Revista Opinión

Post post 15-m

Publicado el 26 mayo 2011 por Mario

Da la sensación de que después de las elecciones el personal experimente una suerte de tristeza post coitum, como si todas las expectativas generadas por lo que se ha dado en llamar movimiento 15-M se hubieran desinflado en un atronador ¿y ahora qué? Desde una óptica sentimental, quizás aquellos que esperaban su (por otra parte inútil) mayo francés, experimenten cierta decepción. el resto no tenemos motivos para ello

Ya advertía, con su habitualojo clínico, el profesor Manolo Delgado de los peligros inherentes a este tipo de manifestaciones. A tenor de lo que pude contemplar estos días en mis paseos por la Puerta del Sol, se evidencian en el movimiento algunos de los tics de los que acuso a la izquierda moderna. A saber, un discurso naif (no exclusivo de la izquierda pero que me jode mucho viniendo de ella) y una sobredosis de buenrollismo. Entiendo que, con buena parte de los medios de comunicación buscándoles las cosquillas no había otro remedio que extremar la prudencia de un discurso que terminó en algo tan vaporoso que, prácticamente, se disolvía en sí mismo. Desgraciadamente, no está la cosa como para conformarse con señalar el desnudo real; hay que levantarle el bastón de mando.

Mis esperanzas de que las movilizaciones cristalicen, no ya en revolución sino en algo medianamente serio son, la verdad, bien escasas. No hay sino plantearse la implicación que puede esperarse en un movimiento convocado a través de redes sociales, que niegan la opción del “No me gusta” (más buenrollito) y cuya utilidad principal es servir de pasatiempo laboral (¿cuántos amigos tienes en facebook con los que hace años no compartes una caña? Servidor bastantes, las cosas como son). No obstante, y por eso escribí al respecto, me parece urgente la existencia de una corriente dedicada a recordar a los Bilderbergs locales que sin su ciudadanía no son nada. Pedirles que lean los estudios de Marvin Harris sobre el poder ya sería de nota pero volvamos a la tierra, Major Tom.

Llevo defendiendo hace tiempo que la única revolución posible es individual y contradicciones como la de unos antisistema ufanos por salir en el Washington Post que twitean con el último cacharro que les ha colado Steve Jobbs, alimentan mi descreimiento. Pero hoy existe algo que no había antes del 15-M y es un amplio colectivo movilizado en torno al disgusto ciudadano con el estado de las cosas. Solo eso ya es motivo para descorchar el mejor champán.


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