Esta semana tenemos una blogger invitada. Patricia Cárcamo, de Las Palmas de Gran Canaria, nos cuenta su pasión por Edimburgo. ¡No os lo perdáis! Y prestad atención, porque ha vivido en Perth y en Edimburgo, así que todo lo que nos cuenta es información de primera mano…
Edimburgo
La capital de Escocia es quizá un destino poco valorado. No es de los primeros que aparecen ofertándose en revistas o webs de viajes. Pero para mí, y muchas otras personas con las que coincidí en ella, es una ciudad mágica… no sólo por su historia, sino porque tiene algo que atrapa a quien la visita. Ninguno hemos podido olvidarla. Trabajé y viví unos meses en ella, y para quien quiera ir de turismo, estas son mis recomendaciones:
Primero, llevar un buen abrigo y chubasquero. Y segundo, tener muchas ganas de reírte y relacionarte con, para mí, los ciudadanos más simpáticos de todo el Reino Unido.
No tiene grandes atracciones turísticas, pero el simple hecho de pasear por la Royal Mile (o la Milla Dorada), merece visitarla. Es el corazón del casco antiguo de Edimburgo, la avenida que comunica el castillo de Edimburgo (dominando la ciudad) con el palacio de Hollyroodhouse. Una milla, o un kilómetro de entretenido paseo empedrado. Durante la caminata, de día, puedes desviarte y entrar en tabernas típicas a tomar una cerveza o bajar por calles repletas de tiendas con productos escoceses. Hay que tomarse tiempo en la Royal Mile para descubrir todos sus entresijos. Y por la noche… el mundo subterráneo e historias de brujas. Se pueden hacer recorridos guiados que ponen los pelos de punta.
Edimburgo se puede recorrer, entera, a pie. Muy cerca y paralela a la Royal Mile está Princes Street y sus jardines. Es una calle comercial y un área verde donde (si hace buen tiempo) es ideal tumbarse a relajarse, intentando no pensar en que estás en el lugar donde quemaban a las brujas. Allí está también el Monumento Nelson en honor a ese almirante, al que se puede subir por una escalera de caracol.
No se puede dejar de subir a las colinas de la ciudad. Calton Hill es, sin duda, mi rincón preferido. Hay unas vistas maravillosas de la ciudad y del mar. También está el monumento Nacional, basado en la Acrópolis de Atenas y que se construyó para recordar a los caídos en las guerras napoleónicas… pero como muchas de las cosas que se empiezan en Escocia, el monumento se quedó a medias, y ahora le llaman el Monumento a la Vergüenza Nacional. Aún así esa mitad de Acrópolis en la cima de una colina, con un cielo azulísimo de fondo, es un espectáculo.Un paseo muy popular también es el que sube a Arthur’s Seat (la silla de Arturo). Es muy fácil de escalar y la vista panorámica de la ciudad también es preciosa.
Pero la gran belleza de Edimburgo es su gente. Abiertos, acogedores, simpáticos. Eso sí, hasta alguien que domine el inglés le costará entender su acento. En los bares se reúnen jóvenes y mayores, adinerados y pobres… Entra a un bar típico a tomar una pinta y terminarás charlando toda la noche con algún lugareño. Eso sí, tienen su fama bien ganada… beben mucho, demasiado.
Para salir de noche hay bares para todos los gustos. Si vas con poco dinero entérate de qué bar tiene ofertas cada noche, y podrás “ahogarte” en pintas. Come y bebe en el Tron, empieza la noche en el Cabaret Voltaire, un bar-cueva, si quieres ambiente más “heavy” entra en el Opìum, piérdete por los pasadizos y cuevas del interminable Espionage. No tendrás problema en encontrar sitios moviéndote por el centro.
Si vas bastantes días, desde Edimburgo puedes hacer visitas a ciudades cercanas. Merece la pena darse un salto a St. Andrews, con su universidad, su playa y campos de golf. Dundee es una ciudad muy animada y Perth es
también muy agradable. Eso, cerca de Edimburgo. Si quieres recorrer las Highlands alquila un coche (hay agencias baratísimas) y duerme en hostales. También hay rutas guiadas en autobús desde Edimburgo, pero para mi gusto, van demasiado rápido y paran sólo en las tiendas de souvenirs.Una mención aparte merece el Festival Fringe de Edimburgo. Desde julio hasta septiembre hay pequeños festivales, de Jazz y Blues, de artes escénicas… desde luego, aunque los hostales se encarezcan, hay que ir en agosto para disfrutar de la ciudad en todo su esplendor. La Royal Mile se abarrota de artistas y se puede pasar el día en esta calle disfrutando de espectáculos callejeros gratuitos. También hay conciertos en los jardines de Princes. Por supuesto hay cientos, miles, de shows de pago para quien pueda permitírselo.
También es conocido el Edinburgh Military Tattoo, que tiene lugar cada tarde en el Castillo. Es un espectáculo de bandas militares bastante curioso.La ventaja de ir en verano, además del tiempo, son las horas de luz. Prácticamente no verás la oscuridad. Sin embargo el invierno es bastante deprimente porque en seguida se hace de noche.
Recomiendo que visiten esta ciudad, no tengo la más mínima duda de que quedarán encantados por su magia.
Alojamiento
En verano la ciudad se llena de turistas y artistas venidos de todo el mundo, por lo que hay muchísimos hostales en Edimburgo donde puedes dormir en literas compartiendo habitación, utilizar la cocina y zonas comunes. Es una buena manera de tener alojamiento a precios asequibles.
Comida
La comida no es el fuerte de los escoceses. El plato típico, para quien se atreva (yo no lo he probado) es el haggis… a base de vísceras de animales.
Por lo demás hay mucho fish&chips, rolls (bocadillos) y hamburguesas. Terminarán comiendo en restaurantes chinos, turcos y McDonald’s. Pero ante la falta de variedad, recomiendo comer en el Tron, en pleno centro de la Royal Mile, para salir del paso. Y un restaurante siciliano pequeñito y familiar, pero muy bueno, que está en Union Street.
Muchas gracias Patricia por compartir tu experiencia y tus fotografías con todos nosotros. A nosotros nos ha gustado mucho, ¡y esperamos que a todos nuestros lectores también!
Gracias también a bea y fredi por la fotografía en Flickr.