En la oficina me miran con temor. Se callan cuando entro en el despacho , me observan y retiran la mirada cuando yo les encaro visualmente…
Nadie quiere hablar conmigo. Nadie me toca ni roza ninguno de mis objetos… Están asustados…Claramente acojonados.
Sé que es difícil convivir con las premoniciones. Tenemos miedo de lo que desconocemos y queremos desconocer lo que nos da miedo…pero yo no puedo evitarlo. Es incontrolable. Aparece ese mensaje en mi mente, en una forma verbal inconcreta pero comprensible o una imagen en forma de flash y, entonces, conozco ese algo que va a ocurrir en el futuro.
Suele ser un tempo cercano. Apenas minutos, o segundos…. Es el tiempo que me da la premonición. Hay quién las tiene de sucesos que acaecerán unos meses después o semanas o días pero lo mío es más inmediato.
Ahora mismo me llega una . Una premonición, claro. Te estoy viendo. Ha sido por un instante y mientras escribía estas líneas pero me ha parecido que sonreías.
A lo que iba: esta mañana he tenido un episodio. Dicen los expertos que estas experiencias están dentro de la categoría de fenómenos Psi Gamma (no es por alardear, pero eso le da un caché a mis visiones.)
Estaba al teléfono, escuchando la musiquita de la llamada en espera del “Servicio de Atención Al Cliente” de la empresa de hosting en la que está alojada la web de la empresa. Lo había intentado en varias ocasiones y, por fin, me había decidido a aguantar la melodía repetitiva-tipo-hilo-musical-en-bucle el tiempo que fuera necesario ya que necesitaba realizar una consulta urgente. Con la oreja roja y cansada y el cuello rígido al sostener el teléfono con el idem y el hombro durante tantos minutos, he accionado el altavoz del aparato. La musiquita ha invadido el despacho. Al cabo de unos minutos, ya he empezado a sentir las miraditas de irritación sobre mi espalda. Un ratito del li-li-li , vale pero cuando tienes a la gente sometida durante “un buen rato” , se produce un efecto adverso, hostilidad en el ambiente y la incapacidad de detectar nada más que la melodía del li-li-li… He hecho caso omiso a mis compañeros y he dejado que aquello continuara con la cantinela. Un rato después, me ha apetecido comerme mi sándwich. Lo había retrasado, pensando en desayunar tras hacer “la llamada” pero, la eternidad se me hacía demasiado larga… He desenvuelto con cuidado mi pequeño bocadillo. No era un bocadillo cualquiera….
Era uno de esos que te apetecen especialmente. Uno de los que te van a alegrar la mañana. Nada de algo hecho con prisa, con un queso bajo en calorías. Mi bocadillo era de jamón de jabugo. Del muy bueno. Una de esas compras capricho. Un regalo de 100 gr de Joselito, cortado muy fino ( casi transparente) que se había servido en la cena y del que habían sobrado unos preciados gramos que , en ese momento, formaban parte de mi excelente bocata. El pan, tostadito y de miga esponjosa. “Sucat de tomaquet”, con sus gotitas de aceite de oliva y la pizca ( casi simbólica) de sal… En fin, no hablamos de un bocadillo, estamos hablando de “ese bocadillo”.
Me lo he mirado con cariño ( y relamiéndome) pero , entonces, he tenido una premonición. Mis ojos vidriosos ( no sé si por el ansia del bocadillo o por el fenómeno Psi Gamma) han enfocado a mi compañero de mesa y he dicho : “¿Oyes la música? Llevo más de diez minutos escuchando este li-li-li pero, estoy segura que cuando dé el primer mordisco a mi desayuno y lo tenga en la boca, incapacitándome totalmente para el intercambio verbal, entonces, una voz de persona me saludara y me preguntara que es lo que quiero “
Lentamente, he extendido el papel de aluminio sobre la mesa. Li-li-li . He desenvuelto el bocadillo y desplegado la porción de papel de cocina que me servía de servilleta. Li-li-li. Todo, todo, a cámara lenta. Li-li-li. Con la misma parsimonia, he cogido el bocadillo y he ejecutado un movimiento de arco hacia mi boca. Li-li-li. Con la máxima tranquilidad, le he dado un mordisco y he iniciado el primer segundo del acto de masticar y, entonces… “Hola , buenos días. Soy Iván. ¿En qué puedo atenderle?”.
Esto de las premoniciones es una lata aunque le voy cogiendo el tranquillo ( he conseguido no atragantarme ) pero a mis colegas les ha hecho mucha gracia la deglución ultra rápida mientras Iván, el del Servicio de Atención al Cliente se impacientaba, y han estado un rato riéndose de mis fenómenos Psi Gamma.
Entonces, he tenido otra premonición. Se iba a ir la luz de la oficina. Y, de verdad, lo iba a comentar antes de que iniciaran la copia de seguridad en el servidor pero, mira, me he dicho : “Tanto reír, tanto reír de mis Psi Gamma …Pues, ahora, a reiniciar el sistema y a quedarse un ratito más”.
Con mis premoniciones, no se juega.
N.B : Estos gorros de bruja son Mermaiden Creations de California. Una tiene premoniciones, pero con estilo… ; – )