Cada día la vida nos brinda la oportunidad de tomar el camino del bien y de alejarnos, en cada paso, del camino del mal. Y es tan fácil como no envidiar a nadie, ni desearle ningún mal, tan sencillo como buscar la felicidad sin otro propósito que procurar el bien ajeno. Esto no es un sermón, aunque lo parezca, es sólo un recordatorio para todo quien lo quiera leer, que si se puede amar, es preferible emplear nuestros alcances y energías en ello, en lugar de malgastar tamaño caudal en la penosa ocupación de odiar.Es bueno amar y manifestar el amor. Compartir la carga de la existencia con los demás con una sonrisa, ayudar y no herir, aprender de los errores, enseñar, sin soberbia, lo aprendido. Hacer un mundo mejor es posible, basta con practicar la máxima de obrar en conciencia, sin someterse a los dictados del rencor, ni de la avaricia, ni de la crueldad, ni de la vanidad, sino atendiendo solícitos a la llamada de nuestra conciencia. Todos tenemos una verdad particular y una conciencia, que suelen andar en conflicto. Para que se haga la paz entre ellas, debemos acercar nuestra verdad particular a la verdad absoluta. Convivir con la verdad no es fácil, pero convivir con la mentira es funesto.
Otra cancioncilla mía, de amor, por supuesto, dedicada al amor de mi vida, María Ángeles, con quien quiero envejecer despacio y feliz. Ojalá le guste a alguien. Está hecha con el corazón limpio y un micrófono nuevo, regalo de un buen amigo.