"Inestable. Aunque estaba a punto de decir mono con una escopeta. Tiene buena puntería, por ahora. [Musk es] muy inestable. Una persona con tanto poder y con tanta influencia me causa preocupación; también porque se idolatra mucho. A todas las personas las tendríamos que tener un el plano de más humano, y Elon Musk sus fallos, tiene sus problemas." José Luis Crespo (respondiendo qué piensa del magnate).
Fragmento de Existential Comics, por Corey Mohler.
Como ya deben saber, no soy físico ni tampoco ingeniero. Soy de humanidades, aunque la ciencia sea uno de mis grandes amores. El estereotipo del sujeto de humanidades suele ser el de alguien poco interesado en su imagen, que siempre carga con algún libro poco atractivo para la mayoría y fuertemente desconectado con la innovación y la tecnología. Muchos en humanidades se burlan de las ideas de los ingenieros de un futuro en el que la tecnología ha progresado tanto, que se cuenta con autos voladores, viajes turísticos de la Luna a Marte, inteligencia artificial conviviendo con nosotros o nosotros transformándonos en ordenadores y cosas parecidas. El progreso es, pues, esa moneda que los de humanidades parecen repudiar, mientras que los ingenieros (y los físicos en muchas ocasiones) atesoran como la llave para volver realidad sus fantasías de la ciencia-ficción.
Así, mientras el estereotipo del sujeto de humanidades no valora el progreso, el ingeniero (mejor dicho, su estereotipo) vende el progreso como el estandarte de todas y cada una de sus visiones del futuro, y de quienes supuestamente lo construyen. Creo que, aunque imposible que sean verdad en su totalidad ni que se apliquen a todos, los estereotipos de los sujetos de humanidades y de los ingenieros llevan algo de verdad. En mi caso, soy muy torpe con la tecnología y no tengo mucho interés en mi imagen personal; también suelo leer algún libro (lo que creo que comparto con muchos que no son de humanidades), y aunque puedo diferenciarme porque creo que el progreso social es un proceso real que actualmente sigue ocurriendo, soy bastante escéptico con las promesas de progreso por parte de sus más grandes estandartes, en especial cuando ese progreso está íntimamente ligado a alguna multinacional, sea Microsoft, Bayer, Amazon, Disney, Apple y Tesla (o su hermana Space X).
Es en ese último sentido que no confío en alguien como Elon Musk, y de hecho, a diferencia de otros rostros del libre mercado (como, por ejemplo, Bill Gates), entre más conozco a Musk más odioso me parece. Y miren, antes que decidan dejar de leer porque creen que lo que sigue es choro anticapitalista o algo por el estilo, reconozco que mucho de lo que hoy es parte del progreso social que hace la vida de muchos más fácil y cómoda, se la debemos en cierta medida a empresas como las ya citadas, y que también las empresas de Musk han obtenido avances imposibles de negar para la tecnología y la ingeniería, así como han abierto innovaciones que van desde la comodidad más personal (como hacer compras con PayPal) hasta el rejuvenecimiento de sectores necesarios del futuro de la humanidad, como los autos ecológicos, la exploración espacial y el turismo del espacio. Sería tonto negarle el lugar que se ha ganado Musk en la historia, especialmente en la historia de la exploración espacial.
El (verdadero) lugar en la historia de la tecnología (no de la ciencia) de Elon Musk
Su trolleo a la Flat Earth Society ha sido
de los mejores, si me lo preguntan.
¿Y cuál es ese lugar en la historia ampliamente aplaudido que ocupa Musk? Bueno, es el de ser el primer empresario en dirigir la primer compañía en mandar personas al espacio y traerlas de regreso vivas, lo que implica a su vez un tremendo trabajo en innovación (y gigantesca inversión) en la ingeniería aeroespacial. Mirar los cohetes Falcon 9 ir y venir del espacio es un deleite para todo friki (me incluyo gustoso). No podemos juzgar cómo se recordarán en el futuro otros proyectos, como Neuralink o Hyperloop (aunque somos muchos los que sospechamos que quedarán en el basurero de la historia), por lo que no comentaré nada más sobre éstos.
