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Para quienes me seguís desde hace tiempo ya conocéis mi debilidad por la ciudad de Melilla. La visito una vez al año y con gusto iría aún más a menudo. Es una ciudad mágica en la que respirar historia es fácil. Melilla tiene una Casa en Madrid que ayer celebraba su cuarto aniversario otorgando el Premio Faro de Melilla.
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Hace unos meses cuando me comunicaron que era la persona elegida para recibir este reconocimiento no me lo podía creer. Siempre piensas que otras personas son más merecedoras que tú en recibir un premio. Pero la emoción que sentí fue enorme. Sin embargo no tanta como la vivida ayer al recoger el primer Premio Faro de Melilla.
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Allí estaban mi amiga Audith Zapata, culpable de mi amor por su ciudad. Fue ella quien hace unos años me llevó hasta allí para dar una charla sobre empresa sostenible, y a partir de entonces siempre sueño con volver. El Presidente de la Casa de Melilla, Julio Miranda me entregó la preciosa escultura en broce macizo, que debe de pesar más de 20 kilos y es una auténtica joya.
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La escultura representa el emblemático faro de Melilla y ha sido creada por el escultor Javier Esperanza Aledo
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Representando el Gobierno de Melilla estaban el Consejero de Educación y Colectivos Sociales, D. Antonio Miranda y el Viceconsejero de Medio Ambiente, D. Francisco Villena.
Mi padre, mi hermana Guillermina y amigos que ya me han acompañado a la muy hospitalaria y adelantada ciudad también estuvieron con nosotros.
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Una reunión emocionante en la que las lágrimas de unos y otros estaban a flor de piel. Y pude conocer a la hija de D. Enrique Nieto, arquitecto y discípulo de Gaudí, a quien contrataron a finales del siglo XIX para que llevara a cabo la ampliación de la ciudad. Don Enrique llegó a Melilla con un contrato de 3 años y se quedó para siempre. En Melilla dejó su legado y posicionó Melilla como la segunda ciudad modernista de España. Conocer a su hija Enriqueta supuso para mí la gran emoción de poder estar con una parte viva de la historia de la ciudad. Enriqueta me confesó que mi discurso le había emocionado tanto que no había podido contener las lágrimas.
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Al finalizar el acto, yo también quise obsequiar a la Casa de Melilla con un recuerdo de Bulgaria, y les regalé un icono réplica de la virgen con el Niño de un retablo del Monasterio de Rila, que es el más importante de Bulgaria. por la tarde había impregnado la madera del icono con aceite puro de rosa damascena para que el recuerdo fuera aún más especial.
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Os dejo el discurso completo, y junto a las fotografías que incorporo podréis sentir un poco más cerca a mi Melilla Intensa.
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Gracias a la Casa de Melilla por concederme su distinción más importante y a todos ustedes por acompañarnos. Gracias a D. Antonio Miranda Consejero de Cultura y Presidente de las Casas Regionales y a D. Francisco Villana viceconsejero de
En el año 2011 visité por primera vez la Ciudad de Melilla. Fui convidada a unas conferencias sobre sostenibilidad organizadas por Empieza Consultora. Reconozco que aquella invitación supuso en mí una gran alegría pues aparte de participar junto a grandes empresas, tendría la ocasión de descubrir una ciudad para mí desconocida. Era una oportunidad que no podía desaprovechar para conocer un lugar que yo presentía lejano. Recuerdo como si fuera ayer aquel escueto paseo que de la mano de Audith y sus hermanas dimos por la ciudad. El flechazo fue inmediato. Regresé a Madrid emocionada, apenas había visto nada y quería volver cuanto antes. No paraba de hablar de aquella ciudad tan sorprendente como amable. Y así fue como pocos meses después organizaba junto a mi marido un fin de semana para poder ver ya con calma todo lo mucho que Melilla quería enseñarnos.
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Desde entonces he vuelto cada año y ya siempre con amigos, quienes fascinados por nuestras historias melillenses se apuntaban año tras año para comprobar si tanta pasión en mí tenía razón de ser. Estos amigos están también hoy aquí y apuesto que pronto también estarán junto a nosotros en vuestra ciudad.
Quiero, al recoger este premio que me llega al corazón, dedicárselo a las personas culpables de mi amor por Melilla, a las hermanas Zapata, a Carmen Barbero y a Nacho, pero también a una persona que hizo y hace cada vez que vistamos Melilla, que nuestra estancia sea tan maravillosa como la ciudad que enseña. Quiero dedicar este premio a Jose Oña.
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Porque gracias a él, tanto yo como quienes durante estos años me han acompañado, hemos aprendido a amar, a respetar y a conocer una ciudad que ya es para nosotros inolvidable. Desde la Plaza de España o desde su Oficina de Turismo en la Plaza de las Culturas, Jose Oña nos hace sentir nuestra, la historia del Duque de Medina Sidonia y de don Pedro de Estopiñán.
