Cuatro barcos militares ubicados en Portimao, en la región del Algarve, albergan un arrecife artificial único en el mundo. Ahora, el gobierno portugués ha decidido preservar la vida que allí y crece y convertir los desechos en una atracción turística ecológica tal y como se realiza desde hace ya años en otros países como en Malta donde los pecios hundidos por el hombre para fomentar el turismo del buceo son todo un éxito.
Después del visto bueno y el apoyo a la empresa Ocean Revival para que convierta a los buques de guerra abandonados en un parque temático sub-acuático, el gobierno se ha puesto manos a la obra con el fin de hacer de esta nueva reserva marina un centro turístico para buceadores de todo el mundo.
La zona elegida reúne excelentes condiciones para la práctica del submarinismo: buen tiempo casi todos los días al año, aguas tranquilas y seguras con una temperatura de entre 14 y 22 grados, muy agradable. Pero no sólo eso: la zona queda muy cerca de otros puntos de interés, como naufragios del siglo XVIII o de la Primera y Segunda Guerra Mundial, arrecifes y paredes naturales, y como otras rutas subacuáticas en la región. Perfecto para convertir un desperdicio en una zona turística que toma en cuenta y preserva la vida natural.
Los barcos son cuatro: el Patrulha Oceânico Zambeze – 292 toneladas y 44 metros de eslora -, la Corveta Oliveira e Carmo – 1.430 toneladas y 85 metros de eslora -, el Navío Hidrográfico Almeida Carvalho – 1.320 toneladas y 64 metros de eslora – y la Fragata Comandante Hermenegildo Capelo – 2.700 toneladas y 102 metros de eslora. Antes de enviarlas al fondo del mar, se eliminó de las embarcaciones cualquier material nocivo para el medio ambiente o peligroso para los submarinistas, garantizando así una experiencia plenamente segura. Superada esa instancia, se los envió a la profundidad y se empezó a preparar el parque.
El Algarve cuenta con una larga historia de naufragios, entre los que destacan embarcaciones como el Torvore, Wilhelm Krag y Nordsoen, tres de los cuatro barcos hundidos por el submarino U35 durante la Primera Guerra Mundial; el bombardero B24 Liberator, que se estrelló en las aguas de Faro, y el Empire Warrior, hundido por la Luftwaffe en Vila Real, ambos durante la Segunda Guerra Mundial, y el Océan, hundido durante la Batalla de Lagos entre británicos y franceses en 1759.
La idea de reconvertir a estos barcos abandonados se remonta al año 2007 y el hundimiento de los barcos empezó a fines de 2013. Durante estos siete años, se colocó a los barcos a a unos pocos metros uno de otro, a no más de 32 metros entre sí. De esta manera incluso cuando las condiciones de visibilidad son más limitadas, en estas aguas se puede observar especies de lo más diversas. Los fondos están llenos de hermosos corales, esponjas, anémonas y babosas de mar, sobre los que nadan doradas y lubinas, pargos, besugos, morenas, salmonetes, pulpos, sepias y caballitos de mar, entre muchas otras especies.
Este santuario de la vida marina complementa la experiencia bajo el agua con un centro de exposiciones en tierra, en el Museo de Portimão, donde se exhibe una amplia documentación sobre la flota con equipamientos, diseños, fotos y grabaciones de los navíos, la cronología de su carrera y varios documentos sobre su contexto histórico. De esta forma, además de ofrecer un entorno único para los amantes del submarinismo, se potencia la importancia del mar portugués y se deja un testimonio de la historia del país, al tiempo que se abre una importante posibilidad para el estudio de la biología marina en esta área.