Creo, además que no existe ninguna persona decente que esté en desacuerdo con el sueño que Musk tiene de nuestro futuro:
Me gustaría morir pensando que la humanidad tiene un futuro brillante. Si podemos resolver la energía sostenible y estar en camino de convertirnos en una especie multiplanetaria con una civilización autosuficiente en otro planeta… creo que sería realmente bueno.
Listo. Es todo. Apaguen y cierren bien cuando se vayan, terminamos. En serio, ese es el lugar tan elogiado de Elon Musk, el abrir esa esperada puerta al sector industrial que es el negocio espacial. Bueno, si quieren añadirle algo más, pueden decir que fue la inspiración de juventud de Martí Montferrer, del canal C de Ciencia. El edutuber está tan enajenado con Musk, que dice que Musk es nuestra única esperanza para salvarnos (no se rían, que se ve que habla en serio). ¿Eso cuenta también? Lo dudo.
Suena muy seco de mi parte, pero es que realmente eso es lo que los amantes de la ciencia le debemos a Musk, no más. Sí, tal vez se ganó un lugar en la historia de tecnología contra el cambio climático al ser la primer empresa en ofrecer un auto eléctrico (relativamente) económico. Y sí, PayPal significó una revolución económica para muchos. Pero esos no son los puntos que edutubers encandilados con el brillo Musk suelen citar como sus mejores aportes a la humanidad, y ciertamente siguen siendo puntos relativamente pequeños cuando se les contrasta con otros grandes hitos en los respectivos campos. Entonces, como decía, ya terminamos, ¿no? Tres párrafos para la historia de la ciencia (de hecho, de la tecnología, más que de la ciencia).
Pues no. Este artículo terminaría aquí si solo habláramos de "lo bueno" de Elon Musk. Pero usted es un lector muy hábil, y ya se dio cuenta que esto no ha respondido la pregunta que lleva por título esta nota. No podría ser antifan de Musk por sus logros empresariales, que sinceramente asombran (y tal asombro puede ser bien aprovechado por muchos divulgadores para inspirar al público para dedicarse a la ciencia) y que he seguido en vivo cuando ocurrieron. Si los fans de Musk se limitaran a expresar cuánto han aplaudido solo estos logros, creo que no sería necesario un despotrique contra un empresario más. Pero esto no es lo que ocurre en la realidad. En la realidad, tenemos a edutubers con casi dos millones de seguidores, que suelen ser racionales y excelentes divulgadores en su materia, pero que están comparando "el genio de Musk" con Leonardo Da Vinci (y ni hablar de los que lo comparan con personajes ficticios, como Tony Stark, que no quiero que se enojen conmigo si terminan escupidos en la cara de semejantes carcajadas que me doy), y lo creen con toda sinceridad. Y lo peor, el principal culpable de vender tal imagen no es otro que el propio Elon Musk, y tiene un enorme interés para que todos lo vean como héroe y visionario excéntrico.
Endiosar a un empresario
El año 2000 imaginado a finales del siglo XIX.
¿Qué tan cerca está de esto la imaginación de
Musk y su club de fans?
Es decir, en el siglo XIX imaginaron la utopía del siglo XX porque ignoraron los cambios y la evolución cultural. Y parece que los fans de Elon Musk vuelven a caer en este error, asegurando que es la "única esperanza" para nuestra especie. ¿La única esperanza para quién? ¿A partir de cuándo? ¿Cuántos y en qué sentido el número que se ofrezca para responder significa realmente "nuestra única esperanza"? Y claro, no hay nadie más feliz en vender esa imagen de "el futuro" que Musk. La realidad, sin embargo, nos ha mostrado que no, el progreso no es una cuestión que logre una empresa o un sector de la industria, sino que se logra a partir de reformas culturales a distintos niveles (económicos, políticos, morales, legales, e incluso religiosos). Imaginar que tendremos ciudades solo con autos ecológicos, con cerebros conectados a computadoras y a la Luna como destino turístico a la vuelta de la esquina, es solo eso: imaginación. Y no puede volverse realidad solo por la obsesión de un magnate, sino que necesitaría cambios profundos, incluidos aquellos en donde Musk se vería afectado económicamente.
