencia a todos sus rincones. Pero nuevamente actúa la magia y dependiendo del predicado que se acentúe se produce un efecto u otro aunque las ideas sean las mismas.
Cosas similares a las de España y Francia ocurren en Reino Unido, Austria, Polonia, Suecia, Dinamarca, Finlandia, Hungría, Países Bajos y Alemania. Mucha gente se dedica a estudiar este estado de cosas y hablan del vacío que dejó la desaparición de la socialdemocracia, yo personalmente le doy importancia a la cuestión demográfica y por supuesto siempre está presente el debate sobre el nivel de protección que el estado debe dar a sus ciudadanos. Pero este nuevo escenario en el que una parte no debate sobre una base compartida es un escenario especialmente complicado porque el cadáver de la socialdemocracia ha dejado el terreno abonado de relativismo para que pueda ser escuchado el populismo reaccionario. Y están las cuestiones en las que la UE directamente apesta por su torpeza e ineficacia (no sé por qué la palabra euroescéptico se emplea para señalar a los que están en contra de la UE y no a aquellos que son escépticos. Bueno, sí lo sé: la UE no es una cosa especialmemte sensible a las diferencias de opinión sobre su autoconstrucción).
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Decía que muchos están estudiando esto pero yo me planteo lo que vendrá después. Históricamente el regreso al statu quo ante nunca se logró: del Congreso de Viena a las siguientes revoluciones pasaron poquitos lustros, Yugoslavia después de una dictadura personalista volvió a las andadas, Sudáfrica está hecha un carajal, etc. En esta UE ya hay cosas rotas (los propios "no euroescépticos" han levantado muros internos) y lo que venga mañana ya no se va a parecer a lo de ayer. La incertidumbre.

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