La novela nos trae una historia sobre unas mujeres desaparecidas en extrañas circunstancias que tienen en común haber recibido un anillo con la inscripción "Por siempre mía" grabado en el interior. La psicóloga Susan Chandler entrevista en su programa de radio al autor de un libro sobre mujeres desaparecidas, y, a partir de entonces, una serie de cabos sueltos van perfilando una terrible sospecha: ¿se trata de un asesino en serie? Sin embargo, la doctora Susan ignora que el psicópata se encuentra mucho más cerca de lo que cree y que no está dispuesto a permitir que nadie estropee sus macabros designios...
Es la única novela que me he leído de esta escritora (aun tengo pendiente el de "El Ojo Avizor") y la verdad es que me gustó bastante. Es una novela muy entretenida, y que engancha de principio a fin. Pese a que su trama es intensa, con multitud de personajes, es una novela que no se hace para nada pesada, más bien se podría decir que es fácil de leer, debido a estar muy bien escrita, y que mantiene el suspense hasta el estupendo y sorpresivo final.
En definitiva se trata de una novela de intriga y suspense al estilo clásico que no defrauda, y cien por cien recomendable.
FRAGMENTO DEL LIBRO:
Ya había jugado otras veces al mismo juego y pensaba que la espera resultaría aburrida. Pero se llevó la agradable sorpresa de comprobar que era de lo más emocionante.
Había subido a bordo el día anterior, en Perth, Australia, y pensaba navegar hasta Kobe; pero como la había descubierto enseguida, no serían necesarios tantos puertos. La vio sentada a una mesa junto al ventanal, en el comedor acristalado del transatlántico, un espacio discreto y elegante, típico del Grabielle. El crucero de lujo tenía el tamaño perfecto para sus propósitos; de hecho, siempre viajaba en barcos pequeños y escogía una parte conveniente del recorrido.
Era cuidadoso por naturaleza, aunque en realidad resultaría improbable que lo reconocieran antiguos compañeros de viaje. Tenía un gran dominio para modificar su apariencia, talento que había descubierto en el teatro de aficionados de su época de estudiante.
Mientras examinaba a Regina Clausen pensó que no le iría mal aprender a maquillarse. Era una de esas cuarentonas que, de saber vestirse y presentarse, suelen ser bastante atractivas. Llevaba un traje de noche azul claro, muy caro, que le habría quedado estupendamente a una rubia, pero a ella, con ese cutis tan claro, no la favorecía en absoluto y la hacía parecer marchita y pálida. El cabello castaño claro, natural y favorecedor si no hubiera levado un peinado tan rígido, la aventajaba y le daba un aire antiguo, como de matrona de suburbio de los años cincuenta.
Por supuesto que él sabía quien era. La había visto en acción en la reunión de accionistas hacía solo unos meses. También la había observado desempeñarse en la CNBC como analista financiera. En ambas ocasiones se había mostrado muy firme y segura de sí misma.
Por eso, cuando la vio sentada sola y nostálgica a esa mesa, y más tarde, cuando presenció su turbación y su placer casi infantil cuando uno de los pasajeros la sacó a bailar, supo de inmediato que iba a ser una presa fácil.
Levantó la copa y, con un gesto apenas perceptible, le ofreció un brindis: Tus plegarias han sido atendidas. A partir de ahora serás por siempre mía, le prometió en silencio.
Fuentes:http://es.wikipedia.org/wiki/Mary_Higgins_Clark http://www.lecturalia.com/libro/3770/por-siempre-mia
Fragmento extraido del propio libro.