Y esto último nos lleva con el segundo problema que tengo con Musk. No estamos hablando de un filántropo, ni de un humanista, ni se diga de un defensor de causas que impulsan el progreso (empezando por la defensa de los derechos básicos), sino de un empresario. Sí, el sujeto sueña con ir a Marte, y todo indica que está dispuesta a gastar sus millones completitos para lograrlo. Pero es eso justamente lo que más lo deja en evidencia: como empresario piensa en él mismo y en cómo alcanzar sus objetivos beneficiándose a sí mismo. Yo sé que este es el pensamiento en general entre empresarios (aunque tal vez no lo afirmen así de seco). Para él, los inventos, la innovación tecnológica, los adelantos en comunicaciones y transportes, el cuidado del medio ambiente, son todas oportunidades aprovechables de negocio. Y nuevamente, sé que eso es común en el sector industrial, y que no tiene por qué ser necesariamente malo o cuestionable: explotar nuevos nichos que se abren en la industria es algo de su propia naturaleza. Lo cuestionable es pensar que esta visión es la mejor o la principal para cambiar el mundo en el buen sentido de la expresión, y no hay nadie más feliz en hacer que más personas lo crean que el propio Musk.
Claro, más de uno podría pensar, en ausencia de un contexto claro, ¿por qué? ¿Por qué no puede ser que un visionario capitalista cambie el mundo en el buen sentido de la expresión, por sí solo (bueno, con su compañía)? ¿Que no es justo eso lo que hicieron grandes como Coca-Cola, Apple, Microsoft, Facebook, Disney o Amazon? Pues no. Ciertamente esos son ejemplos de enormes industrias, pero éstas no lograron ser grandes por méritos propios únicamente. No es que la oferta y la demanda no tuvieran nada que ver, pero también han tenido que ver las facilidades que tuvieron en sus campos, las inversiones, así como su alianza con gobiernos mediante tratos preferenciales (tanto en su país como en otros), y eso sin mencionar la larga y preocupante serie de quejas en contra de estos grandes (y otros más) al sortear impuestos, apoyar políticas que les beneficiaban haciendo uso de su influencia, la competencia desleal que raya en oligopolios y monopolios (otra vez, tanto en su país como en otros). Y si hablamos de cuestiones que tienen que ver con gastos enormes, como lo sería la exploración espacial (y ya ni hablar de sus consecuencias a corto y largo plazo), tal vez nuestro escepticismo sobre el mérito propio se vuelva aún mayor, tal como hace no tanto nos hizo ver el astrofísico Neil DeGrasse Tyson en una célebre entrevista, cuando le preguntaron sobre el sueño espacial de Musk:
Por cierto, soy escéptico en un par de niveles. Necesitamos que la gente piense de esa manera. Quiere enviar una misión a Marte, necesitamos a esa gente en la sociedad. De lo contrario, el resto de nosotros pensamos que cada día debería ser como el anterior.
Así que, déjame empezar con eso, pero puedo decirte que las primeras personas en hacer cosas realmente caras, cosas que fueron peligrosas, que la gente podría morir y que no se conocía el retorno de la inversión, no fueron gente de negocios. Esos fueron los gobiernos.
Los primeros europeos en el nuevo mundo no fueron la Compañía Comercial Holandesa de las Indias Orientales, sino Colón, financiado por España. Luego dibuja los mapas y aquí están los vientos alisios y aquí están los albergues y los amigos, aquí es donde se encuentra la fruta que se puede comer; entonces se puede hacer un caso para el negocio.
De lo contrario, es una reunión muy corta si digo "oye, voy a ir a Marte con todos ustedes, capitalistas de riesgo" y empiezan a hacer preguntas, "¿cuánto cuesta?" No lo sé, pero mucho, "¿Es peligroso?" Sí, la gente probablemente muera, ¿cuál es mi respuesta sobre la inversión? No tengo idea, probablemente cero. Es una reunión de cinco minutos y no ocurre.
