El Gobierno socialista en España está presionando, de forma especial a los farmaceúticos y a los profesionales de la salud, para implantar la píldora del día después (PDD). Desde que se permitió sumistrar la píldora de contracepción de emergencia en las farmacias sin receta médica, se ha disparado su consumo.
Según Justo Aznar, director del Instituto de Ciencias de la Vida de la Universidad Católica de Valencia, "desde un punto de vista de la biología, nadie puede negar que el ser humano empieza su vida en la fecundación. Y en este contexto, el aspecto más importante desde el punto de vista ético es saber si las píldoras del día después y de los cinco días después terminan con la vida de un embrión humano para prevenir ese embarazo no deseado". La realidad es que "como mínimo, en alrededor del 50 por ciento de los casos esas píldora impiden el embarazo por un mecanismo antiimplantatorio".
Apenas se está informando de los efectos secundarios de esta píldora, que es una auténtica bomba hormonal, 15 veces superior a la píldora normal, con la posibilidad de repetirse hasta 3 ó 4 veces al mes, con consecuencias imprevisibles. Ahora, al dispensarse sin ningún control, ni llevar registro alguno, se está trivializando su consumo. No tenemos ni idea de lo que puede deparar este consumo abusivo, pero una cosa sí está clara: las cifras oficiales de aborto en España, a partir de ahora, son engañosas y falsas, pues ignoran el aborto farmacológico, practicado en casa, en el inodoro, pero aborto real con todas las consecuencias que ello tiene.