Revista Ciencia

Precisión en la complejidad

Por Biologiayantropologia

PRECISIÓN EN LA COMPLEJIDAD
6 de didiembre de 2013
Hace unas semanas, se otorgó el nobel de medicina a tres norteamericanos -Randy W. Schekman, James E. Rothmany Thomas C. Südhof-, que, en momentos sucesivos, estudiaron y descubrieron cómo organiza la célula el sistema de transporte de las sustancias que fabrica y almacena en las vesículas celulares, fundamental para cualquier organismo vivo.
Desde hace mucho tiempo, los biólogos vamos conociendo, poco a poco, la enorme complejidad, exactitud y precisión del funcionamiento de las células, con miles de procesos bioquímicos y fisiológicos que se producen a la vez y que interactúan entre sí, en cooperación con las demás células del organismo, tanto las cercanas del propio tejido como las lejanas de otros distintos.
Lo que se ha demostrado no es ni más ni menos que el modo de producción y exportación de las sustancias que se almacenan en las células; y que se acumulan en unos orgánulos celulares vesiculares para ser vertidos al exterior cuando es necesario. Por ejemplo, las vesículas que contienen la insulina en las células del páncreas la vierten a la corriente sanguínea, en respuesta a determinados estímulos, e impiden la diabetes: esa enfermedad en la que las células, nadando en la abundancia, no se pueden alimentar porque carecen de la hormona que les permite abrir su membrana para “comer”: tienen la “boca” cerrada. De igual modo, actúan otros muchos procesos, de tipo hormonal, nervioso, etc.
Los laureados han desvelado los principios moleculares que regulan los flujos por los que las células de cada órgano, tejido, etc. fabrican y vierten al exterior las sustancias precisas, del modo preciso y en el momento preciso. Si no funcionan ordenadamente, el organismo colapsa y muere. Cada uno de los premiados ha aportado, al conjunto de la investigación, sus conocimientos sobre los genes relacionados y las proteínas asociadas para que tal sistema actúe con una gran exactitud y complejidad: Schekmandesveló, en levaduras, un conjunto de genes que controlan el tráfico vesicular; Rothman, en ratones, aisló las proteínas –codificadas por los genes hallados por Schekman- que permiten que las vesículas se unan a sus dianas en las membranas de la célula y se produzca la transferencia de esa carga; y Südhof evidenció, en estudio con neuronas, cómo las señales –neurotransmisores- emitidas a través de vesículas de las células nerviosas se unen a la membrana exterior de otras células contiguas para excitarlas, mediante la maquinaria descubierta –genes y proteínas- por los otros dos investigadores.
Total, que estamos ante una maravilla de la naturaleza que, una vez más, nos muestra los misterios inteligentes e inteligibles de la misma.
Pedro López. BiólogoGrupo de Estudios de Actualidad

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