Así que alguien tiene que salir con una visión a largo plazo, más larga que la de los informes trimestrales y una vez que las patentes se conceden y se ha establecido lo que es peligroso y lo que es seguro, entonces se hace el caso para los negocios.
Si nos concentráramos en cada detalle que demuestra que los grandes imperios corporativos no son el resultado del genio o la creatividad de un solo individuo, tal vez nunca acabaríamos. Pero hablando sobre ese mito, el mito de la meritocracia, uno de los más interesados en perpetuarlo en la cultura popular es, adivinaron, Elon Musk.
El mito de la meritocracia y cómo creer en cualquier chifladura después de eso
Nivel de pensamiento crítico de algunos
"edutubers."
Creyéndose el mito meritocrático tal vez les brinde algo de consuelo o comodidad: el mundo es justo, Elon Musk es un ejemplo de cómo esforzarse mucho, trabajar arduamente y sacrificarte te puede volver millonario. Y todo por uno mismo. Es una creencia que, como la esperanza en el goce de la vida eterna de la religión, motiva a seguir cargando una cruz. Pero esto, igual que la vida eterna, es un engaño y no se sostiene sin importar cuánto deseemos que sea verdad. Es falso que Musk llegó a ser lo que es por su brillante mente de emprendedor o sus geniales ideas para los negocios de la innovación. La realidad es que Musk siempre tuvo todo de su lado: una familia millonaria (cuyos millones ya eran ganados por su padre antes de que cumpliera 30, por negocios que han sido objeto de sonadas controversias, incluyendo la de una mina de esmeraldas en tiempos del Apartheid) que fue capaz de educar a su hijo en Sudáfrica, Canadá y EEUU. Es difícil pensar que esta forma de iniciarse en los negocios sea considerada de competencia justa, cuando pueden darse miles de ejemplos de personas que, por más trabajadores, brillantes y capaces, no logran salir del hoyo de la clase media baja, o incluso terminan en niveles económicos menores.
No es posible que sigamos creyendo que el éxito de las empresas de Musk se deba a que son lo más cool, cuando éstas reciben miles de millones de dólares de subvenciones gubernamentales (tan solo en 2015, se contaban en 4,900 millones de dólares), a la vez que el tipo (y muchos de sus molestos fans) llega al nivel de cinismo de pedir libertad de abrir a las empresas en uno de los peores momentos de la pandemia e incluso tomando la decisión de abrir la suya aún con las restricciones impuestas. Y, por supuesto, después de creer que todo esto se justifica por su genialidad, por creerlo el nuevo Da Vinci o, peor, decir que, como es humano (como todos) se equivoca, y como todos nos equivocamos entonces no hay razón para ser tan ácidos en la crítica; bueno, qué importa si sus megaproyectos son innecesarios y dañinos para la comunidad científica (y potencialmente letales para el mundo); qué importa entonces si el propio Musk se pone a pontificar y vanagloriarse de un golpe de Estado (como el ocurrido en Bolivia); qué importa que se vuelva uno de los más influyentes covidiotas del 2020; qué importa que sus empresas no sean paraísos terrenales de la innovación, sino lugares de explotación que intimida a sus empleados si intentan tener voz, al crear un sindicato; qué importa si hay actitudes racistas en sus empresas, y que él sea capaz de menospreciar el asunto al grado de justificar indirectamente tales actitudes... Y podríamos seguir.
