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Por qué si eres el mejor, no recibes la recompensa a tu esfuerzo

Por Lorena White @lorenagwhite

Quizá suene mal decirlo, pero a veces sentimos que, de todo un grupo de gente envuelto en una situación, sea la que sea, somos los más esforzados, los que más nos ilusionamos, los que más cantidad de pellejo, sentimiento, sudor (y hasta lágrimas) nos dejamos y, sin embargo, rara vez recibimos un reconocimiento o  recompensa a nuestro esfuerzo.

Es difícil de asumir, pero en realidad es muy fácil de explicar: la vida no es justa. Por delante de ti han pasado y pasarán los típicos vaguetes del trabajo que se llevan todo el mérito, p los típicos compañeros para el último proyecto en grupo de clase que, sin hacer nada, obtienen la misma nota que tú, que te has dejado la piel. El mundo está lleno de trepas y la vida, a veces, se porta muy bien con ellos.

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Y sin embargo, aquí estás tú, sintiéndote, un poquito, identificado en mis palabras. Sabiendo que vale, puede que no siempre hayas sido el mejor, pero que cuando lo has sido, nadie ha sabido reconocértelo, nadie te ha tenido en cuenta para una mención especial o para una recompensa destacada (y no, tu santa madre o tu santo padre no cuentan).

Y no sé cómo lo llevas tú, pero cuando a mí me ha pasado esto alguna vez, me he sentido pequeñiiiita y casi se me quitan las ganas de volver a esforzarme o luchar. Con el paso del tiempo, cambié  el chip y ahora llevo todo esto mucho mejor. Comprendí que mi grado de esfuerzo no puede depender del reconocimiento del exterior y que no hay que bajar la guardia porque, te lo prometo, al final, el tiempo te dará la satisfacción que te mereces.

Mientras tanto, hoy te traigo 4 tips rápidos para pasar el mal trago. ¡Porque TÚ lo vales!

1. Que no haga falta que nadie te lo diga para dejarte la piel:

Que no te haga falta motivación exterior. Que no necesites que nadie te empuje a hacer nada. Eres libre de hacer las cosas por tu propio pie y, afortunadamente, también lo eres para saber cómo y por qué esforzarte. A lo largo de tu vida, no siempre vas a tener ahí a alguien que te anime y te aliente a hacer las cosas. De hecho, es mucho más probable que quieran disuadirte, bien porque no quieren que te hagas daño o porque quieren verte fracasar (hay gente pa’ to’!).  Así que la solución más fácil es no esperar a tener el apoyo, el ánimo o la sugerencia de nadie, para esforzarnos al máximo.

2. No dejes de esforzarte (aun cuando nadie te reconoce ese esfuerzo):

Dejándote la piel en todo lo que hagas, es cierto, asumes el riesgo de acabar sufriendo alguna que otra vez, pero también te aseguras de que has dado el cien por cien de ti y que, ni aun cuando las cosas salgan mal, vas a sentir ni siquiera un poquito de culpa, o te vas a quedar con esa cosa de “pude haberlo hecho mejor”. Probablemente, la mayoría de las veces, tu esfuerzo pase sin pena ni gloria por delante de la gente, pero en algún momento, llegará el día en el que algo importante ocurra y sea gracias a que tú seguiste esforzándote.

3. La vida es injusta, pero también tiene sus momentos dulces:

Sé que en tu día a día ves más casos de gente que, sin el más mínimo esfuerzo, obtienen una recompensa que no se merecen, pero también hay casos diferentes, en el que las ganas, la ilusión y el sudor tienen su reconocimiento. No vivas esperando ese día, pero eso sí, cuando llegue, encárgate de disfrutarlo. Disfruta de cada pequeña victoria que te habrás ganado a pulso.

4. No te desanimes:

Lo más importante es que tú sepas quién eres, cómo eres y el por qué haces las cosas. El resto, te darás cuenta, pasa a un segundo plano. Intenta estar en paz contigo mismo, sabiendo que, pase lo que pase después, tú elegiste seguir dando lo mejor de ti. La sensación de haberlo hecho, incluso cuando toca asumir un fracaso, es incomparable a nada. Así que no te desanimes, obtendrás el reconocimiento que te mereces, pero por supuesto, no vivas para ello. Vive para ti.

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