Es evidente que en la actualidad, la obesidad, el sobrepeso y la baja forma física son plato del día en la mayoría de los países desarrollados, aumentando en miles cada año que pasa. Muchas personas se ven frustradas en su intento de perder peso y rebajar esos kilos tan molestos. Las dietas milagro, el ejercicio extenuante, los ayunos, las pastillitas adelgazantes... Gran cantidad de herramientas que suelen mostrar resultados inútiles, no sirven de nada.
En esta ocasión, me gustaría aclarar dos aspectos fundamentales que dificultan la pérdida de peso, existen otros bastante importantes también, pero considero, desde mi experiencia y conocimiento que los que voy a explicar aquí son los que van a marcar la diferencia. Ya estoy harto de oir al igual que vosotros que hay que hacer más ejercicio o que hay que comer menos, pero todos los que incentivan estas prácticas inconscientemente están transmitiendo sensaciones negativas a la persona afectada o que quiere perder peso.
¿Quién de nosotros no querría perder peso sin dejar de cenar pizza, o espaguetis, o la mahonesa y la mantequilla del pan? Todos. O ¿quién de nosotros no querría perder peso sin necesidad de ir al gimnasio o al parque a hacer deporte, tan sólo con andar un par de kilometros a la semana?
Pues bien, espero que esto quede explicado con lo que viene a continuación:
Perder peso y termogénesis adaptativa
Lo más normal a la hora de perder peso suele ser comer menos y hacer más ejercicio. Teóricamente es lógico. Si meto menos energía o gasto más energía de la que ingreso, pierdo peso. Esto funciona bien al principio, pero llega un momento donde nos estancamos y a pesar de seguir reduciendo calorías no bajamos de peso, aquí es donde entra en juego el término termogénesis adaptativa.
La termogénesis adaptativa es un proceso interno que se produce en nuestro cuerpo en momentos de ayuno, escasez de alimentos o condiciones climatológicas adversas principalmente. Se trata de mantener el calor y regular la tasa de metabolismo basal. Este proceso está regulado a nivel hipotalámico, mediante la producción de TSH, una hormona que estimulará a la tiroides para fabricar tiroxina, y ésta a su vez obligará a nuestras células a producir energía.
Cuando reducimos las calorías de nuestra alimentación y lo mantenemos en el tiempo, nuestro organismo pone en marcha este proceso para adaptarse al cambio. Para ello gestionará el gasto energético en pro de un ahorro de energía, ya que el aporte es cada vez menor. Dicho de otra manera, nuestro cuerpo cada vez quema menos calorías.
Para aquéllos que estén estancados en su pérdida de peso, si están practicando una dieta hipocalórica, deben saber que la termogénesis adaptativa perjudicará su progreso, aunque coma menos; es más, cuantas menos calorías consuma, más energía ahorrará su organismo para seguir manteniendo la vida.
¿Cómo se corrige este proceso?
El ejercicio intenso ha demostrado ser eficaz, pero puede ser perjudicial debido a las pocas reservas de energía que tendrá la persona para afrontar la práctica deportiva. Otra forma más saludable es aumentar el consumo de calorías. Con razón, en ocasiones les digo a mis clientes y conocidos que a veces para adelgazar hay que comer más. Evidentemente se debe incrementar el consumo de alimentos saludables e integrales.
Por tanto, no se trata de hacer dietas más estrictas o pasar más horas en el gimnasio. Nuestro cuerpo es listo y se adaptará en cuestión de semanas a los cambios metabólicos que sufre, convirtiéndote en una máquina oxidada incapaz de quemar combustible. Además, en artículos anteriores comenté la importancia de mantener una buena masa muscular, para incrementar la tasa de metabolismo basal y aumentar así el gasto calórico en reposo. De esta manera podremos seguir disfrutando de nuestros caprichos más a menudo.
