Revista Opinión

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Publicado el 15 septiembre 2013 por Vigilis @vigilis
Lo de los cleptócratas oclócratas catalanes en los medios extranjeros es para mear y no echar gota desde dos perspectivas. La primera: están contando una historieta como les da la gana. La segunda: no hay presencia de desmentidos. La primera idea responde a que al fin y al cabo los medios publican lo que les manda publicar el que paga. Nada objeto contra ello. Me parece saludable y legítima la parcialidad en la información. La segunda idea es responsabilidad directa del gobierno de España. A todo lo que llegan esos engolados de Madrid es a lo de Margallo diciendo que le da pena que haya muchos catalanes que quieran romper otro cachito de España. Y a Soraya diciendo que hay leyes. Ya, Soraya, ya sabemos que hay leyes, pero si las leyes no vienen acompañadas de ideas, al final, pierdes.
Tenemos al portavoz de una famiglia catalana escribiendo en el New York Times perlas como la que sigue:
The history of Catalonia goes back centuries, when Iberian tribes traded with Greeks and Carthaginians along the Mediterranean coast.

Con un par. Luego sigue diciendo que el idioma catalán estaba prohibido y continúa con el mito de siempre. A continuación, el señor Mas esgrime como razón del descontento que Cataluña aporta más al resto de España de lo que recibe —esto suele pasar si tu renta media está por encima de la media del país— y se muestra partidario de entrar en la UE como miembro no receptor. Es decir, que quiere dar a Bruselas lo que no quiere dar a Madrid. ¿Será que le gustan las coles más que el cocido?

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Thomas Jefferson y John Adams.

Es en The Economist donde la cosa se pone más calentita, porque el siguiente artículo no lo firma un conocido cleptócrata. Titula el semanario británico «Nothing to lose but their chains», lo que en una lengua más cara al oído humano significa «Nada que perder salvo sus cadenas». Porque se ve que en Cataluña hay cadenas. Ahí se encuentran referencias a la guerra de sucesión, que los británicos tratan como si fuera un conflicto de Cataluña con el resto de España:
...three centuries after the Catalans lost a war against Spain’s new king
...exactly 300 years after Philip V’s troops squashed the Barcelona revolt

Mienten quienes tratan la guerra de sucesión como un conflicto de los derechos milenarios de una Cataluña imaginaria contra los malvados mesetarios a las órdenes del Papa. A partir de aquí podéis dejar de leer porque me voy a poner pesado.
La guerra de sucesión en minuto y medio
Con la muerte de Carlos II se produce un problema sucesorio que se dirime como Dios manda: a palos. Así tenemos a Felipe de Borbón y al archiduque Carlos de Hasburgo poniendo patas arriba la piel de toro. A un bando lo llamaré francés y al otro alemán.

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Carlos II

Con Carlos II muy mal de la cabeza, los alemanes enviaron tropas a Madrid para defender a la reina, la quisquillosa Mariana de Neoburgo, objeto de burlas y chascarrillos como era y es habitual. Los madrileños y la corte no estaban muy por la labor de aguantar a los espadones del príncipe de Hesse-Darmstadt, quien acabaría siendo nombrado virrey de Cataluña. Todo lo malo que recibió ese príncipe alemán en Madrid, lo recibió de bueno en Cataluña, entre otras razones porque los catalanes estaban hasta el gorro de las frecuentes invasiones francesas y todo aquel que repartiera capones a los gabachos, se convertía en su amigo. Por eso, cuando un ejército de alemanes e ingleses desembarca en la península, lo hace en Barcelona, donde se establece una especie de corte de pitiminí. No tardan nada el archiduque Carlos y el príncipe de Hesse-Darmstadt en hacer migas con una parte de la nobleza catalana. ¿Qué método utilizaron? La incautación de las propiedades de los catalanes no residentes. Así, todo comerciante catalán que estuviera, pongamos, en Sevilla de viaje de negocios, se quedó sin nada en Cataluña. Esas propiedades revirtieron a los nobles residentes allá que con gran fruición apoyaron a la nueva autoridad. Menuda reivindicación soberana y nacional.

