Fiesta de la primavera
Después de participar de la Fiesta de la Luz, hemos comenzado a cobijar en esos días oscuros y fríos la luz que dará nacimiento a nuevas capacidades. Es a la luz de la verdad que pueden surgir las cualidades que hacen de cada ser humano un ser único, capaz de entregar al mundo creativamente, lo mejor de sí.
La VERDAD, la luz más poderosa, es la que hace de nuestra alma la tierra más fértil, donde cada semilla sembrada puede crecer. Hemos colocado allí valientemente nuestras dificultades, temores, tristezas…también nuestras fortalezas y dones. Todo ello al llegar los días cálidos comenzará a brotar transformado en esperanzas, en todas las posibilidades que tiene el mundo de ser cuidado por cada persona.
El campo sembrado va a florecer. Eso es lo que festejamos en esta época. Es la fiesta de la alegría, de la gratitud, y también del despertar de la conciencia hacia el cuidado continuo que en este momento de la humanidad se le requiere al hombre.
Despertamos por la mañana con el canto de los pájaros, percibimos la calidez del aire, abrimos las ventanas dejando que la luz y los aromas entren, nos sorprendemos descubriendo brotes nuevos en las ramas que parecían antes tan tiesas.
Una fuerza de resurrección comenzó a transformar la quietud aparente en movimiento y formas nuevas. Esta misma fuerza yace y transforma el alma del ser humano. Los niños vivencian estos procesos también a través de imágenes.
De la misma manera en que el brote irrumpe en la rama, los niños corren por el patio. Hay alegría, gritos, expansión creciente. Se despliegan las alas de las mariposas, y revolotean por aquí y por allá.
Con los niños preparemos esta fiesta recolectando ramas de sauce y flores para tejer coronas, que junto con las frutas de estación, juegos, rondas y canciones, conforman los elementos para celebrar al aire libre, siempre con gratitud y veneración hacia lo recibido por la Madre Tierra.
Se recoge la flor, porque es la entrega que la naturaleza hace al ser humano, con mayor sutileza en belleza. Las frutas (ciruelas, frutillas, etc.) aportan jugos, perfumes, color, sabor, los juegos y cantos manifiestan la explosión de alegría que vive en el aire y en las almas.
Se elige el mes de octubre porque es cuando la primavera está más instalada en nosotros y en todo lo que nos rodea.
La fiesta culmina con un trenzado de brazos y manos entre todos los niños y maestros, que se va formando mientras cantamos. En ese gesto vivenciamos la fuerza que tiene la comunidad cuando se nutre de toda la diversidad, que tiene la imagen de un gran prado florido, con diversos colores y tonos, donde cada uno tiene la posibilidad de “ser” y “ofrecer” lo que es.
Maestros Escuela Perito Moreno