En efecto, todas las células somáticas de nuestro organismo poseen los mismos 20.000-22.000 genes, pero no todos estos genes, en todas las células, dan lugar a la proteína que codifican.
Es decir, la función última de un gen es la de dar lugar a una proteína en un proceso conocido como expresión génica. Ésta se da mediante dos pasos sucesivos denominados transcripción –generación de un ARN a partir de un ADN- y transducción –generación de una proteína a partir de un ARN-. Pero en una célula determinada sólo unos pocos genes procesan la información que contienen para dar lugar a la proteína correspondiente.
Así, lo único que diferencia a una célula hepática de una célula cualquiera del sistema inmune son los genes que en cada paso se transcriben y se traducen.