Demóstenes (382 a.C.-322 a.C.)
Los prejuicios y fanatismos son piezas claves en la impartición de justicia, principalmente con respecto a los miembros del Jurado.
Estos son decisivos en el veredicto, requieren conocer los hechos y sobre esa base tomar una decisión.
La historia del filme 12 Angry Men, en español Doce hombres en pugna, protagonizada por Henry Fonda, filmada en 1957, constituye un collage de procesos psicológicos. A lo largo de la trama, se observan diferentes mecanismos inconscientes que le dan contenido al filme. Se enmarca la obra en el salón de debate de un jurado que dilucida la culpabilidad por asesinato, parricidio, de un individuo de 18 años. Todo, aparentemente, indica que el joven es culpable, pero a lo largo de la película se analizan lógica y pormenorizadamente los hechos, hasta demostrarse su inocencia.
Se observan matices y prejuicios diferentes en el filme, pero el aspecto quizás central del filme es la posición intransigente y prejuiciada de un miembro, el cual insiste vehementemente en condenar al presunto culpable. Este había tenido, un serio disgusto entre él y su hijo, que le produjo una intensa ira, la cual se acumula y mantiene inconsciente. De ese modo dicho individuo se prejuicia, desplazando su intransigencia condenatoria contra el acusado; su mente había sustituido al hijo por el presunto culpable.
La actitud prejuiciada de dicho miembro intransigente, promovido inconscientemente por un mecanismo de sustitución defensiva, lo impulsa a encontrar un motivo por donde aliviar su sufrimiento, aunque fuera injusto y artificial. El prejuicio generado por la discordia le distorsionó la visión de los hechos e interfería su razonamiento, incitándole a un veredicto irracional.
Actitud es la posición asumida por el individuo ante el objeto de la realidad frente al cual se presenta, el que tiene dentro de su foco de su atención; por ejemplo, pareja, familia, trabajo, profesión, un auto especifico, la propia vivienda; en fin, lo que absorba su interés. Las diversas actitudes establecidas en la psique de un individuo se hallan en función del patrón interno de su personalidad, pero según las circunstancias concretas que le rodean, principalmente el sentido afectivo que tenga para el individuo. Si dicho foco de atención es indiferente a la persona, no se produce actitud alguna.
La actitud se forma y transforma según la información y experiencia obtenida con relación a su objeto, pero a pesar de todo, tiende a mantenerse inamovible en un rango moderado. Una convicción, por ejemplo, tiende a excluir un criterio opuesto a pesar de estar fundamentado, al menos al inicio. Sin embargo, si la actitud deviene en elevada sensibilidad como producto, por ejemplo, de traumática conmoción emocional, esta adquiere una resistencia desproporcionada al cambio. Con ello se constituye en respuesta anticipada, se piensa o emite opinión sin la suficiente información referida al asunto de que se trate. Se convierte en prejuicio.
El prejuicio, dado su núcleo de elevada sensibilidad, se convierte en actitud predominante sobre las demás con relación al mismo objeto dentro de la psique. Las "absorbe", por así llamarle. El prejuicio hacia etnia determinada implica actitud de discriminación hacia todo lo que se le relaciona, costumbres, cultura, vestimenta, religión.
La actitud prejuiciada niega intransigentemente lo incongruente, lo que no esté acorde con el individuo, queda "enquistada", "cerrada", de modo tan intenso que arrolla con fuerza todo el sistema. Se acepta como verdad solo lo conveniente, lo demás se rechaza, desestima, o no se percibe. La persona no escucha más que su propia voz, y ante el peso de argumentos contrapuestos se irrita, molesta y trata de encontrar otros, aunque sean descabellados. No hay razonamiento, sino intransigencia. Por ejemplo, quien está profundamente enamorado no presta atención a opiniones sobre los defectos de su amada.
Un rumor el cual no coincide con los deseos e intereses de un individuo en particular tiende a no ser creído por este, e incluso es negado radicalmente. En otros casos el mensaje recibido no es conveniente, y por ello se pueden obviar algunos aspectos o negarlo totalmente como cuando el individuo asegura no haber "visto nada". Se producen también reacciones donde se modifica la realidad para resolver el conflicto, se obvian situaciones evidentes, o se crean hechos que no existieron. En consecuencia, las personas tienden a creer lo que se necesitan creer.
Sin embargo, se pueden producir cambios aún más drásticos. Si la sensibilidad de la actitud es desmesurada, dado por desmedida excitabilidad de sus circuitos neurales en el cerebro, entonces esta adquiere férrea inamovilidad, de un modo que no queda, mínimo margen para la modificación equilibrada; la actitud se ha convertido en fanatismo.
El fanático, inconscientemente, para mantener su consonancia interna en la psique, necesita imponer al "otro", quizás agresivamente, su forma de sentir, creencias, opiniones. De no ser posible procura su descalificación, ridiculización o destrucción. Incluso la imposición se puede instrumentar y extender al ambiente con ritos, banderas, escenarios, objetos, frases, símbolos, y otros aditamentos; observable, por ejemplo, en religión, política, adicción deportiva, entre los marcos sociales más destacados.