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Atravesar las puertas de Santiago o la de Santa Ana, Cruzar los fosos en la ciudadela por sus puentes levadizos, vivir la angustia desde las cuevas escondidos de los asedios, sentirnos acosados por los sultanes. Escuchar las historias que sus muros, plazas, fosos, baterías, torreones nos quieren contar. Los recintos de la ciudadela se van ampliando a nuestro paso, siempre lento y mirando cada rincón, fortificaciones inexpugnables que se asoman al mar.
Recuerdo La playa de los Galápagos, la Plaza de los Aljibes, la Plaza de Armas, la Casa del Gobernador, la Torre del Reloj o esa preciosa calle que es la de San Miguel. La Real y Pontificia Iglesia parroquial de la Purísima Concepción sede de Ntra. Sra. de la Victoria, Patrona Coronada y Alcaldesa Honoraria Perpetua de Melilla y de todos los melillenses.
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Pero sin duda el pico de emoción sucede al adentrarse por el Convento de los Capuchinos del Conventico hacia las cuevas que dieron cobijo a los melillenses durante tantos años de asedios y tras revivir aquellos meses interminables y sentir una sobrecogedora angustia, asomarse desde sus murallas a la cala Trápana. Y ver el Faro de Melilla. Y tras él La inmensidad del mar Mediterráneo.
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Con los cinco sentidos en estado de alerta bajamos por el Túnel de la Marina y nos adentramos en otra época. Si alguien cree que el hombre no puede viajar en el tiempo, es porque no conoce Melilla. Tan solo cinco minutos son necesarios para cruzar por el túnel del tiempo desde el siglo XVI hasta el modernismo. En el siglo XIX la ciudadela se quedaba pequeña y su ensanche fue encargado a un discípulo de Gaudí. Enrique Nieto llega a Melilla con un contrato de 3 años y allí vivió para siempre. Cautivado al igual que yo por su belleza y su gente, dejó en Melilla todo su legado, y la convirtió en la segunda ciudad modernista de España.
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Paseamos por el Parque Hernandez y las casas modernistas de la nueva ciudad. Todo es hermoso en Melilla. Pero no se conoce Melilla sin su peculiar tapeo. La gastronomía enamora también al descubrir, y la primera vez sorprende al visitante, como al pedir una cerveza se te ofrece todo un menú a elegir con tapas del tamaño de un plato principal pero incluidas en el precio de la caña. Tapear por Melilla es amar a su gente, compartir siempre sonrisas, descubrir sabores y mezclas, como los churros con te a la menta. Los langostinos de la mar chica aparecen en mis sueños de forma recurrente.
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Pero la hospitalidad de vuestra ciudad llega hasta lo más profundo del alma. El monumento al visitante es un recuerdo más de ella, pero la realidad es que cuatro culturas conviven en Melilla, cristianos, hindúes, judíos y musulmanes, enriqueciendo la cultura social de la ciudad. Melilla es hospitalidad porque es integración.
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Para miles de inmigrantes, Melilla es la puerta hacia el dorado, Europa, la libertad.
Pero Melilla es sobre todo una puerta hacia la historia de nuestro país. Una ciudad que habla sola. Melilla habla de asedios, pero también de encuentros. Sus puertas hablan de conquistas, Rusadir, una tierra de nadie.
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Yo la llamo Melilla Intensa, intensa por su historia, su cultura, su gastronomía. Intensa es su luz, intenso el azul de su cielo.
Eternamente bella, eternamente intensa, eternamente deliciosa, eternamente Melilla.
No quiero despedirme de todos ustedes sin una mención especial a la flota pesquera de Melilla, cuyo recuerdo está presente en la ciudad gracias a su Monumento en la Plaza de los Pescadores. Un homenaje a los hombres del mar que desde 1985 y tras los acuerdos con Marruecos, dejaron sus redes y con ellas sus vidas para no volver a pescar.
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Gracias José Oña por haberme abierto las puertas de Melilla pero sobre todo por haber abierto mis ojos hacia tu Melilla la muy hospitalaria y adelantada ciudad.
Gracias a mis amigas las hermanas Zapata origen de aquel flechazo que se convirtió en amor eterno.
Gracias a la Casa De Melilla por este reconocimiento, si bien mi pasión por Melilla no tiene mérito alguno. El mérito es de mi Melilla intensa.
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Si queréis leer mis post sobre mis viajes a Melilla…
Melilla, Un Paseo por la Historia
Acerca de la Casa de Melilla en Madrid
La Casa de Melilla en Madrid, constituida el 30 de noviembre de 2010, es la única Asociación melillense que existe en la Comunidad de Madrid. Sus objetivos principales son promover la convivencia de los melillenses y simpatizantes residentes en Madrid, desarrollando actividades culturales y sociales; servir de referencia a los melillenses que se desplazan a esta ciudad; e impulsar los vínculos de unión de los madrileños, con la española Ciudad de Melilla, dando a conocer su historia, cultura, patrimonio artístico y entorno natural.
Teléfono 657 53 01 31
[email protected]
Mi agradecimiento a Carlos Herce que nos ha cedido las fotografías del acto.
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