En muchos platos preparados y en multitud de productos elaborados se utiliza carne y lácteos cuyo origen desconocemos.
La actual normativa europea no obliga a los fabricantes a etiquetar y certificar el origen de la carne y derivados que utilizan para elaborar sus productos.
A partir de enero de 2017, y durante dos años, todos los productos fabricados en Francia deberán etiquetarse con la información acerca del origen de la carne y los lácteos utilizados.
Se trata de dar un paso más hacia la trasparencia de cara al consumidor. De esta forma se puede elegir mejor los productos que se compran, aspecto muy importante, sobre todo para aquellos consumidores concienciados con el medio ambiente y el impacto de los alimentos.
Una vez se complete esta primera fase de experimentación, la medida se podrá ampliar a toda la Unión Europea.
Todavía se está estudiando la norma, por ello no se ha establecido qué cantidad o proporción de carne contenida en un producto elaborado será obligatorio etiquetar. Es evidente que los fabricantes pondrán todo tipo de trabas y seguramente presionarán para que esta proporción sea al menos del 50%. La mayoría de productos elaborados con carne no contienen más que un 20% o menos.
Esta norma es el resultado de la presión de colectivos ciudadanos concienciados. En Francia, un 93% de consumidores estiman necesario dicho etiquetado. Para muchos consumidores es imprescindible conocer la procedencia, el lugar donde se crió el animal, etc.
Hasta el momento, sólo las carnes no elaboradas tienen la obligación de ir etiquetadas. Sin embargo, en el actual texto que legislará esta norma, no se prevé que las pizzas, conteniendo productos cárnicos, deban etiquetarse y mostrar el origen de la carne utilizada.
Este tipo de normas debería extenderse de forma urgente por toda Europa. Para que un consumidor consciente pueda ejercer su derecho a la información y así poder optar por productos de menor impacto medioambiental. Otra etiqueta que se debería implantar de forma obligatoria es la de CO2. Cada productos debería indicar las emisiones equivalentes que se emitieron durante el proceso de fabricación, transporte etc.
El consumidor tiene el derecho a saber lo que compra, a conocer el verdadero impacto de sus compras y así contribuir entre todos a reducir las emisiones del consumo cotidiano.
La agricultura: un sector clave en la lucha contra el cambio climático.
Actualmente la agricultura es responsable de un tercio de las emisiones totales en todo el mundo. La mitad de estas emisiones de la agricultura son debidas a la ganadería, que produce grandes cantidades de metano, uno de los gases de efecto invernadero más potentes.
Reducir estas emisiones pasa irremediablemente por consumir menos productos de origen animal. Está comprobado que sustituir las proteínas de la carne roja por otras de origen vegetal, además de reducir las emisiones es altamente beneficioso para la salud.
Un poco menos de carne todos, grandes ahorros globales.
Para producir la misma cantidad de proteínas vegetales, la ganadería utiliza 48 veces más agua. Si hacemos el cálculo en función de calorías, el resultado es aún mayor.
La lucha contra el cambio climático pasa por que cada vez un mayor número de personas logre ir cambiando poco a poco hacia una dieta y unos hábitos alimentarios más sostenibles.
Sólo en materia de salud, una reducción globlal del consumo de carne y derivados, supondría el ahorro anual de miles de millones de dólares.
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