¿Por qué son tan altos los holandeses y a los españoles nos quedan tan bajitos?

Visitar Amsterdam supone desde un primer instante un impacto visual considerable, no sólo por la peculiaridad de su propia historia, sino debido a referentes estéticos que pronto te van a impresionar: bicicletas por doquier, canales infinitos o su latente y cuantiosa mezcla racial distinta a la de otra ciudad. En sus calles gente de Pakistán, China, India, Colombia e incluso de la remota Sumatra a buen seguro te vas a cruzar, pero lo que resulta más curioso es que una vez asentado tan sólo con ver la altura de los transeúntes vas a notar la diferencia entre la de un holandés y la de cualquier otra persona con diferente nacionalidad (a excepción de nórdicos y alemanes, por supuesto). De hecho, sus 1,84 metros de estatura media para los varones y 1,70 metros para las mujeres (1,76 hombres y 1,63 mujeres en España)  los sitúan como los más altos a nivel mundial. Un pueblo de gigantes que parece no estar dispuesto a parar de crecer, así mientras los españoles lo hicimos desde 1965 hasta la actualidad una media de 10 cms nuestros vecinos de los países bajos en cambio (menuda paradoja, ¿no?) llegan casi hasta los 20 cms de longitud. De igual manera, en el caso español partiendo de la base que el crecimiento se fundamenta en tres factores, como son:  "Un 60% es genética, un 30% alimentación y el 10% restante se debe a otras razones", aumentar la estatura de 1 a 3 cms nos llevará por lo menos medio siglo de espera; mientras que los holandeses no pararán de crecer hasta alcanzar un "límite genético" superior con creces al español. Por ello, los estudios del consejo de salud de los Países bajos pronostican para el pueblo holandés un crecimiento medio de 10 cms en los próximos cincuenta años, es decir, hasta los 1,94 metros para los varones y 1,80 para las mujeres.

Poblado pigmeo.

Además, si a ello sumamos premisas fundamentales como su dieta rica en productos lácteos y proteínas, su elevado bienestar personal con una riqueza nacional distribuida equitativamente desde finales del siglo XIX (Antes Holanda era uno de los estados más ricos, pero con su riqueza controlada por pocos) y una cuidada higiene personal potenciaremos su predisposición genética al aumento progresivo. No obstante, sea como fuere y teniendo presente este "código de buena prácticas", es en la genética donde recae la responsable final (un pigmeo aunque reciba una alimentación rica en proteínas y lácteos nunca alcanzará esta proporciones, por ejemplo) y determinante para dar como resultado la extraordinaria estatura actual. Debido a ello y sin poder establecerse su "límite genético", en este siglo XXI harán gala de una altura a la que los topes poco le puede importar.