Si bien algunos preferirán hablar de casualidad o intentarán que no se confundan términos, no resulta descabellado que muchos otros vean fantasmas donde no los hay (o sí, ¿quién sabe?). Lo cierto es que la situación política que atraviesa el país desde hace unos años y los continuos escándalos de corrupción suponen un caldo de cultivo propicio para que haya cierta controversia.
En el ámbito de la auditoría se dice que no sólo hay que ser independiente sino que también hay que parecerlo. En este sentido, dando por hecho que también existirían más candidatos cualificados, el escoger a otro hubiera ayudado a mantener la buena imagen del Tribunal Supremo y la de la Entidad al contribuir a no despertar tantas suspicacias.