Revista Arte
azulbleu presenta el libro "Journal de voyage", que muestra en detalle la serie de siete cuadros de Nuria Armengol, realizados entre noviembre 2006 y abril 2008. Puede verse completo y puede comprarse en la web de blurb.
Aviso: Actúa como bálsamo para las prisas, antídoto para los enfados y estimulante de la actividad cerebral. No tiene contraindicaciones y puede consumirse tantas veces como se quiera, sin necesidad de receta médica.
No hay ningún camino hacia la felicidad, la felicidad es el camino. Proverbio tibetano.
Texto de introducción que aparece en el libro:
Esta serie de siete cuadros se desarrolló como las etapas de un viaje que se han dejado al azar. El título me lo dió la lectura del libro "Journal de voyage", la correspondencia que durante cuarenta años mantuvo la intrépida viajera y orientalista francesa Alexandra David-Néel con su marido. Esta viajera salió de Argel en 1910 hacia Oriente, sin saber que permanecería allí durante treinta años. Recorrió y vivió largas temporadas en Japón, India, China y Tibet, mientras estudiaba budismo, hinduismo y otras filosofías orientales, siendo la primera mujer occidental que entró en Lhasa en 1924, la capital del país que entonces estaba cerrado a todos los extranjeros: el Tibet.
Inicié la serie “Journal de Voyage” como un viaje del que no tenía un destino fijado de antemano. Sólo sabía que sería un viaje en varias etapas y que esas etapas serían siete cuadros, sin determinar de entrada exactamente cómo serían, dejando que cada cuadro terminado me llevara al siguiente. Estos cuadros relatan un viaje simbólico, una transformación interior, no son un reportaje de viajes, por lo que les dí desde un principio un denominador común visual para que compartieran aquello que miran todos los viajeros: el horizonte. De manera que la línea del horizonte se mantiene a la misma altura en los cuadros 1, 2, 4, 5 y 6, y permanece indicada en los cuadros 3 y 7. Respecto a la niña protagonista de esta serie de cuadros "Journal de voyage", quería hacer evidente su evolución de niña a joven y de joven a adulta, durante la que sufre auténticas metamorfosis interiores, por lo que cambio su aspecto en cada cuadro. Lo mismo les ocurre a los animales y objetos que la acompañan. El paso del tiempo forma parte del viaje y esta serie es una secuencia temporal que abarca varios años en la vida de la niña. Al mismo tiempo, dado que la mejor hora para iniciar un viaje suele ser al amanecer, situé en ése momento el primer cuadro y asigné la noche cerrada al último cuadro. De este modo viajaríamos con las distintas luces del día, recorriendo el arco luminoso completo de una jornada.
La vida se manifiesta como una danza ininterrumpida de acontecimientos. La serie no queda cerrada en el cuadro “Journal de voyage 7”, que será algún día un nuevo inicio