La búsqueda de consonancia es tan intensa y absorbente en el fanático que se modifican las necesidades vitales; por ejemplo, se observaba en los Kamikazes japoneses, y actualmente en los terroristas islámicos. Diversas sectas e iglesias, a través de inflexible dogmatismo, despliegan un proselitismo vehemente y coercitivo sobre quienes no profesan su misma fe, con la intención de "convertirlos". Peor aún es cuando esas posturas desembocan en guerras o fundamentalismo religioso, donde cada bando pretende erigir su religión como universal, pudiéndose llegar a los extremos del homicidio, genocidio o inmolación; uno de los factores que originan actitud terrorista.
Hechos similares se encuentran en la vida política. Quienes dogmáticamente defienden un grupo, gobierno o líder, y se aferran a ello en actitud inamovible a ultranza, aunque la realidad pida "a gritos" el cambio. Son reprimidos, a veces de manera cruenta quienes se separan o disienten del discurso oficial. Esta cristalización tan férrea de la actitud puede ser más o menos consciente, pero de igual modo no hay matices, "es o no es".
Los miembros del jurado son decisivos en el veredicto, requieren conocer los hechos y sobre esa base decidir, pero también pueden quedar sugestionados al recibir información colateral a través del estado de opinión en el ambiente social, les alcanzan rumores que llegan de algún modo hasta ellos, son influidos por los medios de comunicación masiva, o incluso se distorsiona su evaluación crítica por la propia interacción dentro del grupo. Se fomentan en consecuencia las predisposiciones, o se exacerban fanatismos preexistentes, lo cual implica exclusión de justicia, y errores que pueden pesar por toda la vida.
La desinformación del Jurado circula a través de los procesos masivos de Consonancia social y Contagio emocional. Desde los inicios de la humanidad, la necesidad de homogenizarse y fundirse al clan o tribu como medio de amparo y protección condujo al individuo a la aceptación incondicional de cuanto emanara de sus congéneres. Ello implicaba desde luego, la reducción de su capacidad analítica, y por ende la influencia sugestiva.
Adicionalmente, respondiendo a esa fusión, el individuo se inclinaba a aceptar a quien "todos" le profesaban incondicionalidad, o sea, al líder o tótem, revestidos de poder sobrenatural. En esas condiciones, con mínima comprensión de sus actos, el individuo imitaba, y se identificaba totalmente, con el conjunto tribal.
El Conformismo social consiste en la tendencia natural del ser humano a seguir al grupo social donde esta insertado, es la tendencia gregaria la cual queda y se transmite históricamente como reminiscencia heredada de sus ancestros. La eficacia de esta unión pasaba por la necesidad de homogenizarse, de fundirse, al clan o tribu (Asch,1951).
Este proceso parte de la necesidad de apoyo y comunicación. Se observa acercamiento entre quienes profesan la misma religión, ejercen igual profesión, trabajan en la misma empresa. Genera simpatía conocer personas de la misma región donde antes se vivió, lugar donde se trabajó, o entre quienes mantienen las mismas opiniones en torno a un tema dado. El individuo se comunica y conecta con quienes son consonantes con sus creencias, sentimientos y motivaciones, y rechaza los divergentes. Tiende a someterse a un estandarte y grupo dado, comenzando por la familia y continuando con logias e instituciones fraternales, sectas e iglesias, cruzada religiosa, sindicatos, partidos políticos, clubes sociales, pandillas juveniles, gangs, crimen organizado, líderes férreos, tiránicos o "populistas". Es una tendencia a afiliación grupal a como dé lugar, causado por el impulso inconsciente, biológico y ancestral de lograr representatividad, individualidad, amparo y protección.
El Contagio emocional complementa al Conformismo, y es la inoculación reverberante de emoción extrema por medio del lenguaje entre los individuos. Este estado circula en progresión geométrica, y a través de las redes de comunicación. En especies anteriores el sonido con tinte emocionalmente conmovedor era medio de comunicación y subsistencia; algunos animales alertan del peligro de ese modo, y esa sensibilidad se trasladó filogenéticamente al ser humano al surgir el lenguaje hablado. En consecuencia, las personas pueden comunicarse e influirse mutuamente sobre base afectivo-emocional; o sea de manera acrítica, incluso irracional en ocasiones (Erisen, Lodge & Taber
, 2014) (Cardeña, Terhune, Loof & Buratti, 2009) (Kimura, Daibo & Yogo, 2008).
El fanatismo invade socialmente, pudiendo alcanzar ámbitos intrincados. Al reunirse masivamente personas, los estados emocionales dados por la frustración, comenzando por ira o terror, se transmiten de uno a otro a través del Contagio emocional, multiplicándose cada vez más, hasta bloquear el pensamiento crítico de cada individuo. Queda la multitud reaccionando por impulso afectivo, sin control racional, y fácilmente manipulable por un líder.
Según Gustave Le Bon, en Psicología de las Multitudes, la masa posee características diferentes al individuo, la consciencia se desvanece, los sentimientos se exacerban, y la ideación es invadida por el funcionamiento sugestivo. Nada es premeditado, sino que toda acción es por los impulsos emocionales del momento. Eso implica que el individuo, al sentir el poder que le otorga la masa, actúa de manera insólita. Se rompe la inhibición dada por reglas y normas sociales al sentirse amparado por conjunto y afloran reacciones primitivas, o dirigidas al pillaje, exterminio, crueldad. De ese modo la frustración individual acumulada se canaliza en conductas extremas.
Es por ello la necesidad no solo de garantizar información veraz en todo el proceso judicial, sino su más estricto análisis crítico. La evidencia, en su más exhaustiva amplitud puede indicar la verdad en un sentido determinado, y a pesar de todo ser falsa, equivocada.
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