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Felipe V

Felipe de Borbón por su parte, tenía el apoyo de los gabachos, sí, pero también de las instituciones españolas y de los alemanes católicos. Frente a estos estaban los aliados del archiduque: alemanes protestantes, portugueses, ingleses, holandeses y austríacos. Es decir, gente con muy buena consideración en toda España. Como Carlos de Habsburgo se establece en Barcelona (donde sería conocido como Carlos III de España), recibirá el apelativo burlón de "rey de los catalanes", en referencia a que en su ejército no había españoles. Las batallas de esta guerra tienen lugar por toda España. Las tropas del archiduque llegan a entrar dos veces en Madrid. La segunda no se quedaron mucho, pero la primera vez se quedaron el tiempo suficiente para recibir agasajos y honores... de los barceloneses que estaban refugiados en Madrid y que buscaban la recuperación de su patrimonio. Sobra decir que las tropas de ocupación alemanas habían dejado infausto recuerdo en la población y que, aunque sólo fuera por joder, el pueblo gritaba vivas a Felipe V al paso de la comitiva del archiduque.
¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?
Cuando los franceses reagrupan a su ejército en Guadalajara, los alemanes empacan, se llevan todo lo que pueden —la quema de conventos y saqueo de iglesias es una vieja tradición madrileña— y dejan tirados a esos barceloneses que, ante las presumibles represalias, pasan a jurar fidelidad a Felipe en menos de dos segundos. Por cierto —para que veáis cómo son las cosas— el archiduque Carlos visita a su prima Mariana de Neoburgo (viuda de Carlos II) en Toledo y la deja ahí como la encontró. Las visitas, como el pescado, huelen a los tres días.

¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?

Archiduque Carlos.

Total, que en Almansa hay una batalla de la que Hollywood no hará películas y de ella salen los francoespañoles con una victoria decisiva. Cuatro años después, muere el hermano del archiduque con lo que él pasa a ser emperador del Austria y el tema español deja de importarle. Con el fin de la guerra se firma el Tratado de Utrecht y los alemanes abandonan Barcelona. Lo único relevante para Felipe V en ese tratado era la garantía de ser rey de España. Tras todas las pérdidas territoriales, Felipe V no quería ni oír hablar de las mercedes concedidas por el archiduque a la nobleza catalana. "¿Tengo un país y ni siquiera puedo gobernar en él? De ninguna manera". Lógicamente en sus planes no contemplaba la permanencia de ningún fuero ni tratamiento especial a los catalanes. Estos, también actuando lógicamente, defendieron a sangre y fuego sus privilegios. Al final ganó el más fuerte. Muchos exiliados catalanes pudieron regresar y recuperar sus propiedades, en algunos pueblos hubo ajustes de cuentas... y en la mayoría de aldeítas de montaña nadie se enteró de que había habido una guerra.
¿Por qué se debate la guerra de sucesión española?
Bien, ésa fue la guerra. Hoy, el pesado revisionismo nacionalista quiere reinterpretar los hechos del pasado: dando y quitando razón a los bandos. Que acontecimientos de hace 300 años sean razones políticas actuales dice mucho de la falta de capacidad política de los implicados. También es una bonita lección: cada conflicto es semilla del siguiente conflicto y tan dados somos al cainismo que jamás pararemos este círculo vicioso.
¿Por qué siguen insistiendo en querer suspender las clases de historia con sus infumables anacronismos en lugar de hablar de política? Es cierto que la financiación autonómica es horrible. Es cierto que las comunidades autónomas no pueden continuar ocupándose de la política de gasto sin tener en sus manos la política fiscal. Es cierto que no existe un debate por el cual se pueda poner punto y final al café para todos sin que ello signifique la desaparición de todas las autonomías. Es cierto que el origen de este problema no está en la muerte de Carlos II sino en los apoyos que se buscaron para aprobar la Constitución. Entre anacronismos y falsos dilemas se hurta un debate público. De eso no se habla, pero de que Cataluña tiene su origen en el comercio de griegos e íberos sí. Que se vayan a pastar, pesados.
Dramatización:


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