Recientemente se han presentado los resultados del primer Estudio sobre la situación laboral de los Médicos en España elaborado por la Organización Médica Colegial (OMC) mediante la realización de una encuesta on-line a la que respondieron 9763 médicos colegiados. Los resultados del estudio, no por menos conocidos, no dejan de ser terriblemente desoladores. De acuerdo a los datos obtenidos, el 46,7% de los médicos encuestados que se encuentran en activo ejerciendo una especialidad médica en el Sistema Nacional de Salud carecen de plaza en propiedad y sólo disfrutan de un contrato eventual, muchas veces bajo la irónica excusa del (perpetuo) “acúmulo de tareas”. Pero no sólo eso, más del 40% de estos médicos ejerce con contratos de duración inferior a los 6 meses. Y lo peor es que no es un hecho temporal aislado: de acuerdo al estudio, ¡el el 26,2% lleva mas de 10 años trabajando en el SNS y el 6,7% más de 20 años en esta situación!. Peses a este desalentador panorama, en lo que sin lugar a dudas muchos estaremos de acuerdo es en que, a diferencia de la opinión del presidente de la OMC, la precariedad laboral que sufrimos no tiene una influencia sobre la calidad y el rendimiento profesional. Son muchos años soportando estas condiciones y, sin embargo, la profesionalidad y calidad del trabajo de los médicos eventuales nadie puede dudar.
El conocimiento de estos datos ha levantado la esperada polvareda en medios hablados y escritos. Polvareda teñida de una inmensa, e indecente, hipocresía en demasiadas ocasiones. Es repugnante comprobar como políticos que dicen ser médicos (o médicos que dicen dedicarse a la política para “servir a sus conciudadanos”) se llevan las manos a la cabeza y exponen su indignación ante tamaño desvarío sin pararse, ni por un momento, a pensar que esta situación no es nueva y se mantiene desde hace más de 20 años. Y que han sido muchos, y de todos los colores, los políticos que han castigado con su gobierno a la profesión médica sin que nunca haya existido interés en intentar arreglar la situación de eventualidad casi perpetua de muchos médicos. Pero es que, además, muchos de estos políticos y médicos son autores materiales de documentos como el Informe Abril, el Informe de SEDISA o el Informe de AES en los que plantean soluciones para acabar con esta precariedad, incluyendo todos ellos una posible laboralización, pero que luego, cuando tienen responsabilidad de gobierno, encierran en un cajón sin interés alguno en aplicarlos. Los mismos que critican en un lado de Despeñaperros lo que sus conmilitones hacen en el otro. ¡Hipócritas, en una palabra!
Aún así, más triste y decepcionante que la esperada actitud de estos políticos (por muy médicos que alardeen ser) ha sido el comportamiento en ocasiones de los propios médicos. La presencia de uno número creciente de eventuales con contratos cada vez más precarios ha sido vista con normalidad, y muchas veces con cierta indiferencia, por parte de la clase médica. Más allá de la “solidaridad de pasillo” con el eventual, poco más se ha hecho por intentar revertir su situación. La flagrante discriminación laboral de los médicos eventuales, que siega cualquier posibilidad de progresión profesional, es vista con naturalidad (y, quizás, con cierto alivio) por parte de médicos propietarios de una plaza en el Sistema Público. Incluso se han llegado a firmar infames documentos como el Modelo de Carrera Profesional de la Comunidad de Madrid, que discriminaba económicamente a todos los médicos eventuales y que tampoco encontró oposición alguna.
Y en un giro irónico de las oportunidades, al mismo tiempo que se conocían los datos del estudio de la OMC sobre precariedad laboral, se conocían también esta semana los listados del vergonzoso proceso para transformar a una parte de los eventuales – siempre discriminando y generando división – en interinos. Con todas las ventajas que ello conlleva: ¡ninguna! Pero por si no fuera así, este proceso también está recurrido e impugnado por parte de los propios médicos. Todo sea por mantener el actual sistema de castas…
Y como curiosidad final, la segunda preocupación de los médicos eventuales, a corta distancia del comprensible interés en alcanzar una estabilidad laboral, es la falta de motivación y reconocimiento de las diferencias profesionales.Significativo…