El proceso de adaptación termogénica en dietas hipocalóricas se agrava cuando son prolongadas (se entiende aquí el concepto de efecto rebote). Por ello algunas personas practican de vez en cuando los ayunos intermitentes. Los ayunos intermitentes no disminuyen de manera tan pronunciada la tasa de metabolismo basal, ya que suelen hacerse una o dos veces en semana. De esta manera obligamos a nuestro organismo a quemar calorías de la misma manera que cuando comemos con normalidad. El semiayuno tiene la ventaja de que no llega a ser una reducción tan brusca de calorías como podría ser un ayuno de 3 o 4 días.
El ayuno no debe utilizarse para buscar una pérdida de peso, es necesario preparar al cuerpo semanas antes para evitar problemas de salud. El ayuno tiene fines depurativos y es para lo que debe utilizarse.
Todo esto se resume en:
- Para adelgazar tienes que comer más alimentos saludables e incrementar tu masa muscular.
- Para adelgazar NO tienes que comer menos y hacer mucho deporte, pues a la larga la pérdida de peso se verá estancada y tu capacidad para quemar energía será mínima. La causa es el proceso de termogénesis adaptativa y tus bajos niveles de masa muscular, que provoca una dieta hipocalórica.
Perder peso y estrés
Ya deberiáis de saber que el estrés es un factor increíblemente negativo a la hora de perder peso, sobre todo el distrés (estrés malo). Lo más importante de eso es que el estrés a diferencia del aspecto anterior es que potencia los problemas de salud.
Los altos niveles de estrés negativo prolongados en el tiempo acarrean numerosos cambios hormonales y metabólicos.
Al principio el estrés agotará tu organismo a nivel energético, quemando minerales, nutrientes y energía de manera inútil. Si no frenas este proceso, tu organismo se verá obligado a hacerlo por ti. Para ello reducirá tu tasa de metabolismo basal, enlenteciendo la mayoría de los procesos bioquímicos necesarios para la vida que tienen que ver principalmente con la formación de tejidos, síntesis de proteínas y metabolismo celular (anula el sistema nervioso parasimpático).
No sólo engordamos, sino que nos veremos más mermados en salud. Los problemas que ocasiona el estrés son infinitos, pero sólo mencionaré en este artículo su repercusión en la pérdida de peso.
Sabemos ya que reduce la tasa de metabolismo basal, pero no sólo eso. El cortisol, que es la principal hormona que se segrega cuando nos estresamos, perjudicará la acción de la insulina, haciendo que nuestras células pierdan sensibilidad a la misma (la glucosa no se podrá utilizar correctamente) favoreciendo los depósitos de grasa. El estrés moviliza los depósitos de grasa hacia zonas delicadas, como el abdomen y los glúteos. Consume además una gran cantidad de aminoácidos esenciales, necesarios para la síntesis de masa muscular, como hemos dicho, si nuestra masa muscular se ve disminuida, también lo hará nuestro metabolismo.
Por tanto, si quieres adelgazar es casi imprescindible erradicar los focos de estrés. No importa que comas menos, o te esfuerces más en tus entrenamientos (en muchas ocasiones el ejercicio intenso empeora la situación), si sufres de estrés, te será complicado perder peso. ¡Cuidado!, no olvidemos que el estrés aumentará nuestros niveles de ansiedad, que nos incitará a consumir alimentos muy refinados que nos den una satisfacción inmediata.
En casos de distrés prolongado, la mejor opción para adelgazar suele ser no hacer nada. Un buen descanso en todos los aspectos podrá romper el circulo negativo que te rodea y acelerar tu progreso.
Todo esto se resumen en:
- Si quieres perder peso debes reducir tus niveles de estrés al mínimo. Utiliza el ejercicio moderado, psicoterapia, masaje, cambio de aires...
- Hacer más ejercicio y comer menos no te ayudará a perder peso si sufres un estrés importante, todo lo contrario.
Me hubiese gustado enrollarme mucho más pero me vale con que recordemos estos dos aspectos, que muchos profesionales no dicen o pasan por alto. Os recomiendo leer también el artículo 5 errores a la hora de adelgazar en el blog de Gama Natural.
Espero que os sirva de ayuda ¡A seguid san@s, no lo olvidéis!