Como sabemos quienes hemos estado por años advirtiendo del peligro de las creencias falsas en salud y en ciencia, las creencias falsas impulsadas por un empresario (o por un curandero, según el caso) para que el mundo las crea, solo beneficia a sus intereses, a la vez que quienes las creen continúan tomando decisiones erróneas (porque sus creencias son erróneas). El progreso para el futuro no se alcanza idolatrando a una persona que ha dado razones de ser profundamente despreciable, y que en cambio, solo han contribuido a que el mundo sea cada vez más desigual, alcanzado cifras grotescas de ganancias en un momento en que todos los demás pierden. Cierto, no daré aquí una fórmula mágica para el progreso de la sociedad pues no la tengo, pero Elon Musk tampoco (eso sí, puede tener a todos en la expectativa, afirmando en un momento que donará la mitad de su fortuna a la caridad, y luego diciendo que venderá todas sus propiedades, si hace falta, para colonizar Marte), aunque hay algunas cosas que podría hacer, como unirse a los "Millonarios por el mundo", de quienes no ha dicho una palabra. Y a diferencia de mí, Musk tiene al mundo entero esperando a su siguiente tuit para volverlo viral.
Entonces, resumiendo el asunto: Elon Musk es un personaje que tiene un lugar innegable en la historia moderna, tanto como Steve Jobs, Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, Donald Trump y otros magnates que han tenido que ver en la transformación del mundo actual. Que tenga un lugar indiscutible en la historia no significa que sea bueno para todos los casos (también aplica para la mayoría de los otros nombrados), ni siquiera en la mayoría de los casos; y es precisamente el juicio de la historia el que más debería importarles a los enamorados de Musk.
Me preocupa que quienes lo defiendan no sean solo los libertarados de bachillerato trunco, sino que haya divulgadores científicos (y su fandom), así como personas de ciencias e ingenierías, quienes están contribuyendo en forjar un mito. Un mito que, aunque pueda ser esperanzador, solo es eso. Peor cuando estas mismas personas afirman que no creen en mitos porque no tienen sesgos ni creencias.
Espero vivir suficiente para ver un mundo que deja de idolatras superempresarios mediáticos, y se concentra en exigirles la distribución igualitaria de la riqueza. Creo que este punto lo dejaron más claro el filósofo Massimo Pigliucci y el creador de Existential Comics, Corey Mohler, cuando imaginaron un diálogo entre Diógenes el cínico y Elon Musk:
Diógenes: ¿Alguna vez has considerado que la forma de hacerte sentir bien no es que extraños te elogien por gastar tu dinero en juguetes, sino por convertirte en una persona genuinamente buena, a través de la virtud, el desinterés y la humildad?
Musk: ¿Una buena persona? ¡Soy una gran persona! ¡La revista Time dice que soy la 23va persona más poderosa! Sin embargo, llegaré a ser el número uno en Marte.
Diógenes:¿Por qué preferirías la remota posibilidad de poner a un hombre en Marte, lo que sería poco útil para cualquiera, aunque probablemente te alabaría a ti mismo, en vez de ayudar a mucha gente aquí en la tierra, ahora mismo? Sigue mi consejo, construye una compañía que sea buena y usa el dinero para ayudar a otros, serás mucho más feliz. Arregla las tuberías en Flint. Dale a los pobres y déjalos decidir cómo gastarlo, en lugar de que les digas lo que necesitan. Deje que sus trabajadores se sindicalicen, para que puedan opinar sobre lo que construyen. La virtud y la gloria rara vez se mezclan.
Musk: ¡Obviamente no sabes nada sobre el progreso!
SI TE INTERESA ESTE TEMA
* <<"El futuro va a ser un lugar muy extraño": intentando entender a Elon Musk, un hombre entre la genialidad y el chiste>>, por Íñigo López Palacios, publicado en el portal de El País.
* "Elon Musk", entrada en la RationalWiki.
* "Diogenes vs Musk", un diálogo imaginario entre el cínico griego y el superempresario, por Massimo Pigliucci y Corey Mohler, en Iai News.
* "La trilogía de las Megaconstelaciones", del canal QuantumFracture, expone por qué los científicos deberían ser más críticos con los proyectos de Musk, usando el caso de las megaconstelaciones:
* "Elon Musk es basura | Respuesta a Date Un Vlog y CdeCiencia", video del canal Infusión Ideológica, expone por qué Elon Musk no es un multimillonario por ser brillante. El video muestra algunas afirmaciones controversiales (y tal vez tergiversadas hoy día) de la infancia de Musk, así como algunas conclusiones generales debatibles: