- “posturas cínicas: los supuestos ideales de investigación honesta, el respeto por la evidencia, el interés por la verdad, son un tipo de ilusión, una cortina de humo que oculta las operaciones del poder, la política y la retórica”
- “Richard Rorty: una creencia está justificada si y sólo sí es defendible mediante nuestros estándares epistémicos occidentales”,
- “Stephen Stich; una vez que tenemos una idea clara del asunto, la mayoría de nosotros (…) no vemos valor alguno en tener creencias verdaderas”,
- “Louis Menand: el pragmatismo es la concepción de que toda la fuerza de una explicación filosófica de cualquier cosa (…) descansa en las advertidas consecuencias de creerla”
Revista Jurídico
Quisiera, como anhelo personal, adherirme a lo que Susan Haack llama una postura ingenua sobre la verdad en la ciencia, pero creo que ahora me siento muy contaminada por el germen del relativismo; Susan Haack en su ensayo «Esperando una respuesta: el desordenado proceso de buscar la verdad» ha usado la etiqueta de: “los nuevos cínicos”, lamentable o no, mi tendencia natural-actual me acerca a esta casilla, categoría o etiqueta.Por lo pronto, creo que el título del comentario “globalización, derecho y cultura”, sin un objetivo claro confunde, o por lo menos, crea una especie de desasosiego latente, una cuestión que evoca la idea de un derecho a no hablar, a la posibilidad de no saber, y es esa sensación la que me ha inspirado para escribir mi reflexión y me mueve para compartir lo que es una opinión personal.Intentaré explicarme un poco pretendiendo la titánica tarea de lograr por lo menos una idea clara…Parto de hacer mía las premisas que Susan Haack ataca en el artículo antes compartido, «De la premisa falibilista verdadera de que lo que pasa por verdad, los hechos conocidos, la evidencia fuente y la investigación bien conducida a veces no son tal sino sólo lo que los poderosos han logrado que sea aceptado como tal. La falacia de ‘pasar por’ se mueve hacia la falsa y cínica conclusión de que los conceptos de verdad, hechos y evidencias son fraudes ideológicos.»Pretenderé, en este escrito, mostrar mi inquietud hacia esos “fraudes ideológicos” para argumentar que, por lo menos en cuestiones sociales, concretamente en lo conocido como “cultura jurídica interna”, hablar de ideologías en las decisiones particulares de los productores de cultura jurídica, resulta más viable que hablar de pronunciamientos de verdades científicas. Dibujaré mi planteamiento en tres pinceladas, la primera, clarificaré el camino de la discusión, segundo, citaré las tesis cínicas en filosofía de las ciencias expuestas por Susan Haack en el ensayo antes mencionado, y finalmente articularé mi opinión sobre la viabilidad de hablar de ideologías en el ámbito social.Preparando el camino para la discusión: algunas aclaraciones.Las afirmaciones de las que parto son esbozadas en un contexto de filosofía de las ciencias concretamente en las discusiones sobre los avances de las ciencias naturales, lo cual nos acerca a la, ya vieja, discusión sobre el método en ciencias naturales y sociales, por tanto, tomo los comentarios de la profesora Haack, y de un ensayo particular, con la única pretensión de fundar mi opinión en un contexto diverso al de la filosofía de la ciencia. Bajo este orden y como decía anteriormente, pienso que las premisas sobre las que fincamos nuestro actuar cotidiano (en la esfera social) tienen que ver con ideologías aceptadas más que verdades universales, es lo que me ha inspirado el título de “globalización, derecho y cultura”, ya que, entre otras cosas, permite interpretar que estamos expuestos a una cantidad de información que no sabemos cómo procesar, acercándonos más a una sociedad del caos, que nos invita a ver los avances en las ciencias como la tendencia a fraudes ideológicos, así se lee en las siguientes proposiciones: