Son muchas las determinantes que pueden orillar a
una persona a tomar la decisión de tatuarse o perforarse.
Como ente social, nuestro primer contacto con el
entorno es la familia. El sentido de pertenencia tiene que ver con la
socialización, con el contexto en el que está inmersa la persona. Toda forma
parte del núcleo familiar y si no hay una buena relación, se buscará la manera
de pertenecer a otro grupo. A partir de ahí, aparece esa inquietud, tratando de
seguir los pasos de un grupo para poder formar parte de el.
Otro factor que puede llevar a los jóvenes a tomar
esa decisión, es el querer llamar la atención, pues al no sentirse queridos o
apoyados por su familia, buscan ganársela con un tatuaje o alguna perforación.
Por muchos, esta cultura no es bien vista, pues
creen que sólo se están haciendo daño, buscando, de una u otra manera, desafiar
a los padres. Además, en muchas ocasiones, ya sea por la apariencia o por lo
que proyectan como personas, se les relaciona con las drogas y el alcohol.
Una persona decide tatuarse por muchas razones. Para
representar un punto importante en su vida, para no olvidar o seguir recordando
algo o alguien, para rebelarse y ser diferente, para demostrar intereses y
hasta para comenzar una conversación, pues te cuestionan acerca de las razones
por las que te lo hiciste, si dolió o no y conocer un poco más acerca del
proceso.
En mi opinión, esto no es algo que yo me haría. No me parece atractivo, sino más bien una forma de llamar la atención.
Pero sobre gustos no hay nada escrito.
