Realmente parece una locura. ¿Cómo se va a premiar una mala conducta para que el perro deje de hacerla? Si lo que nos dice la teoría (y es lo que siempre te han dicho) es que si reforzamos una conducta, ésta tiene más probabilidades de que suceda. ¿Seguro? ¿Es siempre esto así? En muchísimas ocasiones sí, sobretodo cuando queremos que el perro aprenda nuevas conductas. Entonces, ¿por qué planteo este tema que va contra la lógica?...
Porque hay conductas inadecuadas del perro que nos son difíciles de eliminar cuando son conductas autorreforzantes: el perro obtiene un refuerzo por el simple hecho de realizarlas, su motivación es interna, obtiene placer al hacerlas.
Ejemplos de conductas autorreforzantes inadecuadas podrían ser: escarbar en el jardín, buscar entre la basura, ladrar a través de la ventana, roer una pared o morder un mobiliario concreto de la casa... Si se descarta que estas conductas, y otras parecidas, no son por un entorno pobre en estímulos o por alguna otra patología como la ansiedad por separación, quiere decir que son conductas que el perro las hace porque le gusta hacerlas. ¿Cómo eliminar algo que no tenemos control sobre ello, que es interno del perro?
En estos casos, lo que puedes leer y proponen muchos artículos son básicamente dos cosas: 1) Prevenir la situación o eliminar del entorno del perro aquello que le hace actuar así. 2) Como en muchas ocasiones lo anterior es imposible, hacer que la experiencia que obtenga el perro al realizar la conducta sea desagradable para que disminuya la probabilidad de que vuelva a hacerla, por ejemplo, rociando el objeto con un líquido de sabor y olor aversivos para el perro. Con el problema de que el aversivo debería ser más fuerte cuanto más reforzada esté la conducta (algo que no es éticamente aplicable).
¿Son estas las únicas soluciones?
¿Y si transformamos esa motivación interna del perro en una motivación externa que podamos controlar?
La respuesta está en el Efecto Sobrejustificación que expliqué en este artículo: El Peligro de Sobrepremiar al Perro. Para ilustrar este efecto, describí en ese artículo un estudio con un grupo de niños a los que les gustaba leer: a varios de ellos empezaron a darles una taza de chocolate cada vez que leían, al cabo de un tiempo les dejaron de dar esa taza de chocolate y esos niños dejaron de leer, al contrario que el resto que seguían leyendo. Habían transformado una motivación interna (les gustaba leer) en una motivación externa (solo leían si obtenían un premio por ello).
Solución 3) Usar un programa de refuerzo externo (premio) continuo: cada vez que el perro realice la conducta autorreforzante inadecuada se le premia por ello. A cabo de cierto tiempo, cuando el perro haga la conducta y busque inmediatamente su premio, se corta el programa de refuerzo. Lo que hará que el perro deje de realizarla ya que no hará un esfuerzo gratis: la motivación interna (le gusta hacerlo) se transforma en motivación externa (lo hace si obtiene un premio).
Parece una locura, pero no lo es. Aunque no es tan fácil:
- El refuerzo debe ser individual (como la comida) y no un refuerzo social.
- El refuerzo individual disminuye la motivación interna en proporción directa a su valor para el perro. Premios con un alto valor disminuirán más su motivación interna.
- El programa de refuerzo continuo debe estar bien planificado para que surta efecto.
¿Premiar una mala conducta del perro puede eliminarla? Sí, siempre y cuando esa conducta esté motivada internamente por el perro (el simple hecho de hacerla le gusta) y seamos capaces de transformarla en una motivación externa dependiente de un refuerzo individual (comida) que esté controlado por nosotros.
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