Cada molécula de ADN está formada por dos cadenas alineadas entre sí de forma antiparalela (el extremo de una cadena se une al extremo contrario de la otra) formando una doble hélice. Esta es la idea que casi todo el mundo que conoce algo sobre esta molécula tiene. Pero cuando se habla de la estructura de un polímero como el ADN hay que ir más allá.
En primer lugar, cabe hablar de la estructura primaria, que es la que viene determinada por la sucesión de los cuatro nucleótidos presentes en nuestro ADN y en el de cualquier organismo vivo: Adenina, Timina, Citosina y Guanina. Los extremos de estas cadenas sencillas de ADN se llaman 5´-fosfato, o, simplemente, 5´ y 3´-hidroxilo, o, simplemente, 3´. Es a continuación cuando cabría hablar de la doble hélice, que es la forma que toma el ADN en cuanto a su estructura secundaria. Este modelo de doble hélice fue propuesto por los científicos J. Watson y F. Crick, a partir de una fotografía de rayos X tomada por R. Franklin y M. Wilkins. En la doble hélice las cadenas son complementarias ya que las guaninas quedan unidas siempre a las citosinas a través de tres enlaces químicos llamados puentes de hidrógeno, mientras que las adeninas lo hacen con las timinas gracias a dos de estos enlaces. Por último, habría que considerar la estructura terciaria del ADN, que hace referencia a cierto nivel de empaquetamiento que éste adquiere para dar lugar a los cromosomas. En función del organismo estudiado este nivel de empaquetamiento será mayor o menor, pero, en cualquier caso, será imprescindible la presencia de varias proteínas que ayudan en el proceso y ayudan también a mantener la estructura final.