Que uno no sabe nunca dónde va a acabar es cierto. Mi periplo por el triste y populoso desierto del paro se ha acabado (de momento) sin comerlo ni beberlo. O no, más bien comiendo. O gracias al comer.
Mejor me explico. Hete aquí que la menda ha salido de su minúscula cocina para ir a la tele. Y no para guisotear, sino para hablar y preguntar. Estoy grabando un nuevo programa para la ETB2 en el que se intentará vencer a otros países con lo que más duele: el patrimonio gastronómico. Buscaremos por todo Euskadi productos elaborados artesanalmente que se puedan batir con el mejor croissant francés o la más refinada pasta italiana.
¿Y qué hago yo ahí? Pues por de pronto, espero que no mucho el ridículo. Nunca me imaginé que acabaría trabajando frente a la cámara, y eso que yo estudié para llevar una al hombro. La vida da muchas vueltas, muchas tortas con la mano abierta y a veces también sorpresas.
Así que ya veis, yo que soy tan celosa de mis vergüenzas y que nunca salgo en las fotos, voy a aparecer en pantalla. Parece que cuando saqué el pie por primera vez (haciendo los bollos de mantequilla de Bilbao y de El Amparo) no lo hice tan mal como yo creía, ocasión en la que tuve por cierto que beber cuatro orujos para atreverme a encender el aparato y verme y oírme en estereofonía.
"Duelo en la cocina" se estrenará este mes de septiembre en ETB2. Entonces podréis criticarme y ponerme a caer de un burro si creéis que lo merezco. En cada programa un representante de la gastronomía de otro país elegirá tres de sus productos culinarios más emblemáticos y nos retará a encontrar rivales dignos elaborados en Euskadi que puedan competir con los suyos en una cata a ciegas.
Lo mejor del trabajo es sin duda conocer a gente a la que no había pensado ni poder saludar algún día, no sólo grandes cocineros, sino productores y artesanos que trabajan y se desviven por que todos comamos mejor.
Para estar seguro de que te alimentas bien, puedes ser autosuficiente y cultivar/elaborar tu propia comida o saber quién, cómo y por qué la hace. Yo estoy teniendo ahora la suerte de encontrarme con gente fantástica que vive para dar de comer y beber a los demás, con historias que son dignas de enseñar. De ésas que a mí me gusta contar. Espero que en el programa logremos reflejar eso y desde luego, aquí podréis contarme qué os parece. Venciendo la barrera del bochorno os pondré los enlaces de los vídeos en cuanto estén disponibles.
Dejar el uniforme del pijama y llegar todos los días a casa muertamatá del cansancio es una agradable novedad. A los que estáis sufriendo la involuntaria pijamización sólo puedo deciros que no desesperéis, por favor, que a veces sí suenan las campanas. Cruzad los dedos por mí.
Gracias de paso y siempre a David y a esas personas que dan oportunidades que abren puertas insospechadas.