- Asesinos de élite (Killer elite, Gary McKendry, 2011): muy viril aunque aún más discreto, esquemático y convencional thriller de acción con, curiosamente, actores A, como un desganado de Niro que pasaba por ahí sin querer, como todo lo que ha hecho desde ya ni se sabe, Clive Owen o Jason Statham, cuyo habitual exceso de puñetazos lastra un producto cuya propuesta daba para bastante más (en los primeros 80-chaquetas de cuero, gafas de sol y bigotes acorde con la época- un grupo de mercenarios debe asesinar a unos terroristas de Omán, descubriendo de por medio una serie de corruptelas gubernamentales), pero su realización videoclipera dista mucho de ser la adecuada. Recuerda a la formidable Munich (Steven Spielberg, 2005). Soporífera y mala a pesar de su ritmo.
- Persiguiendo a Amy (Chasing Amy, Kevin Smith, 1997): conmovedor, sin pretensiones y delicioso pedacito de vida sobre un dibujante de cómics (Ben Affleck) que se enamorará de una bella lesbiana (Joey Adams). Se ven todas las complicaciones que se dan en una relación real life, además de verse muy convincentemente gracias a la natural aproximación tan característica de su autor. Bien interpretada e inmensamente atrayente.
- Casablanca (Michael Curtiz, 1942): un film venerado hasta la extenuación, que convierte en estéril e inútil cualquier valoración aquí, así que no puedo ser nada original. Su guión, perfectamente construido, y unos actores en estado de verdadera gracia dan a una artesana dirección un empaque como pocas veces se ha visto en la historia. Bello y atemporal melodrama norteamericano con una inspiradísima banda sonora y una escena final que resulta difícil no haber visto parodiada. Imprescindible.
- El bueno, el feo y el malo (Il buono, il brutto, il cattivo, Sergio Leone, 1966): conclusión de la trilogía del dólar de Leone, que narraba la odisea de tres hombres (el solitario Eastwood, el bandido mexicano Wallach y el astuto villano Van Cleef) en busca de un tesoro que pertenece al ejército confederado durante la Guerra de Secesión norteamericana. Los tres hombres saben algo de la existencia de dicho tesoro, pero ninguno lo sabe todo. Ahí reside el misterio de la función y también la grandeza de su puesta en escena. Esta obra es una de las razones del porqué de la existencia de películas de culto, y uno de los westerns más influyentes de la historia del cine, orquestado magníficamente por la banda sonora de Ennio Morricone, también uno de los scores más conocidos de la cinematografía mundial. Filmado en Almería. El único lastre que arrastra es su, de largo y valga la redundancia, larga duración (3 horas en el montaje para DVD de hace una década)
- Proxy (Zach Parker, 2013): esquizofrénico, enfermizo (hay poco gore pero de calidad) y turbio thriller psicosexual y de horror co-protagonizado por Joe Swanberg, único rostro medianamente conocido habiendo aparecido en notables películas de esta misma índole como A horrible way to die (Adam Wingard, 2010), Tú eres el siguiente (You’re next, Adam Wingard, 2013), V/H/S (varios, 2012) o The sacrament (Ti West, 2013). Escalofriantemente brutal tanto en su arranque (frío y sin sensibilidad alguna para con el espectador…) como también en su desenlace y elegantemente lento en su desarrollo, versa sobre uno de esos temas difíciles de digerir y abordar para el gran público y hasta podría decirse que censurables para con el cine, como es el drama (y locura) y ciertos comportamientos sexuales de una madre (o dos, o tres…) por perder a sus retoños, lo que la convierten en carne de festivales para el aficionado a lo fantástico, incómodo e inusual. Muy cuidado estética y estructuralmente (acción dividida en tres actos, con giro argumental hacia la mitad-herencia de Alfred Hitchcock-, prestando especial atención a la escena de inflexión del relato, a cámara súper lenta- herencia de Brian de Palma-). Podría haber sido mejor, pero está a años luz de ser mala, habida cuenta de la madurez y seriedad de la que hace gala. Muy competente.
- Gravity (Alfonso Cuarón, 2013): claustrofóbico, angustioso, emocionante, épico, escenográficamente hablando virtuoso y, en conjunto, absolutamente fascinante relato de supervivencia espacial (especialmente memorables resultan la secuencia que da inicio al relato, contando el accidente por culpa de los residuos espaciales, y la representación de la muerte en la paz y la tranquilidad del espacio…soltando un cordón). Técnicamente impecable, artísticamente alcanza también cotas superiores pese a alguna que otra concesión a Hollywood dado que viene producida por un gran estudio, lo que no la esgrime de ser una de las experiencias cinematográficas más satisfactorias de esta década.
- El amanecer del planeta de los simios (Dawn of the planet of the apes, Matt Reeves, 2014): algo inferior continuación del film que relanzó, con acierto y gran inteligencia, la saga fundada a finales de los 60. Reeves, un realizador con algo de experiencia en el campo de la adaptación de materiales previos - suyas son las muy elogiables Monstruoso (Cloverfield, 2008) y Déjame entrar (Let me in, 2010) y cierta personalidad está a los mandos esta vez, pero los resultados, con apuntes interesantes como los ropajes shakesperianos que atavían la trama o la ambientación apocalíptica del relato, distan de los conseguidos por el inglés Ryper Wyatt en la película anterior, trabajo por el que nadie daba un duro y que acabó sorprendiendo a propios y extraños dentro del género fantástico. Aquí, la historia, de trasfondo como digo clásico así como también ya descaradamente bélico, presenta bastantes altibajos que hacen que se haga un poco pesada, disimulándolo, eso sí, con una tecnología brillante en la recreación de los simios, ya por cierto organizados de forma piramidal y usando su propio lenguaje. Una película que no apaga el interés provocado por la saga tras la anterior propuesta, pero que no aporta nada especialmente significativo.
- Doble cuerpo (Body double, Brian de Palma, 1984): un de Palma post-El precio del poder (Scarface, 1983), seguramente su film más recordado a día de hoy (aunque no el mejor ni de lejos) despachó un año más tarde este artificioso film de intriga y elevada carga sexual, con unoshitchcockianos arquitectura y suspense (La ventana indiscreta-Rear window, 1954, es su referencia más claramente reconocible), el cual, valga la redundancia, y siendo una producción ciertamente cuidada, peca de precisamente cierto exceso de artificio (multitud de diferentes tipos de planos con los que seguramente de Palma se lo pasó bomba) y experimentos formales, pues termina por ser un ejercicio tan estiloso que ese mismo estilo acaba abrazando e incluso sobrepasando el argumento de la película, algo que también ocurría con sus anteriores y, en conjunto, más logradas Fascinación (Obsession, 1977) o Vestida para matar (Dressed to kill, 1980). En conjunto, queda como un film algo menor (no mucho) en la carrera del director americano pero con secuencias de intriga como la de persecución por el centro comercial y la playa, muy plausibles.